Mark había seguido de cerca los pasos de Gaby, el día que se suponía debía salir del hospital ella se había mostrado distante con él, primero pensó que aquella atracción que había surgido entre ambos no había sido tal y que preso de las circunstancias lo habría imaginado, pero al darse cuenta que la muchacha no levantaba la vista hacia él, Mark, asumió que Gaby no quería incomodarlo a él o a su familia, por lo que accedió a que Gabriela abandonara el recinto medico junto a una morena que se presentó como una vieja amiga de ella; no sin antes asegurarse de intercambiar sus respectivos números telefónicos.
De eso ya habían pasado casi dos meses, la había llamado unas cuantas veces y en más de una ocasión quedaron en juntarse a tomar un café; pero Gabriela nunca apareció. Cierto dia le había parecido verla en el vestíbulo de su empresa, justo cuando salía del ascensor con Amanda, pero luego de la sorpresa inicial producida por el beso robado de la mujer, se dio cuenta que sólo habían sido imaginaciones suyas.
Desde ese dia no supo más de Gaby, el número de teléfono que ella le había dado cada vez lo envió a buzón de voz y con el paso de los días desistió de llamarla. Se arrepintió de no haberle pedido su dirección, pero no entraba en sus planes acosar a la chica, que había decidido pasar de él. por lo que Mark asumió que lo de ellos simplemente no estaba destinado a ser.
A todo esto, se sumaba que su hermano estaba más raro que nunca, no había aparecido para la fiesta de cumpleaños de los chicos, no había ido al aeropuerto a despedirse de ellos cuando estos se fueron de vacaciones junto a sus padres y por lo que le había contado Bernardo, el administrador de la finca, pasaba días sin salir de la casa de invitados, prohibiendo el ingreso de estos a la propiedad.
Mark se llevó las manos a la cara, para quitarse el cansancio de las últimas semanas y así terminar ese dia, por lo menos se avecinaba el periodo de receso y podría darse un descanso, unos días libres le vendrían de maravilla, ya había quedado con sus padres para encontrarse con ellos y la idea de ver a sus hijos lo llenaba de alegría.
Las negociaciones para concretar la compra del terreno donde se emplazaría la construcción del parque inmobiliario, estaban en un punto muerto. Luego del revuelo que había causado la noticia de la detención de Mark Payne y todo lo que se vino después, Arturo Montes se había negado a tener cualquier relación con el proyecto, por lo que su única esperanza yacía en la reunión con Jefferson, quien en más de una ocasión le había cancelado la cita, aduciendo razones personales.
En los círculos en los que frecuentaba se decía que el viejo Andrew estaba cada dia más loco, producto de la muerte de su única hija 15 años atrás. había chismes de los más ridículos, algunos decían que la pequeña había nacido deforme, que el hombre la había recluido en un sanatorio y la había pasado por muerta, otros hablaban de secuestro alienígena y en más de una ocasión los peones de la finca hablaron de que Jefferson y su mujer le habían dado muerte, para luego comérsela.
Mark había hablado en más de una ocasión con Andrew, le parecía un tipo extraño, mas llevado a la soledad que a la locura, pero hacia oídos sordos ante los chismes, desde pequeño sus padres le enseñaron a no dejarse llevar por juicios ajenos, mas bien a emitir los propios, sin intervención de terceros y por lo mismo, aún conservaba la esperanza con el viejo Jefferson.
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Editado: 23.05.2019