Una revoltosa Misión

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Maddy sintió las manos de Dorian acariciar su rostro con delicadeza, se mantuvo aferrada a Dorian aun con su camisa empapada, sin importarle el frío de la noche, se sentía cálido.

—No creo estar lista para ser esposa otra vez. —Quizás no hubo amor con Boris, pero si lo estimo demasiado, pese a toda su locura, fue quien le brindo una mano amiga cuando más lo necesito, pero también fue quien más la rompió.

No estaba lista como mujer, porque aunque es hermosa, preparada y una madre excepcional, tener un nuevo esposo no se encontraba en sus planes.

—Lo entiendo, solo te pido que no cierres la puerta. Que me dejes ganarme cada parte de ti, reparar cada pedazo roto. La realidad es que quiero ser quien te ayude a sanar, no quien vuelva a herirte.

Sintió el corazón palpitar a mil por hora, poco a poco Dorian estaba despejando el camino. Dorian siguió hablando ante su silencio.

—No pienso irme, tampoco hostigarte. —sin embargo, sintió el frío del anillo en su palma, lo dejó dentro de su mano y la envolvió con la suya—. No te pido una respuesta ahora, pero este anillo siempre ha sido tuyo.

—Prométeme una cosa, Dorian.

—La que quieras.

—Júrame que pase lo que pase, que sin importar lo que sintamos, lo que nos duela, siempre vas a estar para Madison.

Él asintió con los ojos húmedos.

—Lo juro, cuidaré a Madison como mi princesa —Esta conversación en cierto punto la tenían pendiente, estaban sincerándose —Cuidaré a Vicent, será mi campeón y a ti, aunque no me estés dando la oportunidad de momento esperaré, porque verte en esa cama de hospital lastimada me hizo entender que de nada sirven los títulos, medallas y condecoraciones, si no tengo con quien compartir mis logros.

Sus palabras la desarmaron totalmente, porque ella en cierto punto se sintió así, pero solo sus pequeñas gotitas de amor siempre fueron y serán su refugio más bonito.

Maddy cerró los ojos con fuerza, sabía que no era una promesa vacía, ya los cuido y soportó sus travesuras, los amaba, porque ese amor brotaba por los poros de Dorian.

—Dorian… —susurró, sin abrir los ojos—. Me lastimaron muchas veces, me rompieron, y aprendí a vivir así, a ser una mujer independiente, a no esperar nada de nadie que no fuera mi hermano, solo él me ha protegido de verdad, bueno y ahora tú, hacen un buen equipo.

—Y lo hiciste bien, más en el mundo en el que te desenvuelves. —interrumpió él con suavidad—. Es mi jefe, bueno era. Decidí renunciar, no quiero el ascenso, haré mi carta final de la misión y daré por terminada esa etapa de mi vida, para iniciar la etapa de padre disponible las veinticuatro horas del día, los siete días a la semana y los trescientos sesenta y cinco días de año.

Instintivamente, apretó las mejillas de Dorian. —Eres muy tierno, serás un gran padre, ya lo eres —Ambos sonrieron, estaba en una charla de liberación. —¿Se escucha raro, verdad?

Dorian acarició sus brazos —Al contrario, se escucha perfecto, ame esa palabra desde el primer momento que la mocosa me llamo así. En pocos meses crecí como ser humano y mis neuronas se acoplaron, ya no me siento tan vacío y me duele el pecho al pensar que ya no podré preparar su desayuno.

—Manipulador. —Sonrieron. —Vamos a intentarlo. —Dijo sin más. —Vamos despacio. —No dijo nada de momento, solo la envolvió en sus brazos nuevamente, besó la coronilla de su cabeza.

—Gracias, soy afortunado, una desgracia fue al mismo tiempo una bendición, saliste de la escoria, conocí a mi hija sin saberlo, ahora me das una oportunidad, no, gracias por seguir viva.

Aunque el anillo descansaba en su puño cerrado, aun sin ser aceptado del todo, Maddy supo que ya había dado el primer paso: confiar, y esa era la mayor declaración de amor que podía ofrecer en ese momento.

Adentro, Madison y Vicent dormían, ajenos a todo, pero algo en el ambiente se había transformado, la noche ya no era fría y el futuro, aunque era incierto, por primera no le asustaba.

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El sol entró por los ventanales de su habitación ocasionando que Maddy despertara, estaba sola en la cama, Madison y Vicent no se encontraban, no había podido dormir separados de ellos, menos en su primera noche en su nuevo hogar.

Fue por una ducha rápida, estaban seguros, pero no debía dejar de lado sus responsabilidades como madre, era sábado y a sus oídos llegaron las carcajadas traviesas de Madison.

La risa de Madison la contagió robándole una sonrisa, imaginaba a su hija haciendo travesuras, sujetó su cabello y salió luciendo un vestido blanco, era amplio, mientras caminaba por el pasillo sintió cómo su pecho ya no dolía como antes.

Era una sensación extraña y ligera. Como si parte del peso que cargaba por años hubiese comenzado a disiparse, se encontraba descalza y la escena frente a ella hizo que su corazón se derritiera.

Dorian estaba en la cocina, con Vicent sujeto a su espalda en un portabebés, era como un bolso con un bebe, no se veía incómodo ¿De dónde sacó Dorian eso? Aparte sostenía una sartén con una mano y le pasaba a Madison una torre de pancakes y ella usaba chocolate para dibujar caritas sonrientes.



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En el texto hay: humor, agente, niños traviesos

Editado: 08.04.2025

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