En este mes viví algo que hacía mucho no sentía, estar con mis abuelos es tener la calidad de una familia, a pesar que ellos no lo sean, lo son para mí.
El ambiente aquí en ella aeropuerto es un poco agridulce. Por un lado ves a personas sumamente felices por el hecho de recibir a alguien que aman, y que ha estado mucho tiempo o poco tiempo lejos de aquí. Y del otro, a personas como nosotros, que despiden a alguien para verle hasta después, si la vida lo permite.
Suspiro después de que veo a mi abuela y abuelo charlar un poco con mi padre, aún sobra tiempo.
Mi madre le sonríe a mi abuela. —Nos veremos pronto. Ese plan para las fiestas de fin de año, me súper encanta—hace una mueca.
Papá le escucha, y como que por algún momento olvida quienes somos. Pues su rostro sorpresivo es evidente en él.
Mi abuelo Ryan sonríe. —Debemos esforzarnos para que se haga realidad—toma la mano de ella. —Muchas gracias por todo, Micaela. Eres muy linda. Esperamos mirarte pronto, pero esta vez, en nuestro país. Toda nuestra familia estará contenta de conocerte—agrega ella.
Mi abuela se acerca y le regala un abrazo a mi madre. —Aunque llegamos de manera sorpresiva, nos recibiste súper bien. Y agradecemos esa muestra—voltea a ver a mi papá. —Hacia mucho que no le veía tan feliz, eso lo es todo para nosotros. Son una linda familia, y reitero. Estaremos encantando de recibirlos allá—exclama cuando ambas están abrazadas.
Papá tenía mucho que no veía a sus padres, su seriedad y semblante distinto, hace notar que está triste, a pesar que no había convivido con ellos en los últimos años.
Mi abuelo se acerca y hace una mueca tierna cuando me observa y sostiene ambas manos. —Eres igual de linda que tu madre, Andrea. Espero verte pronto por allá eh—me lanza una mirada de lado.
Asiento. —Quizás las fiestas de diciembre las pasemos allá. Será agradable conocer a mi familia—respondo con una voz suave.
—La pasé muy bien aquí. Charlar contigo y pasar tiempo de calidad a tu lado, fue agradable. Conocerte fue lindo, y el amor que sientes por tu padre, nos encanta—se acerca para abrazarme previo a que su vuelo esté por despegar.
Exhalo aire. —Te quiero, abuelo—murmuró a su oído.
—Yo igual, pequeña. Recuerda, siempre serás bienvenida en nuestro hogar. Y sí tienes algún problema, puedes llamarnos—guiña el ojo cuando se aparta.
El rostro de mi abuela se ilumina y al mismo tiempo extiende sus brazos hacia mí. —Adiós chica hermosa—se lanza sobre mí y me abraza con calidez. —Fue un placer conocerte, no puedo creer que tu padre nos ocultará algo como esto. Pero conocerte, fue fantástico. Y recuerda eh, confía en tu corazón en tu futura relación—susurra eso último en mi oído antes de apartarse, no sin antes apretarme con cariño, sabe que no nos miramos en un tiempo.
Comienzo a reír. —Ya les avisaré como concluye esa relación extraña—levantó mis hombros. —Los quiero mucho, espero verles pronto—sentenció cuando me ella se retirara y toma su mochila pequeña.
Ambos se despiden antes de ingresar por la puerta camino al avión. Doy algunos pasos y me coloco al lado de mi padre, él cariño me envuelve con su brazo y me apega a él.
Vemos cuando la imagen de ellos dos se pierde al cruzar esa puerta.
—Fue lindo verles de nuevo—exclama con cierta nostalgia.
Giro un poco mi cabeza para verle. —Me alegro de haberles conocido—aseguro.
Llevo puesto un audífono mientras observo por la ventana del auto, la charla amena entre mamá y papá me relaja. Está centrada en los abuelos y un poco de ellos, sobre el pasado.
Por un momento cruza por mi mente imágenes de lo vivido con ellos, al igual que esas charlas nocturnas y consejos que fueron lo mejor que pude recibir de ambos.
Atravesamos esas puertas de cristal, de inmediato un aroma llega a nuestras narices y es una clara señal que estamos en un lugar que nos encanta. Nuestro restaurante de comida favorita.
—Sí, ese día me escapé de casa y mamá fue a búscame en el auto a casa de mi amigo—rememora papá mientras sonríe y baja su mirada, con una pizca de vergüenza. —A veces sí me pasaba...
Mi madre le observa atenta a lo que cuenta, casi no le interrumpe a lo que él cuenta.
—Creo que cuando somos adolescentes solemos cosas así—contesto yo.
Mi madre suelta la carcajada. —Exclamó la chic adolescente, escúchenle a la voz de la experiencia—responde entre risas.
Papá me ve con una sonrisa. —Tienes toda la razón. Esa vez yo me salí de casa porque mi amigo tenía visita de unos de sus primos traía un videojuego y con ello un juego exclusivo, era difícil de conseguir, por ello quería estar ahí. La pasé bien—refleja placer al recordar esos momentos.
Mi madre le observa con ternura. —¿Valió la pena el castigo?—inquiere.
Papá gira para verle. —Valió cada maldito segundo—y continúa comiendo muy feliz.
Me alegra que durante la cena se mostró feliz y tranquilo de recordar su pasado, la tristeza por la despedida de sus padres, disminuyó notablemente.
...
Lanzó un suspiro al aire mientras tengo mis pies elevados con ayuda de la pared, mientras mi cabeza está observando al techo y con la luz casi apagada.
Thalía: ¿Entonces tus abuelos se fueron hoy? Cuando hablé con ellos, aunque fue poco, me parecieron muy agradables.
Andrea: Lo son. En el aeropuerto papá se notó de inmediato triste, tenía tiempo que ni les veía. Pero según los planes...
Me detengo un poco al hablar, percatándome de lo pérdida que estoy por como hablo del futuro, como sí nada fuese a cambiar.
Thalía: ¿Ajá? Aquí sigo jaja.
Andrea: Lo siento jaja. Me perdí en mis pensamientos. Te decía que los planes son pasar navidad o año nuevo en Canadá. Mi madre la agrado la idea de recibir el año en Canadá, creo que será una experiencia agradable.