Ventus: Buscando mi Historia

Carta de ¿despedida?

Cuando era pequeña no pensé que este momento llegaría; lo veía como algo lejano… hasta que llegó. Aquí quiero dejar los pensamientos de mi versión chiquita, la que escribía una carta todos los años pensando en que algún día existiera la posibilidad de conocer a esta señora.

Juntar cada carta desde que tengo siete años, y en cada cumpleaños escribir una… Lo que me sorprende es que nunca esas cartas fueron dirigidas con odio; todo lo contrario, eran cartas de agradecimiento donde contaba cosas que, para ese entonces, eran tan simples, pero siempre terminaba llorando. Para mí, esto es una despedida y un cierre de un ciclo. Entenderé si no quieres que te conozca; yo no podría decir si quiero conocerte. Tengo curiosidad —es algo un poco obvio—, pero yo tengo mi vida y tengo a mis padres, las personas quienes me criaron, educaron, me dan mucho amor y de quienes aún sigo aprendiendo.

“Aunque el tiempo corra, sigo buscando respuestas.”

La primera carta que escribí, y me gustaría que la tuvieras, aunque quizás no te importe:

Querida señora…

“Para la persona que nunca conocí pero que me dio la vida, gracias. A veces siento que esta palabra se queda corta, pero aun así es lo único que puedo ofrecer sin tener un rostro, una voz o una historia tuya a la cual aferrarme.
Gracias, incluso desde el silencio, desde la distancia y desde esa ausencia que ha sido parte de mi vida desde que nací.

Puede que no me quisieras, puede que no tuvieras la situación adecuada o que enfrentaras algo que escapaba de tus fuerzas. La verdad es que no lo sé, y he aprendido a aceptar que quizá nunca tendré todas las respuestas. Pero lo que sí puedo decir es que entregar en adopción a un hijo es un acto que abre una nueva puerta, una segunda oportunidad que cambia destinos. Y aunque no sé si algún día llegue a conocerte, te agradezco profundamente por dejarme en manos de personas maravillosas, aquellas por las que daría todo sin dudarlo.

No te preocupes por mí: ellos me enseñaron, me criaron y me dieron un amor que no tiene medida. Me dieron raíces y también alas. Tal vez pienses que no te quiero o que guardo algún rencor, pero si soy sincera… no te conozco. Y aun así, toda mi vida he decidido creer que eres una buena persona, porque tu decisión —por difícil que haya sido— me permitió vivir una vida llena de cariño. El único recuerdo físico que mantengo de ti es mi segundo nombre… pero a veces siento que, de alguna manera, ese nombre es un hilo que todavía nos conecta.

Espero algún día conocerte, aunque sea solo para entregarte esta carta con mis propias manos y decirte, mirándote a los ojos, que te agradezco por regalarme una segunda oportunidad. No busco reproches ni explicaciones; solo cerrar un ciclo que ha estado abierto desde siempre.
Con cariño…”

“Hay cosas que no puedo decir, pero aun así quiero alcanzarte.”

Cuando escribía la carta no sabía cómo sentirme. Era una mezcla extraña entre nostalgia, miedo y una especie de esperanza silenciosa que no sabía dónde colocar. Durante años llevé este vacío conmigo sin entender qué forma tenía; solo sabía que estaba ahí, ocupando un rincón de mí que no podía nombrar. Y ahora, por fin, tengo la posibilidad de mirarlo de frente y entenderlo.

Quizá no desaparezca del todo, pero al menos puedo intentar abrazarlo.

Hoy, al recordar esas palabras que escribí siendo pequeña, solo puedo repetir lo mismo: gracias. No como una obligación, sino como un reconocimiento íntimo, quieto, profundo. Gracias por dejarme en una familia que me ha dado más amor del que alguna vez imaginé recibir, por entregarme una segunda oportunidad que moldeó quién soy.

No conozco tus razones, ni tus circunstancias, ni lo que viviste antes o después de tomar aquella decisión. Y aunque a veces la incertidumbre pesa, he aprendido que no siempre necesitamos todas las respuestas para sanar. Por eso, quiero dejar claro que este es mi cierre: el encuentro con aquella pieza faltante que no define todo mi pasado, pero sí completa parte de mi historia.

“Quiero llegar hasta ti, aunque duela el viento.”

A este paso, no sabría si cambiaría, eliminaría o agregarías algo; quizá más adelante mis emociones se acomoden y pueda entender mejor mis pensamientos. Pero por ahora, lo único que quiero es poder terminar esta historia con la dignidad y la calma que merece.

Ahora solo me queda esperar los documentos, y sinceramente no sé cómo reaccionaré. Me da miedo. Miedo de encontrar algo que despierte dolores que creía enterrados, miedo de tocar ese órgano palpitante que llevo escondido y que podría desbordarse en mares de llanto. Pero también siento curiosidad, una chispa de emoción que me recuerda que soy humana, que sigo creciendo, que sigo buscando.

La verdad, todo esto es raro. Es confuso. Es hermoso y doloroso a la vez. Es parte de lo que soy.

“Mi corazón tiembla sin saber qué vendrá.”




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.