Capítulo Ocho

(***)

Priscila y yo fuimos a ver Yaneth, aún se podía ver las magulladuras en su rostro; al verla tan frágil no pude evitar en acercarme y tomarle la mano, mi corazón gritaba por decirte Cariño, pero mi cerebro hizo que expresara su nombre.

• Yaneth, soy Anghela, tu mamá está aquí conmigo hemos venido a ver cómo te estas recuperando, no te conté la última vez que vine, pero… estoy embarazada, es una niña.
• Si nena, serás tía – dice mi suegra aguantándose las ganas de llorar.
• Su nombre será Valentina – le digo sonriendo para evitar llorar –; sabes, espero que tenga una bonita sonrisa como lo tiene su tía y además tenga tu carácter jovial – se me cae una lágrima y Priscila me toma del hombro –, debes despertar pronto y conocer a Valentina.

FLASHBACK

Estábamos Yaneth y yo echadas en la cama después de hacer el amor, ella jugaba con mi cabello y yo la miraba con una enorme sonrisa.

• Anghela - dice llamando mi atención -, quisiera que algún día tuviéramos una niña – toma mi rostro y sonríe.
• ¿¡Quieres tener una niña conmigo!? – la miro sorprendida y ella asiente.
• Y que por nombre… le pusiéramos Valentina – me mira fijamente.
• ¿Valentina? – ella asiente – por qué quieres que se llame así.
• Porque… Valentina significa ¡Valiente! - vuelve a sonreírme –, y en este mundo debemos de serlo para lograr hacer lo que el corazón nos dice, y lo que realmente queremos hacer - me abraza -, y no lo que los demás nos dicen que hagamos o lo que “debemos” hacer – me da un beso en la frente –. Y yo deseo que una hija nuestra sea así de valiente, en el mundo que le toque vivir. 
• Una hija nuestra, suena bonito – digo con una gran sonrisa –, pero yo quiero que tenga tu sonrisa – le beso los labios.

• Y mi carácter porque si tiene el tuyo estamos jodidas – nos reímos a carcajadas.

FIN FLASHBACK

Las imágenes en mi cabeza se fueron, pero fue imposible que no brotara de mí algunas lágrimas; me separo de Yaneth para secármelas y Priscila entra en mi lugar.

• Priscila, saldré a traer algo para beber – ella asiente.

Necesitaba salir de allí, el haber recordado a Yaneth sonriendo junto a mí, era un duro golpe a mi ser hubiera preferido que miles de golpes físicos se posaran en mí y no el que sentía en lo profundo de mi alma. Salí de la habitación y me dirigí a la máquina expendedora de refrescos. 

(…)

Por poco la estúpida de Anghela me encuentra espiando, felizmente acaba de salir de la habitación aprovecharé a ver que puedo sacar a mi favor.

• Buenos días señora Bustamante – entro saludando toda amable a mi futura suegra.
• Buenos días Vania – me sonríe –, y por favor nada de señora, llámame Priscila, ya te dije el día que nos presentamos y me comentaste que eras amiga de mi hijo, no necesitas tanta formalidad conmigo.
• Sí, lo recuerdo – “vieja estúpida”, le sonrío –.  Está bien, Priscila – ella sonríe – viniste otra vez sola – digo mientras me acerco a revisar el trabajo cerebral de Yanet.
• No. Hoy vine con mi nuera – lo dice orgullosa, al parecer se llevan bien, eso quiere decir que por allí no tengo las de ganar.
• La señora… - me cuesta no llamarla estúpida – Anghela – ella siente -. La última vez que la señora estuvo aquí, pude ver que ella y su cuñada tenían una estrecha relación.

• ¿Por qué lo dices? – me mira expectante.
• Porque al hablarle a Yaneth, ella hizo un trabajo cerebral mayor y mejor que el de los días anteriores a aquella visita, y tal parece que hoy también le ha hablado porque su registro es mejor que el de ayer.
• Significa que el tener a Anghela aquí hablándole a Yaneth es de gran ayuda para mi hija. – yo asiento, ante la cara de emoción que le he dejado con mis palabras, que boba si supiera que sola la uso para mis fines y que su hija…
• Bueno Priscila, por el momento me retiro, tengo que ver a otros pacientes. Este es mi número – le alcanzo una tarjeta de presentación –, no dudes en llamarme para lo que gustes – le doy un beso en la mejilla y salgo.

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