Una Rosa Para Ti...

Capítulo Uno

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Volví a saber de ella…han pasado siete meses desde la última vez que la vi, no puedo decir que la he olvidado o que al escuchar sobre su vida me sea indiferente pues aún la amo como el primer día en que lo sentí y se lo dije con un “Estoy enamorada de ti”, aun extraño sus ojos, su sonrisa, su voz, sus besos y lo que yo era cuando estaba con ella, era feliz y completa, pero debo aceptar que su corazón también le pertenece a otra persona… debo aceptar que es la mujer de mi hermano.

Hace unos días, mi madre vino a visitarme en mi apartamento de Francia y antes de que regrese a Italia me animé a preguntar por ella.

  • ¿Anghela? ¡Está desaparecida! – responde mi madre con voz preocupada – hace más de cinco meses que no sabemos de ella, al parecer Anghela y tu hermano han decidido separarse.

“HAN DECIDIDO SEPARARSE” era la palabra que resonaba en mi cabeza al despedir a mi madre. Será posible ¿qué sea por mí… por nosotras? No. Que va, quizás solo necesita tomarse un tiempo antes de volver con Ricardo, decía mi cabeza. Pero…mi corazón, mi alma, me decía que si volvía a verme o si me tenía cerca, ella se decidiría por mí. Sé que es jugarle sucio a mi hermano… pero la amo y ella también me ama, me lo dijo la última vez que la hice mía y la tuve entre mis brazos. Con toda esa pelea que se desarrollaba en mi interior, me vi sentada en un avión con destino, Perú.

Ni bien llegué a Lima y me instalé fui a buscar razón de ella, a su cafetería.

  • ¡Yaneth! – me saluda con un abrazo Julia - que sorpresa, Priscila me dijo que te habías ido de nuevo – suelta su abrazo.
  • Así es, pero… estoy en la ciudad por unos asuntos – sonrío tratando de disimular la desesperación de saber de Anghela.
  • ¿Asuntos? – sonríe traviesa – ¿acaso del corazón? – me guiña el ojo.
  • Quizás - vuelvo a sonreír –. Dime, a mi cuñada ¿Dónde la puedo encontrar?
  • ¿Anghela? – asiento, tratando de controlar mis nervios – no sé si sabrás, pero… se separó de Ricardo – cierra los ojos como de pena.
  • Lo sé – respondo calmada – es por eso que necesito hablar con ella.
  • No iras a tratar de convencerla de que vuelva con tu hermano ¿verdad?
  • No exactamente.

Después de mucha platica innecesaria para mi gusto, Julia accedió a decirme dónde encontrar a “mi cuñada”, inmediatamente volví al hotel donde había dejado mi maleta, tomé una ducha bien fría y volví a tomar un avión el cual me llevaría a Máncora, lugar donde Anghela estaba viviendo hace siete meses. Cuando llegué a la ciudad demoré un poco en alquilar un auto con el cual me movilizaría hasta la dirección que Julia me escribió en un papel. El balneario lugar donde Anghela estaba; quedaba a quince minutos desde donde me encontraba, al llegar, bajé del auto para continuar mi camino a pie y vi a un niño vendiendo rosas; me le acerqué y compré una rosa roja, la más hermosa que había visto jamás…  caminé un poco más llegando hasta el portal de mi princesa, toqué en reiteradas ocasiones pero nadie abrió, así que me animé en dar una vuelta por el lugar a ver si me la encontraba; el balneario era lindo había varias casas cerca de la playa… me saqué los zapatos y empecé a caminar por la arena… A lo lejos veo su silueta… caminando a orillas del mar ¡es ella! ¡es Anghela! ¡está embarazada! Me acerco feliz, pero a paso lento y…  Ricardo se acercaba a ella, quien sostiene una rosa roja con una enorme sonrisa y lágrimas empapándole el rostro, me detengo, retrocedo cada vez más sin dejar de ver la escena; Ricardo la toma de la mano, ella baja la cabeza, él, con su mano toma suavemente su mentón y levanta su rostro para secar sus lágrimas, lágrimas que al mismo Ricardo se le caen por la felicidad de verla hermosamente embarazada; la abraza fuertemente y ella apoya su rostro en su pecho, no podía ver más, me dolía el alma confirmar que ella le pertenecía y ahora más que nunca. Regresé al auto y tomé la carretera que lleva al aeropuerto no tenía nada más que hacer en este lugar, estaba completamente mal, tan mal como cuando salí de la casa de Anghela después de hablar con su mamá.

FLASHBACK

  • ¡Qué osadía el venir hasta mi casa buscando a mi hija…! – dice al abrir la puerta, camina hasta el asiento principal del lugar.
  • Señora del Prado, disculpe mi atrevimiento, pero vine a hablar con Anghela, por favor déjeme verla, le prometo que también hablare con usted, si me lo permite…
  • Si te permito ¿qué? ¿ver a mi hija? – se sienta.
  • Sí señora, necesito hablar con ella.
  • ¿Ella?, ya no vive en esta casa.
  • ¿No está aquí?
  • No, ella…ella hace poco se casó.
  • ¿¡Qué!?...no… no puede ser… por favor, dígame que no es verdad…
  • ¿Por qué te mentiría?, lamento que hayas hecho un viaje tan largo, pero… ¿En verdad, creíste, que mi hija estaba enamorada de ti?… - me mira de pies a cabeza - claro que ¡no!… si lo hubiera estado no habría aceptado tan rápido casarse con su antiguo novio ¿no crees? Además, mi hija… ella…ella es ¡normal!  no como tú que eres… un bicho raro… con esa orientación que solo te hacer vivir una vida tan patética, ¿en verdad creíste que mi hija era como tú?, No me sorprendería que tu madre tenga vergüenza de tener una hija con un estilo de vida tan… poco agradable – hace un gesto de repugnancia –, por decirlo de un modo que no lastime tu susceptibilidad - sonríe –, claro, ¡eso!…  eso, tu madre tiene vergüenza de ti ¿cierto? – sonríe victoriosa - Y por tal motivo conquistaste a mi hija para convencerte de que estaba bien tu vida anormal. Pero tu juego salió mal, muy mal porque Anghela se dio cuenta del grave error que era seguir junto a ti como pareja… y al volver a ver a su antiguo novio sus sentimientos hacia él seguían intactos y es por eso que se casó… con un hombre porque así debe de ser…
  • No, ella no pudo haberse casado… ella me ama.
  • ¿¡Te ama!? – sonríe maliciosa - ¿Quieres que te muestre las fotos?... ahora ella está disfrutando de su luna de miel, así, que ahora, tú y tu inaceptable vida váyanse de mi casa y de la vida de mi hija para siempre… ¡oíste! ...para siempre. 



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En el texto hay: anghela, yaneth, ricardo

Editado: 23.01.2020

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