Las puertas del autobús se abrieron, respiré pausadamente, y antes de que si quiera tuviera tiempo de arrepentirme y bajarme, sentí la gentil mano de Caro empujarme levemente hacia el frente. Una vez estuve dentro el conductor cerró las puertas, volteé a observarla y ella tenía los dos pulgares alzados en el aire mientras sonreía. Le devolví el gesto, no sé que sería de mí ahora sin ella.
Luego de pagar recorrí los asientos, sentí la mirada de algunos chicos que estaban en las primeras filas, pero decidí no tomarle importancia mientras buscaba un lugar al fondo del autobús.
—Bien, aquí vamos —susurré nerviosa mientras introducía la mano dentro de la pequeña mochila que tenía para sacar el maquillaje que Caro me había regalado.
Debo admitir que esta era una de las cosas más difíciles que había hecho, por poco y casi me arranco el ojo con el rizador de pestañas luego de que el bus frenara en la siguiente parada.
Una vez que terminé guardé todo cuidadosamente, me coloqué los auriculares para lograr distraer un poco mi mente, pero fue imposible hacerlo. Mis manos estaban sudando a medida que el pequeño bus avanzaba en el mapa de mi celular, acortando la distancia que me separaba de Ivan.
Cerré los ojos y me dejé llevar por la música, esto logró calmar los golpeteos desenfrenados de mi corazón, pero el tiempo pasó demasiado rápido, ya que cuando me di cuenta, faltaban tan solo dos paradas para que tuviera que bajar.
Ivan: Ey, ricitos ¿Cómo vas?
Sky: Estoy cerca 😋
Sky ha compartido su ubicación.
¿Te espero en la entrada?
Ivan: Sí, estoy guardando unas cosas en mi mochila, espérame a la altura de la estatua en forma de piano, ya salgo a buscarte 🥰
Al bajar me dirigí hacia donde él me indicó. Nunca había tenido la oportunidad de venir a esta zona de la ciudad, y solo había visto la preciosa universidad en Google maps, pero a medida que me iba acercando al plantel no pude evitar sorprenderme. En definitiva, las fotos no la hacían justicia a ese hermoso edificio.
Freedom University era una de las más prestigiosas del país, tenía tres tipos de especializaciones: Música clásica, contemporánea y dirección musical. La malla curricular variaba para cada una de estas, y en las dos primeras, tenías acceso a una especialización extra en algún instrumento de tu preferencia. Como era de esperarse debido a la calidad de enseñanza y el enorme prestigio que tenían, los exámenes eran muy complicados y había pocos cupos de ingreso en todas las sedes del país.
Cuando llegué a la estatua tomé asiento. Los tenues rayos de sol de esa tarde impactaban ligeramente sobre mi rostro, la atmósfera estaba teñida de una tonalidad cálida y dorada. Cerré los ojos y la brisa comenzó a acariciar mi rostro, inmediatamente el suave murmullo de conversaciones, risas, y el lejano tintineo de los instrumentos siendo afinados llegó a mí.
En definitiva, este lugar era un sueño muy hermoso, pero desgraciadamente nunca podría formar parte de esta realidad.
—Hola —dijeron justo a mi lado, abrí los ojos al reconocer su voz, pero antes de que pudiera saludarlo él implantó un beso en mi mejilla que provocó que mi corazón volviera a latir con fuerza—. Perdón, me encontré con un compañero y tuve que dejarle mi parte del trabajo.
—D… descuida —respondí de inmediato, él volvió a sonreírme mientras se ponía de pie.
—Te ves muy linda —añade, y esto solo aumenta aún más mi vergüenza— ¿Vamos? —pregunta y yo asiento.
Ivan me comenzó a contar era la vida de un estudiante de Freedom. Su mirada se iluminaba en cuanto me narraba cada pequeño detalle de lo que pasaba dentro de los salones, y no podía evitar sentirme feliz por él. Amaba verlo de esa manera.
—Bienvenida —diciendo esto abre las puertas de un pequeño edificio.
El lugar era amplio, pero por donde vieras había pequeñas puertas que correspondían cada una a un salón. En cuanto ambos pasamos y la puerta se cerró, todo el ruido proveniente del exterior fue cortado de golpe, observé a Ivan y este me sonrió.
—Este edificio es completamente insonoro —explica mientras me guía al salón que teníamos designado—. Cada salón tiene su propia llave y esta únicamente se le entrega a la persona cuando separa un lugar, así que nadie podrá escuchar cuando estemos dentro.
Entré con pasos nerviosos pero emocionados, Ivan me sonreía apoyado en el marco mientras aguardaba que estuviera dentro para poder cerrar la puerta. Lo primero que hice al estar dentro fue prácticamente correr hasta las guitarras, dejando un poco de lado el hermoso piano de cola que había al centro, él rio a mis espaldas al ver como no me decidía por cual sujetar, pero finalmente terminé eligiendo una Fender que juraba que me estaba llamando insistentemente.
—Dios, jamás pensé que tendría una Fender entre mis dedos —luego de tomarla me senté en el banquillo del piano y comencé a rasgar algunos acordes. Mi cuerpo vibró con cada nota que tocaba, Iván no tardó en tomar asiento a mi lado.
—¿Cuándo aprendiste a tocar? —me pregunta y yo sonrío.
—Es una pregunta un tanto compleja —rio—. Oficialmente mi papá me comenzó a dar clases cuando tenía cuatro años, pero siempre bromean en mi casa con que antes de caminar toqué primero una guitarra.
—¿Fue músico? —me pregunta, yo asentí con orgullo.
—Sí, aunque no llegó a ser una estrella, se retiró antes de que despegara por completo.
—Ya veo —contesta mientras siento que me observaba.
—L… lo siento, no quise entrar de esa forma —añadí luego de darme cuenta de que prácticamente me había abalanzado sobre las guitarras—, es solo que… bueno, las vi y no pude…
—Sh, sh —Ivan acababa de colocar uno de sus dedos sobre mis labios y no pude evitar sonrojarme—. Oye, no tienes porque pedirme disculpas, te entiendo perfectamente. De hecho, la primera vez que vine por poco y pierdo una de mis clases, no quería moverme sin probar todos los instrumentos.