Observaba como la manecilla del reloj pasaba lentamente y cada que mi celular me anunciaba una nueva notificación, no podía evitar brincar encima de mi cama.
Apenas había dormido tres horas ese día y mi poca cordura estaba al límite.
Había evitado tomar el celular, pero aún desde la barra de notificaciones, me había dado cuenta de que Ivan ni siquiera había respondido el audio que le envié.
Trataba de mentalizarme diciéndome a mí misma que estaba bien, que era mejor de esa forma, pero una parte dentro de mí estaba devastada, ¿tan mal lo había hecho?, ¿tanto como para que ni siquiera valiera la pena darme aunque sea una pequeña respuesta?
Me estaba ahogando sola en un vaso con agua, eso lo sabía perfectamente, pero ese ente oscuro que constantemente habitaba dentro de mi cabeza no dejaba de decirme que era un fracaso.
—Zoey, tierra llamando a Zoey —escuchó que dice mi madre desde la entrada, yo estaba tirada boca arriba sobre mi cama abrazando uno de mis peluches de panda.
—Lo siento, ¿llamaste?
—Unas veinte veces —contesta ella con calma mientras reposa su cuerpo en el marco— ¿Te pasa algo, mi cielo?
—No, no... solo... pensaba en cosas.
—¿Y quieres hablar de eso? —añade mientras veo que se irgue.
No sé mamá. ¿Cómo explicarte que le di a un cantante super famoso mi número?, O que tal vez he inventado a una tipa que ni existe. O cómo contarte que me atreví a enviarle una nota de voz, sí, yo, me atreví a grabarme y él ni siquiera respondió.
—No tiene importancia —termino diciendo finalmente mientras tomo asiento sobre la cama.
—Eliot acaba de llegar con el camión de mudanzas, ¿bajas?
Mi madre sabía que algo me estaba pasando, su sentido arácnido de madre estaba más activo que nunca, pero ella al igual que siempre, buscaba la forma menos invasiva de descubrir que era lo que tenía, pero claro, aunque deseara compartirle que es lo que estaba pasando conmigo en ese preciso momento, era tan irreal lo que me estaba pasando que posiblemente pensaría que lo estaba imaginando.
Comencé a bajar detrás de ella, atravesamos la cocina, dejé el celular en la encimera y luego continué mi camino en dirección a la puerta
—Eliot, querido, bienvenido —dice mientras se acerca, Eliot le sonríe inexpresivo como la última vez que lo vi, mi padre se acercó a darle un abrazo también, y luego de darme una mirada hostil entendí que yo no tenía permitido tocarlo.
Me quedé observándolo embobada desde donde estaba; se había puesto una sudadera de color lila que resaltaba increíblemente sus ojos, traía un pantalón pegado que sacaba a relucir sus tonificadas piernas y traía puestas una Jordan de color blanco.
¿Había algo que no le quedara bien? Estaba muy segura de que había tomado lo primero que encontró, y aún así parecía un modelo de alta costura sacado de alguna pasarela.
Mis padres le dieron el recorrido por la primera planta, si bien habían sido muchos años en los que nuestras familias dejaron de frecuentarse, nuestra casa no había pasado por grandes modificaciones, y Eliot recordaba a la perfección el lugar.
—Bien, hemos preparado un cuarto para ti, está en la segunda planta al lado de la habitación de Zoey..
—¿El cuarto de visitas? —pregunta, ellos asienten —. Entonces conozco el camino señores Walker, no quisiera quitarles más tiempo. Agradezco mucho esta bienvenida que me han dado, pero será mejor que les indique a los de la mudanza donde poner las cosas —sonrió falsamente otra vez, pero ellos parecen creer que es sincero.
—Es verdad, han pasado tantos años... que olvido que esta era como una segunda casa para ustedes.
Aunque mi padre tratara de mostrarse fuerte, era visible que tocar temas del pasado que involucraban a su entrañable amigo lo afectaban, y mucho.
Eliot no dijo nada a eso simplemente sonrió y volvió a salir de la casa para darles las indicaciones a los de la mudanza. Mi madre se fue y comenzó a preparar una jarra de limonada para cuando los trabajadores terminaran de dejar las cosas, y mi padre poco después terminó dándole el alcance a Eliot para saber en que podía ayudarlo.
—Zoey, tienes una llamada —dice mi madre desde la cocina, al acércame a la mesa me doy cuenta de que el nombre de Ivan figura en la pantalla.
Ella comienza a voltear cuando estoy a punto de tomar el celular y prácticamente me termino tirando sobre la mesa para evitar que vea quien era la persona que me llamaba, ella brinca del susto y por poco tira la jarra, yo aproveché para correr escaleras arriba y contestar.
—¿A... Alo?
—Ey, ricitos —escucho que me llama y siento mis rodillas flaquear.
—Ey, hola —respondo fingiendo naturalidad— ¿Cómo estás?
—Bien, justo estoy de camino a una grabación, y ya que no tengo a Benjamin sobre mí, quería llamarte —tras decir esto emite una pausa— ¿No interrumpo algo, no?
—No, no, nada interrumpes nunca —me golpeo mentalmente luego de escucharlo reírse del otro lado—. Lo siento. Quise decir... nunca interrumpes nada.
—Eres demasiado linda —en cuanto dijo esto sentí como mis mejillas se encendieron por completo, por suerte él no me estaba viendo—. Quería hablarte sobre tu audio...
—Sé que lo hice fatal —lo corto—, no tienes porque...
—Ey, espera, no te adelantes —contesta inmediatamente—. En realidad, quería llamarte para decirte que quedé maravillado. Es decir, sé que te dije que tenías un bonito timbre de voz, pero ¡Wow! Eres increíble, no entiendo como hasta ahora no has sido descubierta por alguien... te lo digo sinceramente, ricitos, no pienses que lo estoy diciendo solo porque... somos amigos, tienes talento, mucho, y me apena que no lo explotes al máximo.
—N... no sé que decir al respecto.
—Primero podrías comenzar por un: Gracias, su divinidad —dice con voz cantarina.
—Voy a cortar —lo freno.