Verdades A Medias

CAPITULO 10

Gaby llevaba meses que no veía a Mark, lo había alejado de su vida, pues todo lo ocurrido con su hermano Conrad, no había hecho más que regresarla a la realidad, esa realidad que durante años la había perseguido, las últimas palabras de Andrés le volvían una y otra vez a la memoria, para asegurarle que en su vida la palabra felicidad estaría por siempre teñida de rojo.

Todos sus sueños habían muerto junto con su familia, se alejó de todo y de todos quienes le recordaran lo que alguna vez tuvo. Los primeros años luego de la tragedia se había convertido en una más de los tantos “sin casa” que pululaban en las orillas del rio, algunos de ellos buscaban entre los basurales aledaños algo de valor para vender y así satisfacer sus vicios, otros lo hacían movidos por la desesperación de encontrarse sin oportunidades, viendo en ese estilo de vida, la única manera de alimentar a sus familias.

Pero Gaby estaba lejos de eso, ella no buscaba ni alimentos ni mercancía… ella buscaba entre las ramas y basura con la esperanza de encontrar entre ellas indicios y si tenía suerte alguna vez, los cuerpos inertes de sus hijos.

Cesar fue el primer amigo que tuvo durante esos años, fue el único que la vió tal cual era… una mujer tratando de cerrar el círculo, quizás fue por la expertise de cesar en leer a las personas o solamente por el hecho de que Gabriela necesitaba con urgencia alguien en quien confiar, el asunto es que este misterioso hombre pudo traspasar todas las fronteras que Gaby había levantado durante los últimos años.

“¿necesitas algo más?

El encargado de la barra se dirigió hacia la chica que llevaba cerca de una hora sentada allí, no sabía bien que había llevado a la muchacha hasta este antro en particular, pero no era nada bueno.

“no, gracias… estoy esperando a alguien”

Gabriela no quería llamar la atención de nadie en ese lugar, sabía de antemano que no era un buen sitio, pero su situación actual se había vuelto un tanto complicada. Temía que algunos de los hombres que allí se encontraban hicieran suposiciones erradas acerca de ella, pero su desesperación era tal, que prefería arriesgarse y así encontrar las respuestas que necesitaba, fuere cual fuere el precio que debiese pagar.

“sabes chica, este no es un lugar para ti, así que, si estás buscando algún cliente esta noche, más vale que desaparezcas de una vez”

“no estoy buscando clientela señor, no soy prostituta… tengo que encontrarme con alguien aquí, solo estaré unos pocos minutos más… por favor”

El sonrojo de Gaby fue mayúsculo cuando comprendió que el barman la había confundido con una prostituta, había elegido minuciosamente la ropa que llevaba puesta, para lucir presentable, pues a esas alturas el dinero que había sacado de la venta de la casa de sus tíos se había reducido casi a la mitad, luego de haber pasado por tantos investigadores la única esperanza que le quedaba era encontrarse en ese lugar y reunirse con “el sabueso”.

“está bien, te daré 15 minutos y luego te vas, no quiero tener problemas con los clientes… estas advertida”

“muchas gracias, le aseguro que sólo serán unos minutos más”

Luego de varios minutos, Gaby fijo la vista en el barman, este estaba al teléfono, hablando con alguien, lo que le llamaba la atención era que el tipo la miraba fijamente mientras seguía con la conversación… la chica decidió que ya era suficiente de esperar, saco un billete de cinco y lo tiro a la barra. Supuso que el hombre estaba hablando con alguien de seguridad y probablemente la sacarían por la fuerza. Se levantó dando una sonrisa al barman y se dirigió hacia la salida con paso rápido. Antes que llegara a la puerta de salida una mano la tomó por el codo impidiendo la huida.

“acompáñeme por favor”

La voz profunda de este hombre la hizo detenerse y no luchar, se lamentaba haber ido allí, pero “el sabueso” era la última esperanza que le quedaba y este ni siquiera apareció. Se giró lentamente, cerrando los ojos para evitar la vergüenza.

Cesar sonrió cuando la chica se giró hacia él, tenía los ojos cerrados, y agarraba con tanta fuerza el bolso que llevaba en las manos, que los nudillos de sus pequeñas manos estaban casi blancos.

“si crees que cerrando los ojos voy a desaparecer… estas equivocada”

Gabriela abrió los ojos lentamente y miró al individuo parado en frente de ella. Era tan lindo, si es que así se podría referir a un hombre, tena el pelo rubio ceniza, los rizos que se le formaban en la base de la nuca casi le tocaban el cuello de la camisa, los ojos azules casi negros la miraban con curiosidad y la sonrisa no se le borraba de su rostro.

Le dio un repaso rápido y se dio cuenta del imponente físico del hombre, no podía articular palabras, por lo que lo único que hizo fue fijar la mirada en el piso, totalmente abochornada y deseando que la tierra se la tragara de una vez por todas.

“mírame por favor” cesar se sacudió la sorpresa inicial al encontrarse de frente con aquella chica, la reconoció inmediatamente, era la misma chica que había tropezado con él en la comisaría semanas atrás. La había visto tan devastada que ni siquiera ella había reparado en él, pero cesar si le había prestado atención, su figura pequeña y los preciosos ojos verdes, que en ese momento se encontraban rojos debido a las lágrimas lo habían cautivado. Pero el asunto que lo había llevado a la delegación era tan importante que dejó la curiosidad por aquella criatura de lado para enfocarse en lo verdaderamente importante.




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