Una Rosa Para Ti...

Capítulo Doce

(…)

Pensé que tenía a Ricardo en mi bolsillo al tenerlo encima de mí, tocándome, mordiendo, mamando mis tetas y con su falo erecto a punto de entrar; estaba completamente húmeda, deseaba con intensidad que me follara una vez más. Él ha sido el único que ha sabido complacerme en la cama eh estado con muchos hombres en mi vida, pero nadie ha podido borrar o superar lo que Ricardo me hace sentir; tiempos atrás no se hubiera resistido al tenerme desnuda y dispuesta solo para él.

No puedo permitir que me deje, no puedo permitir que esa me lo robe; ya lo dejé ir una vez por torpeza y ambición de niña tonta, pero ahora no lo volveré a dejar, estoy dispuesta hacer de todo por tenerlo a mi lado.

Me disponía a salir hacia el hospital a ver si encuentro a la estúpida de Anghela y contarle todo lo que tengo con su marido, cuando estaba por cambiarme suena el timbre de mi puerta así que solo me puse un albornoz, ¿será que Ricardo habrá vuelto?  

  • ¿¡Qué haces aquí!? – digo al ver a una de las personas más desagradables que he conocido junto a un tipo fornido.
  • Hola. He estado bien gracias – sonríe tan desagradable y entran sin permiso.
  • ¡Qué quieres! 
  • Vine a cobrarte lo que me debes – se sienta en el sofá y el tipo se queda detrás de mí.
  • A ti no te debo nada.
  • En eso estás mal informada negrita – cruza las piernas.
  •  Ya hablé con Deimond – respondo mientras ella se ríe.
  •  Escúchame bien… negrita – se ríe mirándome de pies a cabeza –, ahora tu deuda es conmigo – se pone de píe 
  •  ¿¡Qué!? ¿¡de qué hablas!?
  • Te dije la última vez que hablamos – se acerca a mí -, nadie se mete con lo que es mío y sale ileso.
  • No entiendo de qué hablas. – me alejo de ella.
  • Te metiste con Deimond, ¿crees qué no la sabía? – se vuelve acercar a mí –, ahora tu deuda es mía y si no me pagas… no sabes la ganas que tengo de verte sangrar putita.

Maldita sea, me escapé de las vegas porque mi ex esposo me dejó una deuda de juegos de mesa, que el marido de esta bruja controla. Por más que me metí en la cama con ese asqueroso animal, no sirvió de nada y ahora parece que le dejó la tarea de cobrarme.

  • No sé de qué hablas - sonrío como tonta -, yo no me he metido con Deimond.
  • Escúchame putita – toma mi quijada poniendo una navaja en mi rostro –, no me creas idiota, que conozco muy bien a las de tu clase.
  • Nooo… teee… creooo… idiota... – digo temblando y tartamudeando.
  • Que te hayas revolcado con Deimond es lo de menos, pero querer deshacerte de la deuda del bastardo de tu marido, eso no lo permitiré… ya te dije esa deuda es mía.
  • ¿¡Qué… Deimond… te… la… dejo!? – ella asiente.
  • Me pagaras cada centavo, si no quieres que deje un recuerdo en esa carita tan linda o en esas tetas que se ven tan ricas – me las toca.
  • ¿Te gustan? – pongo mi cara de ofrecida.
  • ¡Vaya salió la puta que llevas dentro! – se aleja.
  • Soy tan puta… - me acerco con cuidado - que te puedo hacer gemir… – la miro con falsa lujuria – qué dices… quieres probarme – me saco el albornoz sin importarme que el tipo que vino con ella me mirará.

La muy perra me tomó de los cabellos, soltando su navaja me besó mordiéndome los labios, le correspondí de la misma forma llevándola a mi habitación. Allí, la desnudé y me subí encima de ella, besando su cuello poco a poco voy bajando pasando mi lengua en el recorrido, ella arquea su espalda dándome un gemido que me suena a victoria; mordí su pezón para luego meterme su teta en mi boca. Recorro su cuerpo con mi mano bajando hasta sus pliegues, tomando con mis dedos su clítoris empiezo a jugar con él haciéndola gemir nuevamente, dejo sus tetas para concéntrame en masturbarla y ella toma con su boca unas de las mías empezando a mamarla, mientras con una de sus manos baja hasta mi entrada para comprobar si estaba mojada, como no lo estaba tomó mi clítoris e hizo lo mismo que estaba haciendo yo, empezó a masturbarme hasta hacerme mojar y gemir; me volteó dejándome debajo de ella, besando, lamiendo  y mordiendo mis costados hizo que me retorciera de placer mientras dos de sus dedos entraban y salían de mí, la habitación se llenaba de gemidos por ambas partes, volví a dejarla debajo de mí, abrí su piernas y bajando me interné en la entrada de sus pliegues jugando con mi lengua y succionando su clítoris ella jadeaba de placer arqueando a la vez su espalda; estaba tan concentrada en ella y su gemidos que no me di cuenta en qué momento entró en grandulón que estaba con ella. Este me tomó de las caderas metiéndome su falo de un golpe haciéndome gemir, el sujeto entraba y salía de mí de manera tan brusca, me daba tan duro que no dejaba de gemir, él me daba mientras estaba en pollito y yo introducía en ella dos de mis dedos haciéndola gemir también; cuando el sujeto sacó su falo de mí, la tipa bajó hasta mi entrada, metió su lengua  empezando a jugar con ella dentro de mí succionando, lamiendo y mordiendo, mientras yo estaba en el paraíso con lo que estaba sintiendo, el sujeto volvió a tomarme por las caderas metiendo su falo de una estocada en mi culo haciéndome gritar, no porque no lo había hecho antes por ahí sino que fue sin cuidado alguno, este entraba y salía de mí es decir ambos se estaban sirviendo de mí; luego la figura cambió y era a ella a quien le estaban dando mientras yo le hacía sexo oral,  posterior a eso empecé a mamar el falo del sujeto hasta que se vino en mi boca. No sé cuánto tiempo duró, pero fueron los minutos más eternos de mi vida, no porque fuera mi primera vez en un trío, sino que hoy pensé estar en la cama con Ricardo y no con dos estos asquerosos.

  • Sí que eres buena putita – dice la tipa ya habiendo terminado y tocándome los senos.    
  • Qué bueno que te haya gustado – volteo a verla besando sus senos mientras el sujeto toca mi culo.
  • No pienses que me he olvido de tu deuda.
  • No quiero que la olvides – muerdo su teta haciéndola sonreír –, solo que mientras te pueda pagar… – se la beso – ya sabes en que te puedes entretener.
  • sí que me voy a entretener – sube encima de mí y se vuelven a servir.



#4150 en Novela contemporánea
#43014 en Novela romántica

En el texto hay: anghela, yaneth, ricardo

Editado: 23.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.