Quizás esto era una terrible idea, pero quería intentarlo.
Al día siguiente, aprovechando que Eliot había salido temprano junto a Ivan a ayudarlo con algunas presentaciones que tenía, conversé con mis padres acerca de lo que pasó la noche anterior. Más que nada porque necesitaba un auto. Samantha vivía casi a dos horas de camino de donde vivía y todas las líneas de buses que recorrían la ciudad me obligaban a tomar un taxi, para el cual no tenía nada de dinero.
Al principio, al igual que yo, los dos se quedaron en blanco cuando terminé de hablar, pero ambos estaban de acuerdo en que quizás este era el mejor camino para que Eliot lograra cerrar un capítulo doloroso en su vida. Aunque papá no hablaba mucho frente a mí, se notaba que sabía perfectamente en lo que estaba metido Eliot y no podía evitar preocuparse.
En cuanto salí de clases subí al coche, dejamos a Caro en la puerta de su casa y luego emprendimos rumbo a la cafetería donde ella me citó.
El camino fue en parte muy incómodo, desde que Ivan se había vuelto una visita constante se notaba la molestia de mi padre, sabía que era alguien receloso con la gente que se me acercaba, más que nada por lo que me pasó de pequeña, pero toda la situación solo hacía más difícil que pudiera decirle que Ivan no era una mala persona, y aunque no le gustara, tendría que aceptarlo porque estaba saliendo con él.
Cerré los ojos para que todo fuera más llevadero y para cuando los volví a abrir me di cuenta que acabábamos de pasar el letrero de Nortwest, eso significaba que faltaba poco para que pudiera encontrarme con Samantha.
Comencé a mover la pierna por inercia mientras sujetaba mis manos con fuerza. Estaba nervios. Demasiado. Desde que supe de ella por alguna extraña razón todo me hacía sentir cada vez más y más inquieta, por fin iba a ponerle voz a la persona de la foto y estaba a nada de un colapso.
—¿Quieres que cambie de música? —pregunta mientras me observa de soslayo.
Negué tras oírlo. Ambos teníamos prácticamente los mismos gustos musicales, al menos si de rock se trataba. Había probado inducirlo a los nuevos géneros musicales pero él decía que no entendía para nada esos ritmos y no quería hacerlo, así que aquella pregunta me sonaba más a una forma de entablar una conversación para lograr distraer mi mente y evitar que me diera un ataque.
—Me gusta esa canción —respondo, él sonríe ya que sé que también él la ama.
—Escucha... —oigo que carraspea su garganta y giro a observarlo—. Estaré afuera esperándote, si llegas a sentirte incómoda en algún momento, quiero que sepas que estaré allí para ti, mi cielo.
—Sé que lo harás —respondo—, pero algo me dice... que estaré bien.
Al cabo de unos minutos llegamos a la cafetería, al bajar del auto papá me despide con un beso al aire y yo le sonrío mientras cierro la puerta. Estaba preocupado, no lo culpaba, desde el incidente que tuve cuando era niña desconfiaba mucho de las intenciones de las personas, él me amaba y sé que algo que odiaría es volver a estar en una situación similar a la de esa vez.
La cafetería se llamaba Little Bird, toda la decoración dentro parecía la de una fauna encantada; había guirnaldas de plantas que tenían luces, las mesas tenían puestas encima unos manteles con patrones cuadrados de color celeste encima y se veía bastante concurrida. Cuando empujé la puerta la campanilla que había colgada sonó. Una mesera de cabello rojizo y pecas en el rostro se acercó a recibirme con un menú bajo él brazo desde la barra donde estaba conversando con el barista.
—¡Bienvenida! Mi nombre es Claire, estaré a cargo de tu atención —dice con voz cantarina— ¿Mesa para uno?
—De hecho... estoy buscando a alguien —respondo a la par que busco a Samantha.
No fue demasiado difícil encontrarla. Ella estaba sentada en una mesa que tenía un sillón largo y su silla de ruedas estaba replegada a un lado. Traía puesta un abrigo de color beige y cárdigan de color blanco y en su pecho lograba distinguir un bonito collar dorado que tenía la forma de un corazón.
Las personas que estaban un poco más alejadas volteaban cada tanto a mirarla y susurraban cosas, pero ella parecía no darse cuenta en lo absoluto.
—¿Eres Zoey? —dice la muchacha al seguir mi mirada.
—Sí.
—¡Un gusto! —respondió de inmediato, casi como si hubiera estado esperando aquella respuesta de mi parte—.Ven, te llevaré a su mesa.
Asentí y comencé a seguirla. Las personas que estaban en los alrededores al darse cuenta que ambas íbamos a pasar en dirección a donde estaba ella rápidamente cambiaron el tema de conversación y fingieron que hasta hace poco no la habían estado observando.
Cuando estuvimos cerca Samantha despegó la mirada del menú, una radiante sonrisa apareció en su rostro mientras agitaba la mano en el aire, Claire luego de dejar uno para mí comenzó a hablar con ella, y tras tomar nuestra orden se fue a la barra para dejar nuestros pedidos.
—¡Zoey! Que gusto finalmente poder conocerte —la escucho que dice mientras sujeta mis manos— ¿Se te hizo complicado venir?
—No, me trajo mi padre, él me está esperando fuera.
Era una chica muy guapa, las fotografías no le hacían justicia en absoluto, era demasiado extrovertida y su personalidad desbordaba alegría por donde lo vieras, era fácil imaginar porque Eliot se había enamorado de ella.
—Perdona ¿llevas mucho esperando? No pensé que me tomaría tanto tiempo llegar —contesto, ella niega.
—Descuida, acababa de llegar, además me sirvió para ponerme al tanto de unas cosas con Claire, no sé si te pasa, pero por más que veas a una persona prácticamente todos los días siempre tienes algo que contar.
—Me pasa lo mismo —contesto luego de pensar en Caro—. Yo y mi mejor amiga somos iguales.
Samantha comenzó a hablarme acerca de Nortwest y yo la escuché atenta, me moría de ganas por saber que era lo que tenía que decirme, pero iba a ser demasiado descortés de mi parte cortar su conversación para comenzar a atiborrarla con mis preguntas.