Querido diario:
En este punto ya han pasado algunas semanas desde que empecé con la búsqueda. Durante varios almuerzos, la adopción se volvió un tema bastante importante. No lo digo solo por lo que estoy viviendo, sino porque, en este momento, tanto mi hermano como yo somos adoptados… aunque él todavía no quiere comenzar este camino.
Como siempre, después de almorzar hacemos sobremesa y terminamos hablando de mil cosas. Entre ellas, las distintas situaciones posibles de todo este proceso, y también de lo que sería conocer a mis progenitores. Aunque algunas de esas posibilidades ya las intuía en mi corazón, igual se me escapaban unas lágrimas traicioneras... y eso que no tenía muchas expectativas ni ilusiones al respecto.
Hoy no solo quiero escribir sobre el proceso de adopción, también quiero contar otras cosas que influyeron en mi vida y que hicieron que todo esto tomará más tiempo del que imaginaba.
El lunes, por ejemplo, fue un día pesado. Me venía preparando para unas pruebas, tenía la cabeza llena de pensamientos, y encima me frustraba no encontrar un momento para conversar con la asistente social o la psicóloga que me han estado acompañando. Para rematar, mi salud no ayudó: me enfermé con un virus estomacal del que recién empezaba a mejorar.
El martes fue más tranquilo. Tuve clases, pude ordenar mi pieza, y como siempre, revisé el correo esperando alguna respuesta de la abogada con noticias del trámite. Pero nada… una decepción tras otra. Por más que actualizara mil veces, no aparecía ningún mensaje.
El miércoles y el jueves no pasó gran cosa, o eso pensé al principio. Hasta que, de tantas veces que revisé el correo, por fin me llegó uno de la abogada con noticias. Acordamos encontrarnos el viernes. Sacando eso, el resto del día fue bastante tranquilo.
Ese mismo día tuve que viajar a la ciudad, ya que iríamos presencialmente a la fundación... en la mañana.
El viernes me sentí nerviosa. Creo que ni siquiera comí de la emoción y la felicidad. Después de tantas conversaciones, finalmente me dieron luz verde para continuar. Fue ese gran primer paso que tanto había estado esperando.
Para terminar la semana, el sábado y domingo fui a casa de mis abuelos, como casi todos los fines de semana. Cuando podía, me conectaba a Discord para jugar con mis amigos. También hablábamos de muchas cosas, incluso de temas delicados. Me contaban sobre sus familias, y yo les compartía cómo me sentía con todo esto, con este proceso. También veíamos carreras de autos y películas.