En ese preciso instante lo único que deseaba con todas mis fuerzas era que la tierra me tragara, y de no haber sido porque Eliot estaba allí con nosotros, esto se hubiera vuelto un duelo de “a ver quien aparta primero la mirada”.
—Dios, esa mierda que me inyectaron pega fuerte —escucho decir a Eliot que había comenzado a aprisionarme a su cuerpo.
Eliot estaba actuando raro. Demasiado. Si bien habíamos tenido un acercamiento las últimas semanas, esta versión de él no disfrutaba mucho de los acercamientos, pero ahora prácticamente estaba encima jugueteando con mi cabello, y por como me observaba Ivan, aparentemente esto no le hacía demasiada gracia.
—Ey, enana ¿me acompañas a mi cuarto? —pregunta él.
—Puedo llevarte yo —responde Ivan dando unos pasos al frente mientras coloca una mano sobre su hombro.
—No es necesario, mi alcoba queda al lado de la de ella así que anda de camino.
Eliot volvió a girar mi cuerpo y avanzó, comencé a seguirle el ritmo porque parecía que estaba apunto de caerse. Pero él era grande, MUY GRANDE, y yo era un minion a su lado, a duras penas podía mantener la estabilidad.
—Ivan ya puedes irte, ella se encargará de cuidarme —tras decir esto voltea a observarlo y luego me dedica una mirada pícara— ¿No es así, lindura?
—¿Lindura?
Una sonrisa burlona escapó de mis labios, en otras circunstancias quizás me hubiera puesto nerviosa, pero la actitud de Eliot me dejaba en blanco por completo.
—¿Te pusieron anestesia para caballos? —pregunté finalmente, él rio fuerte.
—Quien entiende a las mujeres —suspira—. Uno es amoroso con ellas y luego lo toman de loco. Puede que esté algo drogado por la medicina, pero deberías aprovechar —añade con diversión mientras mueve de arriba abajo las cejas.
Diciendo esto Eliot se acerca de más hasta casi pegar nuestras frentes, pero antes de que pudiera hacer algo veo como Ivan tira de mi hacia atrás y me pone a su lado.
—Bien, creo que estás excediéndote —contesto frío y distante mientras me suelta—. Te acompañaré a tu alcoba, gracias Zoey, puedes ir con tus padres.
Antes de que sujetara a Eliot, Ivan me dedica una mirada que demostraba que estaba herido.
Desde que el teatro de Sky había acabado entre nosotros fui sincera con él en cada aspecto de mi vida, pero el único detalle que había omitido era que había un chico viviendo en mi casa, exactamente al lado de mi alcoba. No lo hice porque tuviera malas intenciones, sino porque Caro me había recomendado no hacerlo ya que podría generar malentendidos entre nosotros.
Ellos subieron las escaleras, fui hasta donde estaban mis padres, ellos se quedaron callados de golpe, mi padre me observaba molesto, no lo veía tan tenso desde que cuando fuimos a Disney un chico se acercó a pedirme una dirección porque se había perdido y él pensó que estaba coqueteándome.
—Zoey, cariño —dice mi madre con una sonrisa—. ¿Puedes ir a darle su medicina a Eliot? El doctor dijo que debía tomar algo para el dolor llegando a casa antes que pase el efecto de la inyección.
Asentí y tomé las cosas que estaban sobre la mesa, mi padre seguía observándome atento. No entendía que era lo que le pasaba, estuvo normal hasta que volvió con Eliot y ahora actuaba como si quisiera darme una reprimenda.
Al subir las escaleras me detuve frente a la puerta, Ivan la había dejado entreabierta, lo suficiente para poder observarlos sin que ellos repararan en mi presencia. Observé dentro y vi que Eliot estaba tirado boca arriba sobre la cama, Ivan se había reposado encima del escritorio, pero lo veía con la fotografía de Samantha entre sus manos.
—Te he dicho que me llames cuando pasa algo —lo escucho que dice, Eliot gira su cuerpo y le da la espalda tras oírlo—. Por poco y los doctores alertan a la policía, tuve que darles dinero para que se quedaran callados. No puedes ir drogado en la moto, uno de estos días te vas a matar o matarás a alguien… Por suerte el padre de Zoey no se dio cuenta de tu estado…
—Cállate.
—Eliot, no puedes seguir de esta forma. Mierda, te quiero, eres como un hermano para mí…Lo que le pasó a tus padres y lo que le pasó a…
—No te atrevas a nombrarla…
—Eliot…
—¡No digas su nombre, Ivan! —grita y genera que me sobresalte—Es mi puto problema ¿Ok? —le dice sin observarlo—. Pagaré la deuda que tengo con tus padres y desapareceré de tu vida.
—Escucha, imbécil, eso no es…
—Solo lárgate, he terminado de hablar.
—Bien, como quieras —tras decir esto Ivan colocó la fotografía a un lado boca abajo—. Pero entiende de una puta vez, pedazo de imbécil, que esta conducta autodestructiva no te llevará a ningún lado.
Ivan comenzó a caminar hacia la puerta y yo corría las escaleras procurando hacer el menor ruido posible. Sin embargo, me detuvo a mitad de camino, terminé tirando un poco del agua que tenía todavía en el vaso.
—Creí que habíamos dejado las mentiras de lado —suelta de pronto y yo hundo el rostro.
—Perdón, no pensé que…
—¿Fuera importante? —completa la frase y luego suspira pesadamente— Escucha, estoy celoso, no te lo negaré, pero, mierda Zoey, debiste decírmelo al menos. Sé la situación por la que está pasando ese cabeza dura, hubiera sabido entenderte —tras decir esto Ivan sujeta suavemente mi brazo.
Entendía su punto, pero es que simplemente pensé que al no decirlo no habría problema. Es decir, quedaba poco para que la casa que compró Eliot fuera remodelada y se mudara.
—Lo lamento —respondo con sinceridad, él suspira.
—Escucha, estoy cansado —contesta y encojo el rostro—. Hablamos mañana ¿sí?
—Zoey, cielo.
Al girar nuestros cuerpos vemos a mi padre de pie en las escaleras, no se le veía demasiado contento, de hecho, si pudiera hace mucho le habría lanzado a Ivan algo en la cabeza.
Ivan, al darse cuenta de que podría parecer que me estaba intimidando por como me tenía, me suelta y vuelve a poner una de sus sonrisas en el rostro.