Verdades A Medias

CAPITULO 11

Cesar se dio cuenta de lo avergonzada que se encontraba la chica, pudo haber visto algún indicio de lágrimas en los ojos de la muchacha, por lo que decidió que debía ser más cuidadoso con ella, se dijo que solo quería hablar con ella un momento, averiguar que asuntos la habían llevado hasta allí y así poder averiguar que le había sucedido en el camino.

 

“quiero que me acompañes un momento, ¿está bien? Solo serán unos minutos y por si no te has dado cuenta, este lugar comienza a ser un poco ruidoso”

Gaby ya se había dado cuenta del logo del bar en la camisa del hombre, por lo que supuso que era el administrador o dueño del local, por lo que no dudó en seguirlo hacia las oficinas interiores. Le dirigió una mirada rápida al tipo del bar, que se encontraba limpiando la barra con un trapo, el tipo sólo se encogió de hombros y siguió con su labor sin importarle ser un soplón con el jefe.

Cesar sirvió agua en un vaso alto y se lo entregó a Gaby mientras se acomodaba en el sillón. Se dio cuenta de la reticencia de la chica, que miraba el vaso como si éste le fuera a morder.

“sólo es agua, lo serví directamente del contenedor que usan todos los empleados, no está envenenado ni nada por el estilo”

“gracias, no estaba desconfiando… “

“ahora que estamos solos vas a decirme que te trae a este lugar”

“ya le dije, estaba esperando a alguien”

“¿a tu novio?”

“no, nada de eso...”

“¿entonces?”

“creo que eso no es de su incumbencia”

“lo es si estas en mi local”

Gaby no entendía cuál era la razón por la que este hombre la estaba interrogando. Está bien, era el dueño del “perla negra” pero eso no le daba el derecho de retenerla en u oficina como si fuese una delincuente.

“ya le dije. No he hecho nada malo, pagué mi consumo y no me metí en problemas, me puede explicar ¿cuál es su intención con todo esto?

“mira muchacha, cada noche veo en este lugar a chicas como tú, buscando a alguien, por si no te has dado cuenta.”

“no soy prostituta, ya se lo dije al tipo allá atrás, no busco clientes o alguna cosa relativa a ello, estaba esperando a un amigo, el cual no llego a aparecer, es por esta razón ya me estaba marchando cuando su esbirro se las dio de soplón”

Cesar sonrió ante el apelativo que la chica le había dado a su empleado. Nuuk era su empleado de más confianza, podía ser rudo en el exterior, pero era un alma caritativa que había visto en aquella chica un aire de desesperación y sufrimiento que hizo que le llamara la atención.

“a Nuuk se le rompería el corazón si te oyera hablar así de el”

“perdón”

“Nuuk, ¿el soplón?

Gabriela tomo un sorbo de agua para aplacar la ansiedad que sentía por toda la situación, el hombre que la miraba detrás del escritorio no estaba ayudando para nada en ello, más aún cuando le sonreía de esa forma en la que lo estaba haciendo.

“¿qué asunto te traes con “el sabueso”?  pregunto Cesar cansado de las evasivas de la joven.

Gaby se atraganto con el líquido y lo miró a los ojos, seguramente Nuuk la había escuchado hablando por teléfono con su “contacto” cuando se dio cuenta que el tipo con el que se debía encontrar no apareció a dicha cita.

“no se de quien me habla, no conozco a nadie con ese nombre”

Cesar cansado de aquella charla, se levantó de golpe, rodeando el escritorio, agarro los posa brazos del asiento en el que se encontraba la chica, encarcelándola entre sus fornidos brazos… su rostro estaba demasiado cerca de ella, por lo que Gabriela se asustó cuando le habló.

“mira muchacha, este no es un lugar para citas románticas, en este lugar se comercia con muchas cosas, sexo, drogas, alcohol… así que no sigas con tu discurso de colegiala desengañada… tu sabías que tipo de lugar era este antes de venir y me vas a explicar ahora mismo que te traes con este tipo”.

Era imposible seguir negándolo, el tal cesar sabia de su trato y quisiera o no, tendría que contarle la verdad, le gustara o no.

“solo necesitaba información, “el sabueso” me iba a ayudar a encontrar a alguien…. Solo quería información…”

“lamento decírtelo, pero “el sabueso” está muerto… cayó en una redada hace dos días”

El dolor que Gabriela sintió fue tan o más grande que cuando perdió a sus hijos, la única esperanza que le quedaba era ese hombre que ahora estaba muerto y se había llevado todo con su muerte. Cayo de rodillas, mientras se cubría la boca para aplacar los sollozos, sintió unos brazos que la sujetaban y se lanzó a ellos, escondiendo el rostro en el pecho del muchacho se desahogó de todo el dolor y la miseria que la habían acompañado hasta entonces. Cesar no comprendió inmediatamente la reacción de la joven, por lo que sólo se limitó a abrazarla y dejar que el llanto disminuyera.




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