VANE
Cada vez que pensamos en nuestra vida, nos concentramos en las cosas que no tenemos en lugar de ahondar en lo que sí tenemos o tenemos la capacidad de adquirir.
No nos detenemos a pensar en la familia que nos tocó, en esos seres que están cerca todos los días durante nuestra infancia, y más adelante en la vida están ahí para cuando necesitemos algo.
La historia de Don Saúl es algo tortuosa y distinta a las que tantas veces hemos escuchado. Es una mezcla entre desgracia y esperanza.
Hay veces que el destino juega con nosotros, y otras en que nosotros podemos jugar con él, lo difícil es saber cuál es la situación, especialmente a sabiendas de que la línea es tan delgada que es casi imposible determinar dónde está.
Cuesta mucho diferenciar la línea en donde el destino está en nuestras manos, y donde estamos a su disposición. Está en cada quien descubrirlo…
Esta es la historia de Don Saúl, un hombre siempre inmerso en un trabajo que le ha generado millones y millones de dólares a través de los años, pero en su mirada se podía percibir que algo faltaba, y ni la cantidad más grande de dinero puede llenar un vacío en el alma.
Eran las ocho de la mañana de un lunes cualquiera, por la ventana inmensa de la sala, se podía ver a lo lejos un gran mar tranquilo, aderezado con sus aves, niños jugando, madres poniéndose ellas y a sus niños bronceador y pensando en lo que harían de almuerzo para sus respectivas familias.
Mientras tanto Don Saúl se alistaba para irse a su trabajo, el cual para los habitantes de esta pequeña localidad costera había salido de la nada, siendo la salvación del pueblo, un pueblo que hubiese muerto lentamente de no haber sido por este señor.
Don Saúl llegó un día de verano y compró al gobierno dos propiedades bastante grandes, dos terrenos que para la mayoría de las personas no valían nada, por estar en un lugar lejano y poco apetecido para inversionistas, constructores, y urbanizadores.
Una de estas propiedades estaba en las montañas, cobijada por tantos árboles y vegetación, que pareciera que la protegen como una madre a su hijo y la otra en el puerto, en un lugar donde los peces prácticamente andaban por en medio de los pies. Nadie sabe que era de este imponente caballero antes de “caer del cielo” y traer prosperidad a este pueblito, que antes vivía de pocos cultivos, y de la manufactura de recuerdos para los pocos visitantes que aparecían de vez en vez.
Este señor trajo cientos de trabajadores y contrató gente del pueblo para construir una vasta reserva de vida marina, construyó toda una compleja red de túneles submarinos segmentados en tramos de veinticinco metros, equipados cada uno con tecnología para funcionar como cápsulas de escape en caso de emergencia, abarcaban cientos de metros sobre el lecho oceánico hasta interconectarse en un domo submarino de gran tamaño, de forma que los visitantes caminando podían apreciar la vida en el mar sin afectar el ambiente, tanques de contención desde donde se podía ver los peces interactuar con el medio ambiente sin ponerlos en riesgo o confinarlos a “piscinas grandes”, este era un negocio por demás productivo, sin mencionar los souvenirs, muñecos y demás.
Este lugar era algo fascinante, unas compuertas gigantes se habían construido para cerrar completamente el lugar en caso de emergencias como temporales o huracanes, eran una maravilla de la tecnología, estas compuertas tenían dimensiones nunca antes vistas, se trajo a los más importantes ingenieros del mundo para lograr estas maravillas de la ingeniería, sumadas a algunas compuertas sectoriales, ventanales, vastos miradores, y todos los diferentes componentes, que al cerrarse, sellaban el lugar para mantener la reserva, visitantes y habitantes del lugar a salvo.
También, había construido la marina, un par de islas artificiales y el muelle, en fin, había arreglado la entrada desde el mar para aquellos visitantes que querían conocer este maravilloso lugar que antes era simplemente otro pedazo de tierra.
Por otro lado, se crearon entradas pavimentadas desde tierra, estos caminos se extendían por kilómetros entre la selva para brindar una entrada segura a la gente que quería disfrutar la selva también.
Pero aquel hombre nunca se había dado tiempo de conocer a sus empleados, o de saber exactamente qué pasaba con la vida de aquellos quienes lo rodeaban. Solamente uno de sus empleados había podido ver a aquel gran hombre mirar al cielo como si estuviese esperando una respuesta desde más allá de este mundo, este era Pedro uno de sus ayudantes administrativos, para él, el resto de los trabajadores, y el pueblo, inclusive para los visitantes, este señor era un completo misterio antes de llegar a este lugar al que ahora llaman “Paraíso”.
Este señor de mediana altura y contextura, pasaba los días metido en su oficina entre papeles, órdenes de compra para los alimentos de los peces, equipos de mantenimiento, víveres para el personal, planillas y demás necesidades de una empresa como esta, y al caer la noche, se iba a su casa a dormir, solamente para esperar un nuevo día y repetir su faena.
Paraíso era un lugar rodeado de selva casi virgen, solo tenía dos entradas entre la espesura, pero su mayor afluencia venía de las aguas claras y profundas que daban vida a este maravilloso lugar.
En este pedacito de cielo, este gran hombre inicio una nueva vida básicamente de la nada, como un fantasma sin pasado.
En un día nublado y frio como nunca antes se había visto en estas regiones, un barco lleno de turistas entró a puerto, y desde lo lejos Don Saúl veía como uno a uno iban bajando turistas y tripulantes del barco y visitando las tiendas, pero de entre todas esas personas, hubo una mujer que le llamó tanto la atención a Don Saúl que inmediatamente salió corriendo, su mirada estaba fija en un lugar y tiempo muy lejano, pero al mismo tiempo en aquella mujer, sus pensamientos retrocedieron muchos años y su corazón latía como nunca antes… tras tomarla de los hombros, gentilmente le hizo dar vuelta…
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Editado: 17.11.2025