Verdades A Medias

CAPITULO 02

María Gabriela o Gaby para sus amigos, siempre fue una chica recatada y tímida, su tiempo lo dedicaba por completo a sus estudios, con 17 años y a punto de graduarse de la secundaria sobresalía por sus buenas calificaciones y por su indiscutible alegría. Siempre estaba tratando de ayudar a sus compañeros y aunque su procedencia humilde podría ser motivo de burla o discriminación entre sus congéneres, ella lo tomaba de la mejor manera.

Luego de la muerte de sus padres tuvo que ir a vivir con sus tíos maternos a la ciudad, aunque el dolor de la perdida, había marcado un antes y un después en su vida, Gaby trato de ver el lado positivo a las cosas, ya que, si no fuese por esos parientes que nunca la habían visitado o aparecido en el funeral de sus padres, ella no hubiese tenido donde ir y probablemente habría terminado en un centro de acogida, lo cual la hacía una chica afortunada.

Si bien la llegada de una niña de 5 años a la casa de unos parientes a los cuales no conocía y quienes ya estaban entrados en edad, había sido todo un desafío, con el tiempo Gaby se había ganado el corazón de los esposos Soler. Ella había sido el regalo que dios había puesto en sus vidas tras la muerte en un accidente del único hijo de estos.

Fue por este motivo que la muchacha estaría agradecida el resto de su vida. Se levantaba muy temprano para dejar medio preparado el desayuno a sus tíos para luego irse al colegio que quedaba a unas cuantas calles de su barrio. Su tata Carlos como ella cariñosamente lo llamaba tenía un quiosco de periódicos en la plaza del pueblo y su nana Manuela preparaba unos dulces y mermeladas que hacían chuparse los dedos y los cuales vendía en la cooperativa del club de señoras al cual pertenecía hace ya varios años.

“tata Carlos… te deje en la cocina el café recién hecho y en el horno tus panecitos… “

“gracias mija… no vas retrasada espero…”

“para nada tata, hoy solo tengo clases por la tarde, pero debo ir a la sala de computación para entregar un trabajo”

“ay mija… ojalá pudiera comprarte yo, un cacharro de esos, pero las ventas no han ido del todo bien y más ahora que la gente prefiere ver las noticias en la “tablas” esas…”

“se llaman Tablet tata y no te preocupes, cuando yo sea toda una profesional, hare que dejes de trabajar y viviremos en una casa gigante… y tu estarás todo el día recostado en una tumbona tomando el sol”

“ojalá dios te oiga y el diablo se haga el sordo mija”

“ya verás que todo estará bien… te quiero tata… cuídate mucho y dale un beso a nana manuela por mi”

“chao Gaby... yo también te quiero”

 

María Gabriela se sentía feliz con su vida, aunque siempre recordaba a sus padres con cariño, el dolor era soportable y gracias al amor y cuidado de sus tíos todo era más llevadero.

Acababa de enviar el informe desde la computadora cuando una voz detrás de ella la sobresalto…

“Creo que estas en mi horario y en mi equipo palomita” le dijo Andrés Morales, quien era compañero de Gaby en algunas clases, rara vez le dirigía la palabra y eso la puso demasiado nerviosa.

“hola Andrés, ya estaba terminando, si quieres mañana te cedo mi tiempo, no hay problema” se apresuró en responder.

“ey, tranquila, solamente era una broma... tu puedes ocupar todo mi tiempo si quieres, además yo tengo mi propio computador…” señalando el morral en el que siempre llevaba su notebook.

“claro… en todo caso ya me iba… adiós…”

“no te escapes palomita… solo era una excusa para hablar contigo.”

La muchacha quedo con la boca abierta con la declaración del chico, si bien siempre había sido respetuoso con ella, jamás le había dirigido la palabra, más que un saludo entre pasillos.

“te invito a desayunar… en la cafetería hay unos bollos para morirse”

“muchas gracias, pero… no puedo”

“vamos Gaby… solo es un café o lo que gustes… sin compromiso”

Gabriela trato de ver una doble intención en la proposición de Andrés, pero la sonrisa de éste la hizo aceptar... bueno, la sonrisa y el tonto enamoramiento que Gaby había desarrollado hacia él.

Andrés no era popular como Jarreth o los gemelos Sawyer, quienes, si tenían a las chicas babeando tras ellos, él era del montón, Gaby siempre había admirado los hoyuelos que se le formaban al reír y que decir de esos ojazos negros que se gastaba, Morales la trataba con ternura… siempre lo encontraba cerca de su casillero y la saludaba con un “buen día palomita” para luego dar vuelta y marcharse.

Esa mañana Gabriela se había reído como nunca con Andrés, quien le conto de su vida, la labor de su padre como médico en el hospital comunitario y de las causas sociales de su madre, ella por lo demás, le conto de sus padres y sus tíos y de los sueños de convertirse en una gran arquitecta.

Con el paso de los meses la relación se afianzo tanto, que la pareja ya había visitado a los padres de cada uno, Andrés se mostraba solicito con su tata Carlos y con la nana manuela, pasaba a recoger a Gaby diariamente para llevarla a sus clases y de paso llevaba los periódicos y revistar hasta el quiosco del tío de Gabriela.




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