Podía jurar que el tiempo se había detenido y todo comenzó a pasar más lento. Amber continuaba observándome con desdén mientras se cruzaba de brazos, pero luego volví a la realidad cuando vi que Caro intentó dar un paso al frente y ella le cortó la entrada al camerino. Drake, que aparentemente era el acompañante que estaba con ella, salió de atrás y se puso justo a su lado. Una sonrisa socarrona se plasmó en sus labios y yo traté de mantenerme firme y calmada, aunque eso era imposible en ese punto.
—Dios, este programa si que ha perdido su brillo —comenta él, Caro por instinto termina poniéndose delante de mí.
—¿Qué haces aquí? Los perdedores no tienen derecho a competir —suelta Amber mientras bate su cabello en el aire.
—Cierra el hocico, bruja —le dice Caro, Amber la observa con profundo odio.
—Eres patética, Walker —añade—. Ni siquiera puedes defenderte por tu propia cuenta, siempre dependes de la… andina esta.
Tuve que agarrar a Caro de la muñeca para evitar que se lanzara al frente. Al tener raíces peruanas, Amber desde que la había conocido cuando buscaba hablar despectivamente de ella se agarraba de eso, y aunque Caro le restaba importancia ya que se sentía orgullosa de sus orígenes, escuchar a la víbora lograba sacarla de sus casillas. En más de una ocasión nuestros compañeros habían tenido que frenarla para evitar que fuera a golpearla, y al estar nosotras solas, era imposible que lograra detenerla porque me sacaba casi una cabeza de altura.
—Caro, las cámaras —le susurré y ella dio un fugaz vistazo a una que estaba apuntando directamente hasta nosotros.
—Amber, si no estuviéramos aquí no tienes idea de como disfrutaría arrancarte esos mechones oxigenados que tienes en la cabeza —le dice, Amber ríe sarcástica ante su comentario—. Por hoy decido ser una dama —ella sonríe y luego de sentir que su cuerpo se relaja la suelto— ¿Qué pasa? ¿Temes que Zoey te parta el culo? —pregunta mordaz.
—¿Perdón? —bufa— Ya le he ganado antes, la historia volverá a repetirse hoy.
—Ganaste suciamente y lo sabes —dije desde atrás armándome de valor, los tres me observaron—. Esta vez no habrá trucos, Amber.
—¿Qué dijiste? —tras decir esto ella prácticamente empujó a Caro y Drake la sujetó para que no se acercara a mí.
Por primera vez me llené de valor y la encaré, Amber se sorprendió, pero no por eso retrocedió ni un solo paso, ella continuó allí mirándome con evidente ganas de golpearme, aunque al ver hacia arriba vio las cámaras apuntándola directamente y mientras chasqueaba la lengua dio un paso atrás.
—¿No aprendiste nada ese día, no Walker? —pregunta.
—¡Suéltame hijo de puta! —diciendo esto Caro golpeó la entrepierna de Drake y este se encorvó producto del dolor— ¿A qué se refiere esta estúpida?
—Ah, ¿Nunca le contaste lo que pasó en ese concurso? —dijo ella fingiendo falsa sorpresa— Vaya, que sorpresa, pensé que eran mejores amigas.
Observé a Caro y apreté los puños por inercia. Habían pasado demasiadas cosas en las últimas semanas y lo último que necesitaba era que Amber abriera la boca, pero aparentemente ya no había manera de escapar de esto.
—No voy a quedarme callada esta vez —la amenacé—. Si quieres comprobar de una buena vez quién es mejor, demuéstralo en el escenario, sin trucos sucios, volveré a hacerte morder el polvo como esa vez.
La respuesta tomó por sorpresa a todos, Amber entreabrió los labios, pero de inmediato frunció el ceño, alzó la mano en el aire y antes de que lograra golpearme, pude ver que alguien tomaba su muñeca en el aire. Reconocí los tatuajes de inmediato, era Eliot.
—Ponle un dedo encima y me encargaré personalmente de que renuncies por cuenta propia a la competencia —siseó peligrosamente mientras agachaba la cabeza, Amber había comenzado a quejarse producto de la presión que él estaba realizando— ¿Te gusta abusar del resto? —pregunta mientras que con la mano que tenía libre sujeta su mentón—. ¿Quieres ver quien logra hacer más daño?
Eliot continuó con su agarre y pude ver como Amber había comenzado a lagrimear, Drake trató de acercarse para hacer algo, pero luego de una mirada de Eliot se quedó en su lado tranquilo mientras temblaba.
—Bien… bien… ya entendí —contesta ella y Eliot la suelta.
Amber sujetó su muñeca y salió del camerino junto a Drake, pude escuchar que ambos estaban discutiendo a medida que se alejaban, pero al menos de momento tendríamos algo de paz.
—¿Estás bien? —él volteó a observarse, yo asentí y acarició mi mejilla.
—Zoey, ¿de que carajos estaba hablando la estúpida esa?
Eliot colocó una mano detrás de mi espalda y me animó a avanzar, los tres terminamos entrando al camerino, y por suerte, todavía no había más personas dentro.
Terminé sincerándome con ella y le conté todo lo que había pasado en el concurso. Ella me escuchó atenta, pero llegó un punto donde comenzó a llorar, me abrazó con fuerza y yo no pude evitar también derramar algunas lágrimas. Caro entendió que no quería que se sintiera culpable y por eso me resguardé en el silencio, posiblemente hacerlo haya sido absurdo para muchos, pero quise protegerla de esa forma porque realmente la quería, y no deseaba verla triste o agobiada por esto.
—Eres una tonta —me dice mientras se separa—. Pero eres muy valiente, y eso es algo que amo de ti —ella sostiene mi rostro entre sus manos y aprieta mis mejillas—. Es hora de que le demuestres a esa arpía lo que es tener realmente talento.
Ella volvió a abrazarme y pude ver como Eliot sonreía. Si no hubiera sido por ellos posiblemente ahora no estaría en ese punto, hubiera optado por nuevamente encerrarme en mi misma y en esta oportunidad, posiblemente nada ni nadie me hubiera hecho salir de esa oscuridad.
Pasaron a penas unos minutos y tres chicos más entraron. Una era una muchacha trigueña que parecía ser unos dos años mayor que Eliot, ella tenía rapada la mitad de la cabeza y traía un outfit estilo country puesto y venía sola. El segundo era un muchacho de cabello largo hasta los hombros, su outfit me recordó mucho a los cantantes estilos grunge que mi padre tenía en sus album’s de recortas, estaba acompañado de una mujer alta de atuendo extravagante; el tercero era otro chico que se veía de nuestra edad, traía puesta una casaca de cuero color rojo con su nombre escrito en la parte de atrás, y en cuanto vio que éramos muchos dentro del cuarto le dijo algo al hombre que lo acompañaba en el oído y salió sin siquiera saludar.