Una trampa para el insoportable

Capítulo 10. Improvisación

Brenda

*

La entrevista será en otro estudio de televisión; uno pequeño que suelen destinar a entrevistas similares, pues la escenografía semeja la de una casa acogedora.

Ya esperan por él; de inmediato es rodeado por los asistentes de producción que se apresuran a colocarle el micrófono y el auricular inalámbrico. Me rezago un poco para dar espacio a los demás. Pronto se aproxima su padre, el productor, e intercambian algunas palabras que parecen meramente profesionales.

Por primera vez me percato de algo. Thiago y su padre suelen ser muy profesionales, nunca los he visto en una plática casual. Es asombroso su profesionalismo o tienen una relación complicada, es difícil saber. Aunque luego de asignarle esta entrevista a su hijo, no sé qué pensar. Ningún padre querría que relacionen a su hijo con un abusador.

Gabriel ya se encuentra sentado en el mullido sofá marrón del plató. Thiago está por acercarse, pero me dirige una última mirada y trato de calmarlo con una sonrisa; no sé si lo consigo.

Mi jefe respira hondo, sacude un poco los hombros y entra al plató. Toma asiento en el otro sillón y responde algo que Gabriel ha preguntado.

Thiago está muy tenso. No se le nota confiado y autoritario, sino que es palpable la incomodidad que lo embarga. Ya ha memorizado las preguntas, no quiso practicar conmigo, pero me dijo que las aprendió por la noche.

—Al aire en treinta —avisa el jefe de piso.

No veo al padre de Thiago por ninguna parte, probablemente se ha marchado a la cabina de producción.

Gabriel está riendo por algo que acaba de leer en el celular, lo enseña a Thiago, pero mi jefe sólo esboza una sonrisa incómoda; todo en él grita «incomodidad».

—Diez, nueve, ocho, siete, seis… —dice en voz alta el jefe de piso, aunque es innecesario. Todos los que tienen el auricular deben escuchar el conteo regresivo de la cabina—, cinco, cuatro, tres, dos, uno.

El silencio brota del suelo y noto una transformación sorprendente en Thiago. Ha pasado de ser un chico a punto de empezar a transpirar por los nervios al petulante Thiago que se despidió con saludo de Miss Universo cuando intentaron golpearlo, de nuevo.

La bienvenida fluye con sonrisas amables y bromas simples. Nada sorprendente. Sin embargo, me basta echar un vistazo rápido a las redes sociales para encontrar los primeros comentarios desagradables.

«Claro. Un insoportable entrevistando a un abusador», dice en una red social.

Thiago no es un insoportable. Él… es diferente conmigo.

—¿Cómo estás? —pregunta Thiago dando inicio a la entrevista.

—Bien, muy bien, gracias.

—Pero me refiero a cómo estás realmente después de haber sido acusado de abuso sexual, ¿cómo es tu vida ahora?

Gabriel suelta un profundo suspiro, se frota la barba incipiente y pone cara de perrito bajo la lluvia.

—Es difícil, es muy difícil… La gente se queda con la idea de que eres un abusador y, aunque la autoridad demuestre tu inocencia, te siguen etiquetando así, como un abusador.

—Entonces… ¿todo ha sido mentira?

—Sí, una vil mentira —contesta Gabriel con tono firme—. No comprendo los motivos de estas señoritas para dañarme, pero soy totalmente inocente y las autoridades lo han comprobado.

Thiago desvía un momento la mirada hacia la cámara y asiente.

—¿Consideras que es el problema de siempre creer en la víctima?

—Por supuesto —responde el actor y agrega—: Y no me malinterpretes, claro que hay víctimas, claro que muchos se aprovechan de las mujeres, pero no he sido yo…

»Es el problema de ahora, ¿por qué creen en las víctimas sin cuestionarlas? ¿no podrían simplemente estar buscando sus cinco minutos de fama cuando sus carreras se han quedado en el olvido?

La ira despierta en mis entrañas, ¿cómo se atreve?

—Es lo que piensas que han hecho ellas, ¿usarte para reavivar su carrera?

—Claro que sí… ¿Me acosté con ellas? Claro que sí, pero fue consensuado. Nunca me aprovecharía de una mujer, provengo de una, no comprendo ese nivel de maldad que poseen algunas mujeres para intentar acabar con la reputación de un buen hombre.

Pongo los ojos en blanco, ¿buen hombre? Todos en el medio sabemos exactamente el tipo de hombre que es. Las acusaciones de seis mujeres debieron ser suficientes para detenerlo, pero ha comprado a las autoridades y no es un simple chisme, se ha jactado de hacerlo en fiestas y reuniones.

Todos lo sabemos.

Thiago lo sabe.

La entrevista transcurre con Gabriel desacreditando a las chicas que tuvieron el valor de hablar. No soy la única, basta con mirar hacia los lados para descubrir que otras mujeres están tan indignadas como yo.

No sé cuánto tiempo falta, debe ser poco y deseo que pronto termine esta tortura. Quiero ir a un lugar solitario a hacer una rabieta porque la sociedad permite que hombres como Gabriel se salgan con la suya.

Thiago comienza a despedirse. Gabriel comenta la obra de teatro en la que está trabajando y que pronto se estrenará, pero de forma abrupta Thiago lo interrumpe.

—Es un poco extraño que seis mujeres coincidan con tanta precisión sobre el método que utilizaste para hacerlas beber alcohol y abusar de ellas…

Todos los presentes contenemos el aire al mismo tiempo, juro que escucho cómo inhalamos y retenemos el oxígeno en los pulmones.

¡No puedo creerlo!

Gabriel queda pálido. Podría estar maquillado como payaso y seguiría pareciendo una hoja de papel en blanco.

—¿Perdón…?

—Oh, disculpa, ¿cómo es…? —Thiago finge pensar en sus palabras—. ¡Ah, sí! Supuestamente abusaste de ellas, así se dice, ¿no?




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