Capítulo Veinte
(***)
Desperté en mi cama y abrazada a Ricardo, me moví y se despertó, abrió poco a poco sus ojos y me sonrío.
- Buenos días preciosa –besa mi mejilla.
- Hola amor, gracias por traerme a la cama -sonrío –, has de haber sufrido por mi peso.
- De qué hablas amor, si no pesas nada.
- ¡Mentiroso! – le toco la nariz – debo pesar mucho.
- No pesas nada, es más… me gusto poder tocar tu cuerpo, hace mucho que no te toco, ni te beso desnuda – me mira fijamente.
- Lo siento, es mi culpa.
- No, no te estoy culpando, no digas eso… - pone su dedo en mis labios - ya lo haremos, cuando las ganas nos consuman y nadie nos interrumpa - sonríe -, te amo.
- Yo también te amo – lo beso.
- Cómo te sientes, ¿está mejor que ayer? – me sonríe tiernamente.
- Perdóname.
- No tengo nada que perdonarte - toma mi mejilla -, te entiendo perfectamente – sonríe tiernamente -, pero… ella tenía derecho de intentarlo con alguien más ¿no?
- Perdóname… no sé qué me pasó – pongo mi rostro en su pecho.
- Ya te dije, no tengo nada que perdonarte preciosa – besa mi cabello –, te amo y estaré siempre a tu lado.
- Gracias – saco mi rostro de su pecho y lo miro.
- ¿Bajamos a desayunar? – sonríe y yo asiento.
- Iré a asearme – digo bajándome de la cama.
- Anghela – lo miro y me toma la mano para ponerme frente a él –, podrías dejar… que te vea desnuda, como lo hacías antes.
- Pero estoy…
- Estas hermosa - interrumpe mi hablar -, no menos que eso. Quiero ver tu cuerpo. Ya te dije, te deseo, así como crees que te ves, para mí estás hermosa. Cada que veo… esas caderas – toca mis caderas –, esos enormes y bellos senos – toca mis senos –, tus piernas – tocas mis piernas –, tu trasero – toca mi trasero -, para mí son una tentación; cada noche quiero hacerte mía. Anghela… – me abraza de la cintura – te deseo, te necesito, déjame estar dentro tuyo una vez más…
- Ricardo…
- No te obligaré ni presionaré, solo ten en cuenta qué, así como estás – se pone de píe y me mira fijamente –, te amo y deseo más que nunca – me besa y abraza fuerte –. ¡te gano el baño! – dice zafándose del abrazo y me guiña el ojo entrando corriendo al baño, lo cual me causa una sonrisa.
Minutos después, sale completamente desnudo y me mira con ojos perturbadores y se acerca a mis oídos diciéndome.
- Mira lo que te pierdes – me guiña el ojo sonriendo coquetamente dándose una vuelta para que lo admire.
- Eres bello – lo miro de pies a cabeza.
- Y soy todo tuyo – me guiña el ojo –. No me mires muchos que Ricardito se puede despertar – sonríe coqueto mirándose el miembro –. Me apuraré a vestirme y bajaré hacer el desayuno ¿sí? – asiento sonriendo - ¿iras al hospital? – me mira fijamente.
- Si, lo haré.
- ¿Estás segura? – asiento – si te sientes mal… - se acerca a mí - no dudes en llamarme, que yo iré inmediatamente ¿sí?
- Gracias.
- No me agradezcas más y apúrate en asearte – sonríe y me voltea con dirección al baño al cual camino.
Entré al baño y tomé una ducha, cuando salí a tomar la ropa que me pondré para el día, Ricardo ya no estaba en la habitación. Terminé de vestirme, bajé las escaleras y llegué a la cocina donde estaba Ricardo hablando con su mamá.
- Buenos días, querida – saluda mi suegra con un beso en la mejilla.
- Buenos días Priscila - correspondo a su saludo y me siento a su lado -, que sorpresa que estás despierta tan temprano.
- La verdad hija, no he podido dormir bien.
- ¿Por qué? ¿Qué ha pasado? ¿Es algo sobre Yaneth?
- No es sobre Yaneth… específicamente.
- No entiendo.
- Mamá está planeando invitar a Amanda a hospedarse en esta casa. – dice mi esposo, antes mis ojos abierto en demasía.
- ¿Eso… es verdad… Priscila?
- Bueno… si querida, ya que ustedes… viajaran después del nacimiento de Valentina,… pensé que no sería malo tenerla conmigo, ya que ella… estará al lado de Yaneth.
- El viaje no está decidido aún – respondo inmediatamente –. Además no sabemos cómo es Amanda, ella es una desconocida.
- ¡Anghela! – habla Ricardo haciendo que lo mire – ella es la pareja de mi hermana y si Amanda está dispuesta a estar al lado de Yaneth… lo menos que podemos hacer es brindarle alojamiento y comida.
- Pero… - me detengo al darme cuenta que estoy actuando erróneamente – sí, tienes razón, ustedes vean lo que se debe de hacer con ella.
- ¡No solo Ricardo y yo, Querida! – se acerca a mí y toma mis manos – tú también eres parte de la familia y si no estás de acuerdo… o te incomoda… olvidaré esa idea.
- Olviden mi actitud por favor. Priscila haz lo que creas conveniente, como ustedes dicen…Amanda… es la… pareja de Yaneth.