Verdades A Medias

CAPITULO 13

“Sr. Payne…” La voz del intercomunicador lo regreso de sus pensamientos, se levantó raudamente para calzarse la chaqueta del traje y seguir con los últimos compromisos del dia.

“dime Sylvia”

“el sr. Andrew Jefferson está aquí…”

Mark miro el reloj de la pared y se dio cuenta que sólo eran las 3:05 pm y su cita con Jefferson no estaba pautada sino hasta dentro de dos horas. La visita del viejo Andrew se podría deber solo a dos cosas, aprobaba o rechazaba la propuesta, no habían medias tintas de por medio.

“Buenas tardes Sr. Jefferson, no lo esperaba tan temprano por aquí…”

“Andrew por favor, sólo llámeme Andrew”

“por supuesto, adelante por favor”

Mark se escudó tras su escritorio esperando que Jefferson tomara asiento, pero el hombre se dirigió lentamente hacia el estante donde estaban las fotos de sus hijos y rozó con los dedos un portalápiz que Bianca había fabricado en el jardín de infantes, era un recipiente de cartón cubierto por caracolas, Mark sonrió con nostalgia ante el recuerdo.

“¿sabes?... dijo Andrew… “yo tenía uno de estos”

El muchacho no sabía a qué se refería el hombre… ¿al estante?, ¿el porta- retratos digital tal vez?

Jefferson se volvió hacia el con una mirada extraña, mas brillosa, mas esperanzada...

“¿puedo sentarme? ...”

“por supuesto, discúlpeme Andrew”

El hombre con paso calmo se dirigió al sofá y con un suspiro se dejó caer, palmeando el lado del sillón vacío para que Mark se sentara a su lado.

“¿Cómo has estado muchacho, después de toda la bataola que se armó con lo de esa muchacha?”

“estoy muy bien señor, todo fue muy complicado, pero gracias al cielo se solucionó de la mejor manera”

“que te dije de las formalidades chico...”

Mark se ruborizo con la pequeña reprimenda de Jefferson, soltando una risa nerviosa se corrigió

“disculpa Andrew, todo ya está solucionado, gracias por tu preocupación”

“supe que montes retiro su propuesta. ¿estás bien con eso?”

“bueno, no lo culpo si eso es lo que me pregunta, es sabido que Montes no arriesga el culo por nadie… perdón por eso también.”

“jajajaja… tranquilo muchacho, que estamos en confianza, yo tampoco lo arriesgaría si fuese él”

Ya esta se dijo Mark, aquí es la parte en la que me manda a freír espárragos al monte, pero no dijo nada y se limitó a escuchar las objeciones de Andrew.

“¿has sabido algo de esa chica… maría Gabriela?

No sabía a qué se debía esa pregunta, ya hacían meses que no sabía de Gaby y la sola mención de ella, hacía que el corazón le latiera más rápido.

“no Andrew, no la he vuelto a ver, supongo que ha retomado su vida y que está bien”

Mark se tragó el nudo que se le había formado en la garganta, parpadeó varias veces para alejar cualquier indicio de zozobra y aparto la mirada hacia la ventana, aun no olvidaba del todo a Gaby, se conformaba con saber que de una u otra manera le había salvado la vida. Y ese pensamiento le llenaba el alma.

“tú le salvaste la vida muchacho, y ella lo sabe”

“no hice más de lo que cualquier persona habría hecho, le tendí la mano cuando lo necesitaba y no hay más que decir.”

“no te menosprecies Mark, le salvaste la vida y tú lo sabes… y ella también lo sabe… son sus palabras no las mías…”

Le dirigió la mirada al hombre que le sonreía con afecto, había perdido todo rastro de ella y con eso también la esperanza de volver a verla.

“¿Cómo lo sabe? ¿Usted…?”

“que si la conozco?, bueno hasta hoy no la conocía, pero me pareció una chica encantadora, es por ella que estoy aquí…”

 

La reunión con Jefferson se extendió hasta cerca de las 19:00, tenía el vuelo temprano en la mañana y aun le quedaba hablar con su hermano, por lo menos éste se había dignado a salir del rancho y estaba esperándolo en el apartamento que Conrad mantenía en la ciudad.

Estrechó la mano de Andrew Jefferson, quien le había puesto al corriente de todo y sintió una gran admiración por este hombre, su gran tenacidad, esfuerzo y devoción le había sacado más de una lagrima, se sentía afortunado y con más esperanzas que nunca.

Lo vio entrar al ascensor y le pareció que Andrew Jefferson se había sacado muchos años de encima, si hasta pensó que le parecía un poco más alto que cuando llegó.

“Sylvia… ¿Qué haces todavía aquí? Deberías haberte ido hace rato”

“estaba esperando, por si me necesitabas”

“bueno, me alegro que lo hicieras, serás la primera en recibir la noticia entonces”

“¿está todo bien?”




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