¡vecina, ¿quiere ser mi Mamá?!

Capítulo 2.

☆゜・゜ AURORA゜・゜★

—Doctora Ricci, es oficial, tu traslado al Hospital Militar de Bronce está hecho. —sonreí ampliamente al escuchar aquello.

Trabajaba como pediatra en una clínica un poco conocida de una ciudad pequeña, mi trabajo era considerado como el mejor de la ciudad, pero al ser tan pocos habitantes, no tenía mucho que hacer en aquel lugar.

Fue gracias a Jess, mi mejor amiga, quien me ayudó a hacer todos los papeles necesarios para ingresar al Hospital Militar, pues su esposo era agente jubilado y tenía muchos contactos.

Un año completo tardó mi solicitud en ser tomada en cuenta, pero ahora, ya era un hecho y solo me quedaba contar los pocos días que faltaban para viajar e instalarme en aquel lugar. La paga era buena, pero lo que más me gustaba de todo el cambio, era poder tener mi propio consultorio y pacientes, eso era mucho mejor. 

Como cereza del pastel, el Hospital Militar de Bronce contaba con la mejor clínica de fertilidad del país, lo que significaba que podía llevar a cabo mi deseoso plan de ser madre. A mis treinta y cinco años el tren me estaba dejando y tener una pareja no había sido algo muy beneficioso para mi. Cada relación que iniciaba terminaba de forma abrupta y mal, tal vez era yo, tal vez eran ellos, pero ninguna pareja sentimental duraba en mi vida y mis ganas de ser madre aumentaban conforme pasaban los años y la fecha límite se acercaba, lo mejor que podía hacer era intentarlo sola.

«Seré una excelente madre, con un hombre al lado o sola»  pensé sonriente, solo necesitaba hacer las pruebas de fertilidad y tenía ahorros suficientes para intentarlo tres veces.

—Esas son excelentes noticias Jess. ¡Qué felicidad! —salte en mi lugar emocionada.

—Eso no es nada —sacó un sobre de su bolso y se abanico con él.

—¿Acaso hay algo mejor que eso?

—Al ser familiar de un militar retirado, bueno, familiar lejano, porque dije que eras mi prima, —se miró las uñas restando importancia haciendo que negara con la cabeza. —tendrás un apartamento completamente amueblado para ti sola y lo mejor de todo…

—¿Qué?

—¡Sin pagar nada! —Ambas gritamos y nos abrazamos celebrando mi nuevo ascenso.

—Tenemos que celebrar, y obvio, debo agradecerle a George, sin él esto no sería posible.

—Nada de eso bella, él solo te recomendó, la verdad es que, yo tomé algunos de tus trabajos y tu tesis de grado y las presenté al comité médico que llevaba el caso.

—¿Hiciste eso por mi? —pregunté incrédula.

—Por supuesto, se lo mucho que significa esto para ti, no podía dejar pasar ninguna oportunidad de ayudarte. Cuando George me contó que comité médico tomó tu caso averigüe sobre ellos y ya sabes el resto de la historia. —la abrace con fuerza, tenía una amiga que valía oro.

—Gracias Jess, en serio, muchas gracias.

—No es nada amiga, ya sabes, si una brilla, la otra también —saco un gafete de su bolso y me lo extendió, quedé sorprendida al ver lo que decía.

—¿Es enserio? —pregunté viendo su nombre en un carnet del mismo lugar al que yo iba.

—Si amiga, nos vamos —gritamos nuevamente de felicidad, no trabajaría sola, Jess sería la recepcionista de la doctora Ricci, mi recepcionista.

—Juntas hasta la muerte.

—Como debe ser amiga, como debe ser.

No tardamos mucho en volver a nuestros respectivos apartamentos. En cuanto entré al lugar busque mis maletas y un par de cajas y empecé a empacar todas mis cosas, no había tiempo que perder, no importaba si mi vacante se abría ya o en un mes, me iba a ir al día siguiente, quería conocer todo el lugar, adaptarme a la nueva zona y demás.

Dormí plácidamente, estaba tan feliz con mi nuevo futuro que soñé con una pequeña a mi lado, preparando galletas y postres, jugando con un hermoso perro y corriendo en el parque. Lo que más curiosidad me causó fue aquel hombre que se encontraba con nosotras, no pude ver su rostro, pero si el tatuaje en su brazo cuando me abrazaba por la espalda y me susurraba un te amo, los dos acostados en el pasto, yo sobre su pecho dejando que sus manos acariciaban suavemente mi espalda mientras veíamos a la pequeña jugar.

El sueño fue tan real que cuando desperté lo busqué por toda la cama, pero la realidad me golpeó muy rápido. Sonriente e imaginando que aquel sueño se haría realidad tomé un baño rápido y empecé a empacar las cosas en el auto, el viaje era de dos horas.

—¿Lista para viajar? —Jess llegó al parqueadero con George, ambos venían listos para viajar conmigo.

—Deja tu auto Aurora, viajaremos en la casa rodante, y mi primo Jair llevará tu auto mañana.—comentó George bajando las maletas y cajas de mi auto.

—¿Estás seguro? Prefiero viajar tras de ustedes.

—De eso nada amiga, viajaremos en la casa, bien cómodas mientras Georgi conduce.

—Está bien, —respondí resignada mientras me dejaba guiar por ella al interior de su casa rodante.

Viajamos en medio de risas y chismes, Jess me conto todo lo que sabia del lugar, el Hospital contaba con un gran centro de rehabilitacion para militares que habian sufrido alguna perdida ya fuera emocional o fisica, y priorizaba mucho el cuidado de los niños.




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