La cápsula de tránsito se deslizó silenciosamente por los túneles traslúcidos de Neo-Telosa, ofreciendo vistas panorámicas de la ciudad. Los edificios se alzaban como esculturas gigantes de cristal y metal, interconectados por puentes aéreos y cintas transportadoras. Ariel, con las piernas cruzadas y una expresión pensativa, rompió el silencio.
—Así que, Cristiam, ¿es la presión social lo que te frena, o hay algo más profundo en tu reticencia a... ya sabes, continuar la línea?
Cristiam se permitió un momento para considerar la pregunta. La franqueza de Ariel era refrescante, casi audaz, en una sociedad que a menudo prefería la sutileza.
—Es una combinación de factores, supongo —comenzó Cristiam, mirando las luces que pasaban a toda velocidad—. Por un lado, sí, la presión social es inmensa. Todos mis compañeros de ciclo, o la mayoría, ya han pasado por el proceso. Mis padres, por supuesto, insisten en que "es el siguiente paso natural". Pero la verdad es que... estoy muy cómodo con mi vida tal como es. Disfruto de mi trabajo, de mis momentos de ocio, de las conversaciones con mi gato Sombra. No quiero más responsabilidades de las que ya tengo.
Ariel asintió, su mirada fija en el paisaje urbano que se desplegaba ante ellos.
—Entiendo perfectamente. Es como si la sociedad tuviera un manual de instrucciones para la vida, y si te desvías un poco, ya eres el bicho raro. En mi línea de trabajo, es similar. Intento convencer a la gente de que un ecosistema natural, con su aparente desorden y sus imperfecciones, es más valioso que un parque perfectamente manicurado y sintético. La gente prefiere la comodidad y el control.
—Y un hijo es el epítome de la falta de control, ¿no? —Cristiam soltó una risa irónica, que sonó un poco hueca incluso para sus propios oídos—. Es una vida que depende completamente de ti, que cambia tu existencia de formas impredecibles. Y yo... no estoy seguro de querer eso. No estoy seguro de ser capaz de ello.
Ariel se volvió para mirarlo, sus ojos ámbar brillando con una comprensión que sorprendió a Cristiam.
—O quizás no estás seguro de querer sacrificar tu propia vida por la de otro. Es algo que pocos admiten en voz alta, pero es una verdad brutal. La co-creación es un acto de altruismo supremo, y no todos están hechos para ello. Algunos prefieren el egoísmo de la libertad individual, y no hay nada inherentemente malo en eso. La sociedad nos dice que hay que perpetuar la especie, pero ¿a qué costo personal?
Las palabras de Ariel resonaron en Cristiam. Era la primera vez que alguien articulaba sus miedos y deseos más profundos de una manera tan cruda y honesta.
—¿Y tú, Ariel? —preguntó Cristiam, sintiendo una nueva curiosidad por su compañero de viaje—. ¿Has "continuado la línea"?
Ariel sonrió, un gesto que no alcanzó sus ojos.
—Mi trabajo es asegurar que haya un planeta habitable para las futuras generaciones, no necesariamente crearlas yo mismo. Además, mis intereses son un poco... diferentes. Paso la mayor parte de mi tiempo explorando las zonas salvajes que aún quedan, estudiando las especies que sobreviven. Es un trabajo solitario, pero gratificante. No creo que la vida parental se adapte a mi temperamento.
Una extraña sensación de alivio recorrió a Cristiam. No estaba solo. Había otra persona, tan inteligente y extrovertida como él, que compartía sus reservas sobre el camino "natural" de la vida.
—Entonces, ¿no crees que sea una obligación? —preguntó Cristiam, casi con un hilo de esperanza en su voz.
Ariel se encogió de hombros.
—La "obligación" es una construcción social, Cristiam. Lo que es natural para una especie es sobrevivir y prosperar. Pero la forma en que cada individuo contribuye a eso es personal. Algunos lo hacen creando nuevas vidas, otros lo hacen protegiendo las existentes, o innovando, o simplemente viviendo una vida plena que inspira a otros. ¿Quién puede decir cuál es la contribución más valiosa?
La cápsula comenzó a desacelerar, anunciando su llegada al Sector Jardín. Cristiam se dio cuenta de que habían llegado a su destino. El tiempo había pasado volando.
—Ha sido una conversación... esclarecedora, Ariel —dijo Cristiam, sintiendo una conexión inesperada con esta persona que acababa de conocer.
Ariel le dedicó una sonrisa genuina esta vez.
—Lo mismo digo, Cristiam. Quizás la próxima vez que te encuentres con un recordatorio de la Oficina de Planificación Demográfica, puedas recordar que hay más de una forma de contribuir a la continuidad de la especie. Y que la soledad de tu decisión es, en realidad, una elección compartida por más de los que admiten.
Ambos bajaron de la cápsula, el aire del Sector Jardín era fresco y ligeramente húmedo, impregnado con el aroma de las plantas sintéticas. Cristiam se despidió de Ariel, que se dirigió hacia una sección más "silvestre" del sector, mientras él se dirigía hacia su bosque lumínico. Pero las palabras de Ariel se quedaron con él, resonando en su mente mucho después de que se perdieran de vista. La idea de que su "egoísmo" era, en realidad, una elección válida, y que no estaba solo en ella, era un pensamiento que había comenzado a germinar.