Vestigio de un Amor

Capítulo 4: Girasol

«En el brillo cálido del sol y bajo la sombra protectora de un lazo creciente, Danna y Kay florecen juntos como girasoles en el jardín de su amor compartido». 

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Danna

Luego de despedirme de Kay, retengo a Kat para que haga algo por mí.

—¿Puedes decirme cómo llegar a la hacienda Lennox? —inquiero. 

—¡Aaaaah! —grita con emoción como si se hubiera ganado la lotería.

—Kat, no es lo que piensas. 

—Entonces… ¿Me dirás para qué quieres la dirección? —inquiere Kat con sospecha—, porque la última vez que hablamos aseguraste de que no querías saber nada de él. 

—Kat, la dirección —digo con impaciencia—. Por favor. 

Suelta un suspiro y asiente, anota la dirección en un papel y la extiende, antes de soltarla, pronuncia: 

—Sé que has pasado por algo difícil, y respeto que no me hayas contado. Sin embargo, desearía que te dieras la oportunidad de conocer a alguien más, de salir de casa para algo que no sea trabajar. Apreciaría ver tus ojos brillar por un amor que no sea el que sientes por Kay. 

Sí, eso no va a pasar. 

—Gracias, nos vemos luego. 

Subo al auto y conduzco hasta el bar de Joe, el señor Morgan no fue demasiado ingenioso al escoger el nombre de su negocio. Supe que está buscando una camarera para cubrir tres turnos a la semana en las horas de la noche, y necesito que ese empleo sea mío. 

Ingreso en la taberna, hay unas cuantas mesas ocupadas, y una barra que imagino se llena de personas en las noches. 

—Buen día, busco al señor Morgan —Le digo a la mujer que está detrás del mostrador. 

—Seguro. ¡Joe! —grita a todo pulmón—. Toma asiento, no tardará en venir. 

—Gracias. 

Hago lo que me dice, miro el reloj colgado en la pared y todavía tengo unos veinte minutos antes de tener que llegar a la cafetería. Le pedí permiso a Sonny y ella aceptó de buena gana; no obstante, no quiero abusar de su confianza. 

—¿Me buscaba? —dice un nombre detrás de mí. 

—Mucho gusto, señor Morgan. Soy Danna Hamilton y estoy interesada en el puesto de camarera. —Me presento extendiendo una mano hacia él. 

 —¿Tienes experiencia? —indaga. 

—Sí, trabajo en la cafetería de la señora Sonny. 

—Contratada. 

¿Así sin más? Vaya, es la primera vez que trato con el hombre y ya me agrada. 

—Muchas gracias —musito, no me haré de rogar sabiendo lo mucho que requiero del dinero que este trabajo me dejará. 

—Ven los jueves, viernes y sábados a partir de las siete de la noche. Mare te instruirá en lo que debes hacer —Señala a la mujer que me atendió—. Te contrato porque Sonny confía en pocas personas, así que asumo eres buena en lo que haces. 

—No se arrepentirá —prometo. 

—Espero que no. 

Y sin más, se marcha hasta lo que parece una oficina en la parte trasera. Asiento hacia la mujer que será mi compañera y salgo sintiendo un poco más de tranquilidad. 

Una que me acompaña durante el resto de la jornada laboral y que se esfuma cuando salgo más temprano con el fin de ir a ver a cierto hombre que me ha estado incordiando. 

—Gracias por permitirme tomarme un tiempo libre, se lo compensaré —le digo a la mujer. 

—Ve tranquila, Danna. Nos vemos mañana —dice la señora Sonny. 

Conduzco hasta el rancho siguiendo las instrucciones del papel, el polvo del camino se eleva de camino hacia el rancho de Julien. Mi corazón late rápido, pero la determinación arde en mi interior. No puedo permitir que Julien se inmiscuya en la vida de Kay. No después de lo que mi pequeño y yo hemos pasado juntos.

El rancho de la familia Lennox se extiende por amplios terrenos en las afueras del pueblo. Al llegar, una entrada flanqueada por altos postes de madera da la bienvenida, con un cartel desgastado que lleva el nombre del rancho. A medida que el camino de grava serpentea entre vastos campos, se revelan paisajes pintorescos y edificaciones rústicas que dan vida al hogar de la familia.




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