Le dije a Eliot que le contaría todo lo que había pasado al llegar, por suerte mis padres no estaban en el apartamento, y por la nota que dejó mamá, no regresarían hasta que fuera muy entrada la noche.
Mi celular comenzó a sonar y me di cuenta de que era Agustin, tomé la llamada, me acerqué hasta el balcón y mientras me perdía entre las luces de los automóviles por las calles, oí cada cosa que me dijo. Un suspiro involuntario escapó de mis labios, simplemente le agradecí por la información y colgué.
Eliot me observaba ansioso cerca de la entrada, ni siquiera se había movido un centímetro desde donde lo dejé. No podía culparlo, en su situación posiblemente hubiera comenzado a llorar, aunque no me hubieran dicho nada todavía posiblemente no podría soportar la presión. Tomé su mano para darle algo de seguridad y nos dirigimos hasta la pequeña sala de estar, tomamos asiento en tapete del suelo y continuamos observándonos.
—No pasó nada en el elevador.
Comienzo a decir, y él sonríe, aunque no lo diga sé que esto lo tranquiliza. La ansiedad me estaba carcomiendo así que necesitaba buscar la manera de calmarme antes de decir cualquier cosa, pero me resultaba muy difícil hacerlo.
—Cuando estaba por ir al estacionamiento… Agustin me llevó a una sala por una sesión de emergencia —digo, él asiente, nuestras manos todavía se mantenían entrelazadas sobre mi regazo.
Mi silencio no contribuía en nada a la situación, era perfectamente consciente de eso, pero me costaba mucho tratar de ordenar mis palabras para poder soltar esa bomba, así como si nada.
—Cuando llegué estaban Camille, Ivan y sus representantes —añado, y Eliot parece que ya sabe a donde va todo esto—. Han pedido que los tres actuemos en una película… romántica —aquello lo dije tan bajo que podía jurar que ni siquiera me había oído pero lo hizo—, los rodajes comienzan la próxima semana.
Su rostro es todo un poema, era la primera vez que lo veía cambiar de una expresión a otra tan rápido. Todavía mantenía mi mano agarrada así que eso era una buena señal, pero yo no podía evitar plantearme mil y un escenarios en mi cabeza donde algo malo pasaba, desde que las cosas con Ivan habían terminado de esa manera me pasaba constantemente lo mismo.
—Me emocioné mucho al escuchar al director, creí que de verdad había hecho un buen trabajo y por eso se interesó en mí —terminé agachando la cabeza, sentía los ojos arder—, pero… todo ha sido únicamente porque de alguna manera estuve ligada a ellos.
Por algún extraño motivo tenía ganas de llorar. La valentía y seguridad que tuve hasta hace una hora en la sala de reuniones se había esfumado por completo. Agustin no me lo había dicho directamente, pero era casi un hecho de que me eligieron a mi para el papel solo por el estúpido triángulo amoroso que especulaba la prensa.
—Zoey —Eliot me soltó y agarró mi rostro con delicadeza, algunas lágrimas escaparon de mis ojos y él se encargó de limpiarlas—. No sabemos si realmente fue así —añade—Y si en verdad pasó eso ¿Qué importa? —sonríe—. Es la oportunidad perfecta para que le cierres la boca a todos y demuestres quien eres realmente.
—¿Y si resulta ser un fracaso? —pregunto.
—Entonces nos reiremos de esto en el futuro —vuelve a acariciar mi rostro—. Además, Zoey, eres la persona más talentosa y maravillosa que he conocido, después de mi claro.
Nos miramos apenas unos segundos, pero luego comenzamos a reírnos a carcajadas. Aprovecho el momento para acércame un poco más a él intentando que no lo note, pero él parece darse cuenta de esto. Lo observo, él hace lo mismo. Y veo la diferencia de alturas que existe entre nosotros incluso estando sentados. Mierda, Eliot, ¿Por qué no eres un poco más bajo?
El silencio se hizo presente, pero esta vez estaba cargado de una tensión muy dulce. Con timidez su mano termina dirigiéndose a mi mentón y lo acarició, trazando un tierno camino sobre mi piel. Sus ojos avellana se mantuvieron fijos en mí nuevamente y sentí las famosas mariposas dentro de mi estómago. Mi corazón latía con fuerza y mis mejillas estaban enrojecidas a tope, él se encontraba de la misma manera.
Me acerco un poco más y coloco las manos sobre su pecho, siento sus latidos acelerados, y es como si estuvieran sincronizados junto a los míos y estos formában una dulce melodía. Finalmente, Eliot se agachó un poco más, podía sentir su cálido aliento, cerré los ojos y tras apenas unos segundos, nuestros labios se encontraron en un suave y delicado beso.
Podía sentir como el mundo a nuestro alrededor desapareció, dejándonos solo a nosotros disfrutando de ese momento. El beso se profundizó, Eliot me sostuvo entre sus brazos con amor, brindándome aquella seguridad que necesitaba. Cuando finalmente nos separamos abrí los ojos lentamente, nos observamos en complicidad y sonreímos.
—Eliot —él me observa y acaricia mi cabello.
—Dime.
—¿Quieres ser mi novio? —pregunto, imitando la vez que se lo dije cuando éramos dos niños pequeños.
La pregunta lo tomó por sorpresa y una carcajada escapó de sus labios luego de ver la extraña mueca que estaba haciendo.
—¿Lo tomo como un si? —añado, volviendo a la normalidad.
—Hoy, mañana y siempre. Siempre obtendrás un sí de mi parte, Zoey —responde y vuelve a atraerme a su cuerpo, él deposita un pequeño beso sobre mis labios—. Aunque me hubiera encantado preguntártelo yo.
—Oye, sé alguien moderno, las chicas también podemos confesarnos —respondo—. Además, no está de más ser tu primera vez.
—Bien, pero luego me toca a mi.
Diciendo esto me observa y no logro entender a que se refiere, Eliot termina riendo mientras tiene las mejillas sonrojadas y luego me abraza, estoy a punto de decirle algo, pero escuchamos las llaves de la puerta así que tuvimos que separarnos.
Camino hasta ellos y los saludo como siempre, observo a Eliot y este todavía tiene aquella sonrisa desconcertante en su rostro, y yo lo único que pensaba era ¿A qué podía referirse con lo que dijo?