En cuanto bajo del autobus y me dirijo a la entrada de la universidad, lo veo sentado debajo de la estátua del piano mientras escribe algo en unas partituras, al sentir mis pasos cerca de él alza la cabeza y me observa, me sonríe ampliamente como siempre lo hace mientras alza la mano en el aire.
Lo había extrañado tanto. Procurábamos tener videollamadas todas las noches, pero definitivamente mi parte favorita de la semana era cuando por fin podíamos vernos.
Me acerco rápidamente hasta donde está. Sus dedos toman mi mano de forma disimulada y siento mis mejillas arder. Observamos a los lados, y al no ver a alguien cerca, él deposita un fugaz beso sobre mis labios que me hace temblar.
—Te extrañé mucho —me dice, siento mis piernas flaquear al escuchar su voz.
—Yo también te extrañé demasiado.
Él se acerca, sujeta mi rostro, pero antes de que una nuestros labios, vemos a unos de sus compañeros lejos que lo llaman, él los saluda y rápidamente guardamos distancia.
Lo amaba, pero la parte más dolorosa de esto era tener que aparentar que éramos dos conocidos frente al resto.
Sin quererlo termino agachando el rostro, él cuando se da cuenta vuelve a acariciar mis dedos y me sonrie para tranquilizarme.
—Te tengo una sorpresa.
—¿De verdad?
—Sí, vamos al estacionamiento.
Lo observé extrañada pero no importó, comencé a caminar junto a él hasta que llegamos al lugar, Ivan caminó hasta posicionarse frente a un hermoso automóvil de color negro que tenía lunas polarizadas. Se veía caro. Muy caro, posiblemente nunca tendría la oportunidad de ver otro mientras esté viva a una distancia tan corta.
—¿Te gusta?
—Oye, es precioso —le digo—. Pero no debiste, no se manejar.
Ambos comenzamos a reir y deposita un beso sobre mi cabeza, luego lleva su mano a su bolsillo y presiona el botón de la llave, el seguro del vehículo se desactiva y con un gesto de la mano me invita a subir.
Ivan abrió la puerta del copiloto y esperó a que entrara, una vez estuve dentro cerró con gentileza mi puerta y comenzó a rodear el vehículo para llegar a su lugar.
El interior del auto olía a nuevo, y todo estaba tan perfectamente limpio, que el revestimiento del tablero de control parecía un espejo.
—¿De dónde sacaste ese auto?
—Robé una concesionaria —comenta y lo golpeo ligeramente—. Bien. Estuve hablando con Benjamin durante la semana, le dije que si bien era un artista de Golen, quería poder vivir una experiencia normal, al menos en la universidad, así que le propuse que al menos los jueves me permitiera venir por mis medios sin el chofer de la disquera.
—¿Y el auto es tuyo?
—No, pero algún día tendré un auto tan bonito como este —comenta con falso llanto mientras abraza el volante—. La condición de Benjamin es que utilice un vehículo diferente cada vez que venga, ya sabes, para evitar que los paparazzis me persigan.
—¿Es de la empresa?
—Sí, así que tengo que devolverlo en una sola pieza el día de mañana.—¿Pero no sería mejor que te transportara el chofer como venía haciendo hasta ahora?
—Tengo un buen motivo para haber pedido esto —añade y lo observo enmarcando una ceja—. Tú eres mi motivo, Zoey. Quiero pasar más tiempo contigo, y ser tu transporte es una excusa perfecta para verte un poco más.
—Ivan... no sé que decir...
—No tienes porque decir algo —me interrumpe—. Sé que soy un novio perfecto.
Ambos comenzamos a reír, pero luego Ivan pega nuestras frentes y me observa con sus profundos ojos, siento su aliento rozar mis labios y el contacto se hace eterno. Al cabo de unos minutos el beso se volvió más intenso, me acerqué a su cuerpo, él sujetó mi cintura e inconscientemente un suspiro emanó de mis labios. Siento como todo mi ser quema, últimamente cada vez que había contacto entre nosotros esta sensación era algo que surgía rápidamente y me quemaba desde adentro. Mis manos inconscientemente se dirigen a la altura de su pecho y puedo sentir su desbocado corazón palpitando, sus labios terminan dirigiéndose a mi cuello, pero antes de que todo escalara otro peldaño, escuchamos la voz de sus compañeros que se estaban subiendo a otro vehículo que estaba al lado, él se aleja y pone una pequeña distancia entre nosotros.
—Perdón, me dejé llevar un poco.
Mi rostro estaba tan enrojecido que desvié el rostro para que me viera, lo vi removerse con cierta incomodidad, pero finalmente luego de algunos segundos en silencio, lo escucho introducir la llave en el arrancador.
—Quiero llevarte a un lugar especial, ricitos.
Lo observo y él me sonríe, asiento sin ser capaz de hablar todavía con el rostro enrojecido, antes de partir selecciona una canción desde su celular y esta comienza a sonar por los parlantes del interior del auto.
Desde el primer contacto que habíamos tenido las cosas habían sido de esta forma, él provocaba que mi cuerpo quemara desde adentro, y me sentía demasiado bien cuando eso pasaba, deseaba con todas mis fuerzas sentirlo más cerca, pero siempre estábamos a punto de cruzar ese límite, y me terminaba acobardando.
Ivan parece percatarse de que todavía me encuentro nerviosa y sujeta mi mano, lo observo, deposita un beso sin despegar la vista de la carretera y coloca mi mano en la palanca de cambio y posiciona su mano justo arriba.
Perfecto de Ed Sheeran comenzó a sonar, y no pude evitar sonrojarme porque él me observaba cada cierto tiempo mientras cantaba. Lo seguí y ambos comenzamos a divertirnos.
El tiempo pasó, los edificios de la ciudad se hicieron presentes y tras algunos minutos más él se estacionó frente a la cafetería que recientemente había abierto y le había mencionado que vi en instagram hace poco: El lugar era enorme, las paredes eran de tonalidades verdes, había unos preciosos ventanales que dejaban ver el interior del lugar que se veía bastante elegante, y la puerta de color dorado tenía una mariposa tallada en relieve.