Una Rosa Para Ti...

Capítulo Treinta y uno

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“Pon el precio y te daré lo que me pidas”, nunca imaginé que Yaneth me ofreciera dinero a cambio de irme, el trato no me pareció nada mal, estaba tentada en decirle una suma cualquiera, pero debo de ser cautelosa, podría irme lejos a donde nadie me conociera y empezar de nuevo o bien podría quedarme y joderles la vida para siempre.

  • ¿Qué piensas? – pregunta la negrita.
  • En empezar de nuevo.
  • ¿Empezar de nuevo? ¿tú? – asiento – qué tipo de mala broma es la que me estás diciendo
  • Ninguna mala broma, tengo una propuesta que podría ser mi boleto de salida de toda esta mierda.
  • ¿Y Yaneth? - abre sus ojos desmedidamente -, ¿Y… la venganza hacía Anghela? ¿dejaras todo eso?
  • ¿Vengarme? ¿De qué exactamente debería vengarme? – me levanto del sofá donde estaba sentada – ellas se enamoraron – sonrío -, luego se casó con Ricardo quien es el hermano de su ex… no crees que ya estarán sufriendo lo necesario con eso.
  • No, no es suficiente.
  • Por qué no te vas conmigo… - la miro sonriendo - pienso tener 10 millones de dólares pronto… ¿Qué dices? ¿vienes conmigo?
  • Claro que no, nunca dejaré que Ricardo se quede con Anghela.
  • Bueno, esa es tu decisión… yo ya tomé la mía.
  • ¿Cuándo te iras?
  • Tengo que hacer algunas cosas antes…

 

(+++)

 

Terminé de hacer la cena para Anghela y para mí, he preparado su plato favorito y he puesto a enfrían una botella de vino. Con un ramo de rosas en la mano me siento a esperarlas en el sofá de la sala, esta vez se están demorando en comparación de otros días, suena el móvil es mi madre.

 

  • Aló madre.
  • Hola querido, ¿Dónde estás?
  • En casa, ¿necesitas algo?
  • No querido, yo estoy bien… pero tu hermana necesita hablar contigo, creo que quiere darte una sorpresa.
  • ¿Yaneth?
  • Si querido, Yaneth quien más – la escucho reír.
  • Dile que iré a verla mañana – respondo sin entender a qué sorpresa se refería.
  • Lo entiendo, pero si puedes ven a verla hoy, en realidad necesita hablar contigo.
  • Esta bien mamá, veré lo que puedo hacer.
  • Está bien querido, buenas…
  • Madre – le digo antes que termine su despedida –, ¿Anghela aún sigue allí? -  pregunto inseguro, cuando escucho abrirse la puerta.
  • Qué dices querido, no logré escucharte.
  • Nada madre, buenas noches – ella responde igual y cuelga.

Anghela entra con valentina en su coche, al verlas me acerco a ella con el ramo en la mano.

  • Hola amor – estiro mi brazo esperando a que me las reciba
  • Buenas noches Ricardo – mira las rosas –, no es necesario que traigas más rosas – las recibe y me mira fríamente.
  • Las compré especialmente para ti.
  • Te agradecería si no me vuelves a traer más rosas, gracias.
  • Anghela, por qué…
  • Valentina aún está despierta – dice interrumpiéndome – deberías de aprovechar, si quieres jugar con ella antes que la bañe y se duerma – camina hacia a la cocina.

Subo con Valentina hasta su habitación y minutos después Anghela sube con agua tibia para baña a mi pequeña princesa, ambos la bañamos entre risas y cosas graciosas que suele hacer Valentina, después de secarla, cambiarla y darle su teta, Anghela me deja solo con la bebé y no volvió aparecer en la habitación.

Una hora después de jugar con Valentina se quedó dormida así que me dirijo a la habitación que compartíamos Anghela y yo con la intención de continuar nuestra platica, encontrándola profundamente dormida; me acerco a ella, me cuclillo y acaricio su mejilla acomodándole el cabello detrás de sus orejas; la veo tan tranquila, tan bella que me es imposible no recorrer su cuerpo con mis ojos y desear tenerla entre mis brazos. Beso su boca delicadamente y ella abre los ojos.

  • ¿Qué haces aquí? - se sienta.
  • Vine a ver a mi esposa.
  • Hace mucho que deje de serlo
  • Anghela, te extraño…  – me siento junto a ella - te necesito, déjame demostrarte… cuanto te deseo - me acerco a ella con la intención de besarla.
  • Ni se te ocurra tocarme – dice levantando su dedo índice y con la frialdad reflejada en su rostro –. vete de esta habitación.
  • Anghela…
  • Solo vete. No tenemos nada más de qué hablar o qué hacer en esta relación.
  • ¿Y nosotros?
  • Ya no existe un nosotros.
  • Amor, yo aun quiero una vida junto a ti y Valentina.
  • Por favor Ricardo, no continúes con eso, Valentina siempre será tu hija… pero yo no seré más tu esposa.
  • No me hagas eso – tomo sus manos.
  • Yo no lo hice… - retira sus manos – por favor vete.



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En el texto hay: anghela, yaneth, ricardo

Editado: 23.01.2020

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