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Me asusté cuando Anghela gritó no, pensé que le había hecho daño, pero al verla cerrar los ojos; mi mente recordó lo que me dijo Vania esta tarde “cuando tu mujer no pueda satisfacerte como yo lo he hecho, porque desea follar con tu hermana y no contigo”, intenté restarle importancia a aquellas palabras que resonaban en mi cabeza así que le tomé el rostro para preguntarle qué es lo que pasaba y cuando abrió los ojos, me di cuenta que lo que dijo Vania era verdad; mi esposa no me deseaba, quise gritar de rabia porque Vania tenía razón, quise llorar de rabia porque vi a Anghela sufrir al rechazarme, entonces solo suspire diciendo que entendía e intente sonreír para salir de ese momento tan doloroso para un ser humano, el ser rechazado por la persona que amas al querer intimidar con ella. Me bajé de la cama, tomé mi bóxer y caminé hacia el baño, ella intento decirme algo y solo dijo mi nombre, no quise hacerla sentir más mal de lo que sé se sentía y atiné a bromear tomando como excusa a nuestra bebé. Estando en el baño abrí la regadera, no para bajarme la calentura ni mi ego de macho sino para llorar libremente por sentir que he perdido al amor de mi vida y lo que es peor sentir que ella está sufriendo a mi lado, el agua caía en mi piel y las lágrimas junto con el agua, era inútil dejar de llorar ya que mientras más intentaba no hacerlo más lágrimas caían. No sé cuánto tiempo pasó hasta que dejé de llorar para empezar recordar lo mal que la pasé cuando Anghela desapareció de mi vida he inútilmente intenté encontrarla, cuando preguntaba una y otra vez a Julia por ella sin hallar respuesta alguna hasta que un colega amigo mío me comentó que la había visto en Máncora, hasta entonces pude comprender el estado de Yaneth cuando se separó de ella. Estando en la regadera pensé en dejar ir a Anghela, pero sé que no podría vivir sin ella y ahora menos que nunca, así que tomé valor y volví a convencerme en hacer hasta lo imposible para volver enamorarla de nuevo. Salí de la regadera, me sequé, volví a ponerme mi bóxer, tomé aire y salí de ahí. Al volver a la cama Anghela intentó darme alguna explicación pero la detuve con mi dedo en sus labios, volví a bromear con ella tomando a Valentina como excusa, apague las luces y le di un beso casto le dije sinceramente que la amaba y que descansara; me apegué a ella abrazándola y se quedó profundamente dormida. Al sentirla cerca de mí y recordar lo que minutos antes había ocurrido, no pude evitar llorar, le toqué su barriga y sentí a Valentina moverse, me llené de una mezcla de inexplicables emociones, el tener a Anghela cerca me hacía sentir triste pero feliz a la vez, sabía que tenía que luchar y trabajar duro para ganarme completamente su corazón… pero estaba dispuesto hacerlo por ella y por mi hija.