Una trampa para el insoportable

Capítulo 7. Una película de miedo que causa sonrisas

Thiago

*

Brenda luce completamente diferente. Me cuesta relacionarla con la chica que siempre lleva el cabello sujeto y sin gota de maquillaje. Siempre ha sido guapa, pero hoy está increíble… Y me acaba de descubrir mirándola, qué idiota.

Mi intención era llevar a Brenda para no ir solo y de paso supuse que le gustaría asistir a un evento así, pero nunca imaginé que parecería una modelo o actriz. La prensa inventará que es mi novia, estoy seguro.

—¿Tu padre también ha sido invitado?

La voz de Brenda me saca de mis pensamientos.

—Sí, pero no vendrá. Sale con demasiadas mujeres y en estos eventos debe venir con mi madre, luego las otras chicas le reclaman y se arma un verdadero escándalo.

Lo suelto sólo así. Estoy tan acostumbrado a las infidelidades de mi padre que no mido mis palabras. Me basta mirar de soslayo a mi asistente para saber que se ha sorprendido bastante.

—Lo lamento…

—No importa, en serio, si su matrimonio funciona así, es su problema.

Brenda asiente y agradezco que deje morir el tema. Como cualquier persona racional, sé que el matrimonio de mis padres es un fiasco y, en secreto, deseo que se hubieran divorciado. Mamá pudo conocer a alguien que la valorara de verdad, pero siempre sintió miedo de ser una madre soltera…

«¿Qué van a decir los demás?», se pregunta cada vez que sugiero el divorcio.

Pues Brenda parece llevarlo bien sin importar lo que dicen sobre ella.

—¿Tu hijo ya estaba durmiendo?

—No, todavía.

—Parece un niño muy tierno.

—¿Parece? —inquiere con curiosidad—. No lo conoces, ¿o sí?

—Eh, no —titubeo y me asomo en medio de los asientos para acercarme al chofer—. Deduzco que es un niño tierno. —Y, para mantener mi mentira, decido darle unas indicaciones al chofer que son totalmente innecesarias porque sabe qué hacer en una alfombra roja.

Brenda no presta mayor atención. Se ha distraído con la fila de automóviles que aguarda para acceder a la alfombra roja que ya está rodeada por la prensa e invitados. Sus ojos oscuros reflejan las luces de los flashes de las cámaras, está impresionada, puedo notarlo. Intento no sentirme bien por poder brindarle esta experiencia y fallo estrepitosamente. Es agradable verla con esa sonrisa incrédula y el brillo en la mirada, «demasiado» agradable.

El chofer nos conduce por la fila de automóviles hasta el inicio de la alfombra roja.

—¿Lista? —pregunto.

Brenda asiente. Creo que no quiere hablar por los nervios, es dulce.

Maldición. No debería pensar esas cosas de mi asistente. No.

Abren la puerta de la camioneta y un chico del staff ayuda a Brenda a salir tomándola de la mano. Los flashes de las cámaras incrementan. No tienen idea de quién es, pero apuesto a que piensa lo mismo que yo, «luce espectacular».

Desciendo de último y las cámaras no se enfocan en mí al instante, como suele suceder, sino que continúan relampagueando en dirección a Brenda que sencillamente no sabe qué hacer.

—Thiago… —murmura. No la escucho, pero leo sus labios.

Extiendo el brazo hacia ella, lo toma y entonces las cámaras nos enfocan a ambos.

Brenda viene como mi asistente, pero nadie más lo sabe y creo que de todas formas no me creerían. Parece una de las chicas con las que suelo salir.

La guío por la alfombra roja. Su mirada va de un lado al otro como si quisiera absorber cada segundo. Evito a los reporteros, aunque varios me llaman. No suelen preguntar cosas demasiado interesantes, sólo chismes o cosas que puedan interpretar de otra forma para crear un escándalo. El único reportero con el que me detengo pertenece a la televisora y sus preguntas son bastante simples, aunque no para de mirar a Brenda, probablemente la ha reconocido.

—¿Es tu novia? —pregunta el reportero sin importarle lo brusco de la pregunta.

Brenda suelta un respingo. Su mano se tensa sobre mi brazo y busca mi mirada.

—Es mi asistente —explico con una sonrisa—. Sabe que no sobrevivo solo y tuvo piedad de mí.

—¿Es un jefe exigente? —inquiere el chico con el micrófono en dirección a ella.

—Eh… no, es muy buen jefe —contesta Brenda con un tono dulce.

«Dulce», otra vez esa palabra.

Me despido del reportero y conduzco a Brenda hacia el interior del teatro donde se realizará el estreno de la película. Los actores ya deben encontrarse adentro.

Es una película de terror nacional. Ha recibido buenas críticas en festivales alrededor del mundo.

—Dios mío, todo esto es increíble —dice Brenda cuando entramos a la sala y le señalo nuestros asientos asignados justo a la mitad del lugar, tenemos excelente vista.




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