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Amanda me llamó diciéndome que me esperaría en el aeropuerto, he decidido irme con ella, pero no antes de vengarme de ellos.
Hace días vengo siguiendo los pasos de Anghela, desde que Yaneth salió del hospital no se han despegado, al parecer su matrimonio se vino a pique, que gusto saber eso.
Esta saliendo junto a su suegra, Yaneth y la mocosa, las sigo muy cuidadosamente, ni muy lejos ni muy cerca para no parecer sospechosa, se detienen en el hospital central, bajan todas menos Yaneth. Estaciono mi auto en el estacionamiento del hospital, felizmente llevo puesta una peluca rubia, lentes de contacto negros, solo me queda ponerme un guarda polvos, un tapa boca y anteojos, para ir a ver que puedo hacer. Caminé lo más rápido posible buscándola y vi a la estúpida cargando a su mocosa cerca de los vacuneros, veo a todos lados y no veo a Priscila, me acerco a ella y tomo a la mocosa de brazos con el pretexto de descambiarla antes de su vacunación, ella me la entregó mirándome fijamente e intento sonreírle, entré con la mocosa al consultorio ante la atenta mirada de la estúpida, cuando vi que en un momento se distrajo cerré rápidamente la puerta y salí por donde entran los doctores, metí a la mocosa en un bolso, estaba dormida, corrí hasta los ascensores de los que preparan la comida en el hospital y llegué hasta mi auto.
Llegué hasta el aeropuerto donde me encontraría con Amanda, la vi esperándome, el vuelo saldría en una hora.
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Revisábamos los videos de vigilancia junto al detective del caso y no había nada sospechoso, en los consultorios no había cámaras, al parecer la secuestradora había entrado por los ascensores de la cocina, las cámaras de esa parte del hospital estaban en mantenimiento, entrabamos en desesperación; Ricardo no dejaba de golpear la pared por la rabia y la frustración de no poder hacer nada para encontrar a Valentina, Anghela continuaba sedada. Entró una llamada al móvil, era un número de teléfono público.