Viaje a las estrellas

❤ CAPÍTULO XXXVI ❤

Caro se quedó callada y simplemente la abracé, Eliot no sabía que hacer en esa situación, lo veía dar vueltas en la habitación, pero finalmente tomó asiento a su lado y colocó su mano encima de su rodilla mientras la palmeaba ligeramente.

—¿Hay una posibilidad de que me dieran los exámenes de otra persona? —la oigo preguntar mientras se separa un poco.

Comenzó a frotar su rostro con ambas manos para finalmente quedarse viendo un punto inexacto del cuarto, parecía que estaba perdida en sus recuerdos.

—Me cuidé —comienza a decir—. Siempre utilizamos un preservativo de por medio, él no quería al inicio pero fue la única condición que puse. Mierda siempre supe que tenía que haber tomado pastillas o algo, fui demasiado confiada —luego de decir esto me observa.
—Caro ¿tuviste tu periodo?
—Lo tuve… Es decir, siempre fui irregular, pero… tenía un poco de sangrado todos los meses —tras decir esto sujetó su cabeza con fuerza— ¿Cómo no pude darme cuenta? ¿Cómo he sido tan tonta? ¿Cómo no noté que había alguien dentro de mí? El doctor dijo que esos sangrados eran de implantación, que ahora no es un embarazo de riesgo, pero necesito cuidarme si no quiero que se complique y pueda nacer sano. Me quiero matar.

Caro se paró de la cama de golpe y fue en dirección a la ventana, Eliot corrió a agarrarla y mientras ella pataleaba en el aire terminó siendo agarrada por nosotros a la cama.

—Si no lo hago yo lo hará mi mamá —dice con una sonrisa nerviosa—, solo son dos pisos, pero si me quedo en com…
—¡Caro, basta! —la freno y agarro sus brazos, ella comienza a llorar.
—Zoey, no puedo tenerlo —continua—, pero ni siquiera puedo… mierda. ¿Qué tan mala ha tenido que ser mi suerte como para que desde que inicie mi vida sexual haya quedado embarazada?
—¿Cuántos meses tienes?
—Tres… es demasiado tarde para hacer algo —añade y entendí de inmediato a que se refería. Ella observó su vientre y colocó sus manos allí—. No es que no te quiera, es que… mierda, no puedo tenerte. No tengo nada que darte, no serás feliz conmigo…
—Tienes que hablar con él —dice Eliot luego de un largo silencio—. Tiene derecho a saber.
—No quiero. Tengo miedo.
—Caro —la observo, ella continúa temblando—. No estás sola te lo prometo. No voy a dejarte sola en esto.

Durante media hora Caro se mantuvo mirando la pantalla del teléfono, finalmente terminó apretando el botón de la llamada. Victor no contestó de inmediato, pero casi al último momento logramos escuchar su voz desde el otro lado.

—Pensé que no querías volver a hablarme —lo escucho decir y la sangre me hirvió.
—Bueno, aquí estoy —responde ella fingiendo serenidad— ¿Te gustaría que nos veamos?
—Salgo de viaje en dos días y no volveré en dos meses, mañana daré una reunión en mi casa, acá te espero.
—Está bien, ahí estaré.
—Y evita traer a tu amiguita, no quiero problemas.

Diciendo esto él cortó la llamada. Caro nos observó avergonzada, ella siempre me había dicho que Victor era muy caballeroso y que la respetaba bastante, pero por la forma que le habló, parecía ser un simple patán.

Mis padres volvieron después de varios minutos, ellos querían mucho a Caro, era prácticamente una hija más para ellos y la noticia había sido tan chocante como lo fue para Eliana, pero ellos sabían que lo que ella necesitaba en ese momento era tener tranquilidad, y sobre todo, comprensión.

Terminaron dándole de alta del hospital y le entregaron muchas vitaminas y suplementos que debía tomar, mis padres la llevaron al departamento, no quisieron decirnos lo que habían conversado con su madre, pero lo mejor para ambas en este momento parecía ser esperar que las cosas se calmaran para poder sentarse a conversar.

Al día siguiente acompañé a Caro a la mansión de Victor, Eliot se estacionó en el auto de papá algunas casas más abajo, cuando estuvimos frente a la reja el guardia la saludo amenamente ya que la conocía y nos dejó pasar. Era temprano, demasiado como para que los invitaron llegaran, así que esto le daba la oportunidad a ambos para que pudieran conversar.

Ella estaba demasiado nerviosa, era la primera vez que la veía de esta forma, pero era algo lógico.

Victor estaba en la entrada, me observó con desprecio y luego dirigió una mirada fugaz a Caro, tuvo que fingir que se sentía a gusto con mi presencia, solo en ese momento me di cuenta de lo hipócrita que era.

Le pedí ir al baño, necesitaba darles espacio para que hablaran, él me dijo a donde tenía que ir pero me terminé escondiendo para poder escucharlos.

—Bueno, supongo que a tu amiguita no le importará verte —lo escucho decir—. Quítate la ropa antes de que vuelva.
—No vine para es… eso —la escuché decir, su voz temblaba.
—¿Entonces a que viniste Carolina? Pensé que extrañabas que lo hiciéramos, solo por eso accedí a verte.
—Victor, basta.

Asomé el rostro ligeramente y vi como él la tenía sujeta con fuerza, estaba besando su cuello mientras apretaba su espalda baja, igual a la última vez que lo vi. Tenía unos fuertes deseos de ir y golpearlo.

—¡Te dije que basta! —esta vez ella terminó empujándolo, Victor rio y colocó sus manos a cada lado de su cuerpo.
—¿No irás a decirme que estás embarazada, no? —exclamó sarcástico.

Tras la pregunta el rostro de Caro se desencajó. Victor la observó aguardando una respuesta, pero ella se aferró al silencio mientras su brazo con evidente incomodidad, Victor la miró y volvió a reír, luego metió la mano dentro de su bolsillo y tomó un cigarrillo, caló el humo y lo tiró hacia un lado.

—¿Y bien, que harás? —pregunta mientras da dos pasos al frente acortando su distancia—. Desde ya te informo, no pienso ser padre.
—Es tu hijo… —añade ella, dolida.
—Nada me garantiza que sea mío —responde, y ella entreabre los labios—. Siempre nos cuidamos, y me decías que el periodo te venía ¿Qué me garantiza que no te acostaste con otro luego de dejarme?
—¿Eres idiota? Fuiste mi primera vez, después de ti no volví a tener sexo con nadie.
—Nada me lo garantiza, Carolina. Te puedo pagar el aborto si es lo que buscas —tras decir esto sujeta su mentón—. El sexo contigo era increíble, no te lo negaré, pero no quiero estar atado a esto. Lo mejor sería que abortes.
—No puedo, tengo tres meses.
—Entonces dalo en adopción o algo, seguro que alguien lo querrá.
—Es increíble lo que estoy escuchando —contesta ella golpeando su mano—. ¡Es tu hijo, no un par de zapatos viejos! —Victor vuelve a reír luego de escucharla— Dijiste que… querías un futuro conmigo… ¿Acaso era mentira lo que me dijiste?
—Cariño —Victor depositó un beso en su mejilla—, solo quería que abrieras las piernas, debes ser un poco más desconfiada. ¿Quién querría tener algo formal contigo? Es decir, mírate. Eres guapa no te lo negaré, estás a la altura de las mujeres más guapas del medio… para ser bueno tu sabes, latina. Te ves increíblemente bien desnuda, y sabes usar esa boquita a la perfección gracias a mí, pero nunca estuve dispuesto a formalizar todo esto.




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