Una Rosa Para Ti...

Capítulo Dieciocho

(***)

Priscila y yo llegamos al hospital, nunca se me pasará el querer llorar al ver a Yaneth sin moverse de esa cama; Priscila se acerca ella y le da un beso en la frente deseándole buenos días, le empieza a decir que cuando despierte no se separará de ella ni un solo instante hasta que se aburra de tener a su mamá cerca, posterior a ello, Priscila se sienta en el sofá y yo entró en su lugar y tomo su mano.

  • Hola flojilla – sonrío -, ayer no vine porque estuve con Ricardo y Valentina todo el día, pero estuve pensando en ti y en tu recuperación. ¿Sabes? Pronto, no podré venir por unos días, ya que Valentina está por nacer – sobo su mano -, ¿Cuándo piensas despertar? Debes de conocerla, estoy segura que ella será una mujer muy Valiente, lo suficiente como para luchar en el mundo que le toque vivir – las lágrimas empiezan a salir –, lo siento, es imposible no llorar al verte sin esa bella sonrisa que tienes. ¡Hey!  Chica de la sonrisa bella ¿Cuándo despertaras? Al menos lo harás para conocer a Valentina ¿verdad?
  • ¡Claro que lo hará! – interviene Priscila acercándose – ella te está escuchando y verás que despertará para tomarle muchas fotos a nuestra Valentina. – toca mi barriga - ¡Ay querida! ¡estos bochornos me hacen tener una sed! Iré a traer algo para tomar –camina a la puerta.
  • Priscila – se detiene y voltea a mirarme –, yo iré.
  • ¿Segura? – asiento – gracias – salgo de la habitación.

Fui a las dispensadoras de bebidas, saco una de ellas y una llamada entra al móvil, era de Ricardo.

  • Hola guapo – contesto
  • Hola preciosa, ¿Cómo estás? ¿todo bien?
  • Si amor, todo bien, y tú, ¿cómo vas en el trabajo? 
  • Todo tranquilo, pero…
  • Pero… ¿qué?
  • No podremos desquitarnos en la noche – sonrío al escuchar eso –, tengo reunión con unos colegas y llegaré tarde a casa, y estoy seguro que te encontraré dormida.
  • Mmmm, y yo que quería que termináramos lo que empezamos.
  • ¡Amor! No me digas eso porque si no voy inmediatamente al hospital a desquitarme – reímos – belleza, voy a verte para almorzar juntos ¿está bien?
  •  Está bien guapo, te espero.
  • Preciosa, ¿En verdad te parezco guapo?
  • Siempre me lo has parecido y no solo eso… eres muy pero muy atractivo. Soy muy suertuda… que un hombre tan bello sea mío – reímos.
  • Tú también eres bellísima.
  • ¿Aunque esté gordita?
  • ¿Gorda? ¿de dónde? ¿estás lindísima? Es más, te deseo a cada hora.
  • ¿Lo dice en serio?
  • No bromearía con eso, te deseo, te amo, quisiera hacerte mía una y otra vez. ¿voy para allá, para desquitarnos ahorita mismo? – volvimos a reír.
  • Te amo Ricardo.
  • Y yo a ti mi vida. ¿Amor?
  • Dime
  • Valentina nos está escuchando, que vergüenza, dirá que sus padres son un par de calentones.
  • Pues lo somos – reímos –, te amo, ahora colgaré, porque el refresco de tu mamá se estará calentando en mis manos.
  • ¿Cómo yo con esta conversación? – reímos – te amo vida, nos vemos más tarde.
  • Si amor, besos – cuelgo la llamada y voy de regreso a la habitación -. Siento mucho el demorarme – digo entrando y acercándome a Priscila.
  • No pasa nada querida, gracias por el refresco – estira su mano para tomarlo.

 

Abrieron la puerta, era la técnica quien venía a asear a Yaneth, colocó el seguro de esta y empiezan a desvestirla. Al verla desnuda, un recuerdo se aloja en mi mente: jugada con ella estando en la cama, Yaneth tiene un tatuaje de su signo zodiacal, Libra, en su hombro izquierdo y cada que lo veía yo lo besaba, a ella le encantaba que hiciera eso y sonreía ampliamente.

Cuando estoy cerca de ella llegan a invadir a mi cabeza los recuerdos de todos los momentos felices que vivimos juntas, a veces es conflictivo sobrellevar todas las emociones que me generan…pero otras veces lo prefiero así porque es una forma de guardar en mi corazón la esperanza de volver a verla sonreír como lo hacía antes.

Las horas pasaron y al comentarle a Priscila que Ricardo iba a venir a recogerme para almorzar juntos, ella aprovechó para ir a comer a su restaurante favorito mientras yo me quedaba con Yaneth. Al estar a solas con ella, aproveché para tomarle la mano, me acerqué a su oído y muy quedito empecé a decirle lo mi corazón sentía.

  • Sabes Yaneth, creo que nuestro amor será eterno… no porque estaremos juntas… sino porque estoy segura que siempre nos pensaremos y nos desearemos los mejor para nuestras vidas. Te amo Yaneth y siempre lo haré.



#4150 en Novela contemporánea
#43008 en Novela romántica

En el texto hay: anghela, yaneth, ricardo

Editado: 23.01.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.