Ventus: Buscando mi Historia

Familia y amigos

“A veces, no se trata solo de saber quiénes somos, sino de quiénes están con nosotros cuando decidimos averiguarlo.”

Esta parte es muy importante y puede que me haya vuelto muy molesta con esto. Pero cuando digo que esto es lo más importante, lo es de verdad.

Tener un soporte emocional, un apoyo… quitando de lado, pero no haciendo de menos —no quiero que se malinterprete— el apoyo que te da la fundación.

Pero para este tipo de procesos es importante la compañía y la gente muy cercana… Por mi experiencia, esto yo lo hablé con mis padres y mi hermano, aunque más que comentarle a él fue más con mis padres, porque en una de las conversaciones que tuvimos con la abogada que llevaba todo esto, me dijo que ellos también debían estar informados. Además, ellos también deben dar su autorización. Cuando me dijo eso, quedé bastante confundida, y más porque en el caso chileno ya soy “mayor de edad” y legalmente puedo hacer cosas sin la autorización de mis padres. Entonces se me hacía raro, porque yo había realizado todo el papeleo y mi parte, pero faltaban ellos…

Fue allí cuando me dijo: tus padres adoptantes tienen que autorizar el conocimiento, ya que ellos también están involucrados como terceros.

Pero volviendo al tema de las personas de confianza o apoyo, yo con los primeros que hablé fue con mis padres y hermano, en conversaciones aleatorias que salían y donde yo mostraba interés. También en conversaciones con mi mamá le hacía preguntas y le comentaba la curiosidad de tener más familia o hermanos, ya que siempre me hizo ilusión tener un hermano. En este caso, quería una hermana, pero por otro lado, algo que siempre estuvo presente era el querer agradecer a la señora que me dio las oportunidades y me dejó en una familia buena y llena de amor. Quienes me cuidaron y me dieron la mejor educación y herramientas dentro de lo posible. Y voy a asegurar que nunca tuve una mala infancia, de hecho, todo lo contrario. Aunque yo de por sí era tranquila, tenía los típicos berrinches o mañas con la comida, que quería el juguete o algún dulce. Lo típico de una niña pequeña de tres a cinco años.

La segunda persona en enterarse fue mi hermano mayor, con quien tengo una diferencia de siete años. Aunque al principio no quería que supiera, igual me animé a decirle. Siempre me hacía preguntas, eso de igual manera me gusta, porque al final a ambos nos une ese lazo de pasado común. Ambos compartimos una historia desconocida, pero conocemos nuestra realidad. Aunque él no lo diga, sé que le cuesta aceptarlo, y más cuando aún no se anima a realizar este proceso. Y de igual manera lo entiendo…

¿A quién no le daría miedo conocer su historia, aunque a ambos nos recibieron desde bebés?

Hasta ese momento solo ellos sabían. No lo sabían mis tías y otros familiares, pero sí les conté a cuatro de mis amigos más cercanos, quienes considero muy importantes para mí.

Los primeros los conocí en el colegio, cuando estaba en tercero básico, en un colegio religioso. Ella era más grande que yo y me acuerdo que nos apadrinaron y nos cuidaban. Ella siempre se nos unía, aunque iba en media. Ella conoció a un chico con quien actualmente se casó y tiene dos pequeños niños hermosos, a quienes aún no tengo la posibilidad de conocer, pero los he visto por videollamadas. Ella vivía en Chile, pero justo antes de lo que conocemos como la pandemia, se fue con él a España, donde viven ahora. Solo hablamos por mensajes. Su pareja es mi segundo mejor amigo, quien me lo presentó cuando iba en cuarto básico. El español, con quien al principio tuvimos una relación de odio por envidia —ya que él tenía celos de mí por la atención de su pareja—, se volvió un gran apoyo cuando estuve muy mal en una época. Se volvió no solo mi amigo, se volvió un hermano…

Hablando de hermanos, se encuentra el hermano de él, quien tiene mi misma edad y con quien hablo casi siempre. Puedo decir que somos tan parecidos, pero a la vez tan diferentes. Él estudia en Estados Unidos y me da apoyo y ánimos en la distancia. Me apoya de una manera especial, con gestos, bromas, palabras… y me ayuda a distraerme cuando me siento mal. Es algo que le agradezco profundamente.

Por último, mi amiga, mi hermana y parte importante de mi familia. Aunque no hablamos debido al tiempo, puedo decir que los más de diez/once años que la conozco, sé que está allí cuando la necesito. Ha estado en mis mejores y peores momentos. Me conoce mejor que nadie, aunque pasen los años. Y estoy feliz de tenerla.

Ahora diré por qué no les he contado a la familia por parte materna o paterna…

Por el lado paterno no somos muy cercanos. Actualmente solo queda vivo mi papá. No conocí a mis abuelos por su lado, ya que murieron antes de que yo naciera. Mi padre tenía dos hermanas y en la actualidad solo queda él. Mi tía falleció mucho antes de poder iniciar este proceso. Era a la tía con la que tenía un gran vínculo, ya que ella me cuidó varias veces y siempre jugábamos. Me daba muy buenos consejos, y varios de ellos los trato de poner en práctica. Por otro lado, está la otra tía que nunca conocí. Para mí su nombre es conocido, y también por fotos, pero no llegué a conocerla porque fue víctima de violencia. Su marido murió después que ella.

Ahora, sobre mis primas: mi tía más cercana tenía una hija, quien es mi prima cercana y siempre me cuidaba. Jugábamos, veíamos películas… Por otro lado, mi tía que falleció tenía dos hijas: una de ellas la conozco por fotos, o rara vez la veo. La otra es una prima que conocí cuando pequeña pero desapareció y nunca más la vi. Nunca tuve una relación cercana con ella. Y sin contar a mi hermano, solo somos nosotros cuatro primos y la hija de una de ellas. A ellos los veo una vez cada cuatro o tres años, quizás pasen dos, pero puedo decir que es casi nunca. Aun así, cuando uno los ve, es como si los viera todos los días. Es un encanto: puras risas y alegrías. Pero, aun así, no les comentario.




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