Después de su desayuno y la habitual sesión de "terapia felina" con Sombra, Cristiam se dirigió a la Terminal Central de Tránsito. Su trabajo como arquitecto de paisajes virtuales lo llevaba a menudo a diferentes sectores de Neo-Telosa, supervisando la implementación de sus diseños o buscando inspiración en las nuevas proyecciones urbanas. Hoy, su destino era el Sector Jardín, donde un nuevo proyecto de "bosque lumínico" esperaba su aprobación final.
Mientras esperaba su cápsula de tránsito rápido, la Terminal burbujeaba con la energía habitual. Hologramas publicitarios flotaban en el aire, ofreciendo desde viajes interplanetarios hasta los últimos implantes de mejora cognitiva. La gente, en su mayoría hermafroditas con la misma ambigüedad elegante que Cristiam, se movía con eficiencia, sus dispositivos de comunicación parpadeando en sus muñecas o flotando discretamente junto a sus oídos.
Cristiam encontró un asiento en una de las bancadas de levitación, inmerso en la revisión de los planos de su bosque lumínico. Las texturas de los árboles sintéticos, los patrones de luz que simularían el movimiento de las hojas con el viento, la paleta de colores que cambiaría con las "estaciones" virtuales... era un universo que él construía con pasión y precisión. Era un mundo donde podía controlar cada detalle, a diferencia de la caótica, aunque fascinante, realidad biológica.
De repente, una voz interrumpió su concentración.
—Disculpa, ¿es este el camino al Sector Jardín? Mi navegador parece estar teniendo un día particularmente rebelde.
Cristiam levantó la vista. Frente a él estaba una persona de apariencia similar a la suya, quizás un poco más joven, con el cabello de un vibrante tono rojizo que contrastaba con el uniforme grisáceo de la Autoridad de Conservación Biológica. Sus ojos, de un color ámbar inusual, brillaban con una mezcla de frustración y un encanto despreocupado.
—Sí, es el andén correcto —respondió Cristiam, señalando la pantalla de información que confirmaba el destino—. La cápsula debería llegar en unos cinco minutos.
—¡Oh, gracias a los creadores! —exclamó la persona, dejando caer un suspiro de alivio—. Soy Ariel. Y mi cerebro, aparentemente, ha decidido tomarse el día libre.
—Cristiam —se presentó, ofreciendo una pequeña sonrisa. Le gustó la espontaneidad de Ariel, una cualidad que a menudo se perdía en la eficiencia programada de Neo-Telosa.
Ariel se sentó en el espacio vacío junto a Cristiam, su presencia llenando el aire con una energía diferente.
—¿Vas al Sector Jardín también? ¿Por trabajo o por placer? Siempre me ha parecido un lugar un poco... estéril, a pesar de su nombre. Demasiada perfección sintética para mi gusto.
Cristiam se encogió de hombros, con una pizca de diversión en sus ojos.
—Por trabajo. Soy el arquitecto de paisajes virtuales que diseñó el nuevo bosque lumínico. Y sí, entiendo lo que dices. A veces, la perfección puede ser un poco... aburrida. Pero tiene su encanto, ¿no crees? Es un intento de replicar la belleza natural sin el caos de la naturaleza real.
Ariel emitió un sonido que era mitad risa, mitad resoplido.
—Ah, entonces tú eres el responsable de tanta belleza artificial. Interesante. Yo trabajo en la Autoridad de Conservación Biológica. Mi trabajo es, irónicamente, intentar preservar lo poco que queda de la "naturaleza real" en este planeta, y educar a la gente sobre la importancia de la biodiversidad. Digamos que soy el contrapunto a tu perfección sintética.
Cristiam sintió una punzada de curiosidad. Un conservacionista biológico, justo él, que pasaba sus días creando ecosistemas que no requerían mantenimiento ni se marchitaban.
—Eso suena... desafiante —comentó Cristiam, con una honestidad inusual.
—Lo es —confirmó Ariel, su mirada ámbar ahora fija en Cristiam—. Es como intentar convencer a la gente de que la suciedad es hermosa cuando todos están obsesionados con la esterilidad. Y hablando de esterilidad... —Ariel hizo una pausa, su mirada se detuvo brevemente en la muñeca de Cristiam, donde el recordatorio de la Oficina de Planificación Demográfica había desaparecido, pero su eco aún resonaba en la mente de Cristiam—. No es por entrometerme, pero vi la notificación en tu interfaz. ¿También estás en la edad de "co-crear"?
Cristiam sintió un ligero rubor. Era una pregunta común en su sociedad, pero la forma en que Ariel la formuló, con esa mezcla de curiosidad y una pizca de ironía, la hizo sentir más personal.
—Sí —admitió Cristiam, con una sonrisa forzada—. Es... un tema.
Ariel asintió, una expresión de comprensión en su rostro.
—Lo entiendo. La presión social puede ser un verdadero dolor de cabeza, ¿verdad? Especialmente cuando lo único que quieres es disfrutar de tus propios diseños lumínicos y la compañía de un gato.
La cápsula de tránsito llegó entonces, deslizándose suavemente hacia el andén. La conversación de Cristiam con Ariel había sido breve, pero había tocado una fibra sensible. Era la primera vez que alguien, aparte de Sombra, parecía entender su reticencia sin juzgarlo.