La salida de Benjamin Moore por “nuevos retos laborales” se dio al cabo de unas horas en Golden, como era lógico los rumores no se hicieron esperar, pero el hermetismo que se manejó con respecto al tema impidió que cualquier detalle, por pequeño que fuera, sea filtrado a los trabajadores.
Los días pasaron, y tal y como dijo Nicol, las personas que habían sido afectadas denunciaron formalmente el martirio que habían vivido bajo su representación.
Daba miedo ese poder de intuición, o videncia, que ella había tenido, pero esta fue la oportunidad que ella necesitó para denunciarlo formalmente a las autoridades.
Lógicamente, los periodistas se terminaron enterando la denuncia y la noticia se terminó filtrando a los medios ya que era un escándalo sin precedentes en el mundo del espectáculo, ahora Benjamin estaba siendo procesado por quince casos de extorsión y acoso y su panorama no era para nada favorable.
El contrato jugoso que había firmado con la empresa competidora de Golden terminó cayendo, nadie quería tener algo que ver con él, así que por fin el maldito karma lo había alcanzado y estaba viviendo en carne propia el sufrimiento que durante años provocó a los demás.
La grabación de la película se tuvo que pausar ya que era imposible para nosotros entrar o salir del estudio por los paparazzi. Así que aquí estábamos, era un sábado por la tarde, se nos había permitido regresar solo por hoy a nuestra casa para poder tener un día normal.
—Zoey, abre la puerta por favor —me pide mi madre y yo asiento.
Caminé hasta la entrada y cuando la abrí me topé con dos ramos enormes de rosas frente a mí, Ivan se asomó tímidamente desde atrás, me moví para que pudiera pasar y una vez que estuvo dentro los extendió hacía mil. Fácilmente podía contar unas cien rosas en total.
—Ey… Eliot me dijo que… podía venir.
—No me comentó nada.
—Es que era una sorpresa… —añade con nerviosismo.
Mi padre fue a buscarme al ver que tardaba y nos vio a ambos allí, le conté todo lo que había pasado, ya que no quería que volviera a enterarse de algo por la prensa, y en más de una ocasión se le notaba bastante fastidiado con todo el asunto.
Ivan caminó hasta estar frente a él, agachó la cabeza, mi padre todavía lo observaba analizándolo a detalle.
—Señor Walker, sé que… no tengo derecho a venir, pero quería disculparme formalmente con usted y con su esposa —en su voz noto el nerviosismo—. Mis acciones fueron despreciables, no busco justificarme solo para que me perdone, pero… solo quería que supiera que realmente lamento el haber puesto a Zoey, y a ustedes, en una situación tan horrible como la de hace unos meses.
Cuando terminó de decir esto Ivan se quedó callado, pero sorpresivamente, fue mi padre el que esta vez caminó hasta estar frente a él, pensé que lo sacaría de la casa, pero no fue así, lo abrazó con fuerza e Ivan no supo como reaccionar.
—Lamento como te traté —le dijo—. No tenía idea por lo que estabas pasando. Fui muy injusto contigo, me dejé cegar y creí que… eras alguien más del estrellato que no le importa lastimar a las demás personas. Sería absurdo no perdonarte después de lo que hiciste por ella, así que… Ivan, te perdono, y tienes mi eterna gratitud.
Mamá no tardó en aparecer, se sorprendió como yo de ver a mi padre abrazándolo, pero sabía todo así que era consciente de que necesitaba eso en este momento.
Ambos supieron entenderlo, las cosas se habían salido de sus manos y él, con la corta edad que todavía tenía, había tratado de solucionarlo de la mejor forma posible.
Al llegar a la parte de atrás vimos a Eliot tocando la barriga de Caro, ella tenía una hamburguesa en la mano y él colocaba una mueca mientras palpaba por varias zonas.
—Estás delirando —le dijo—. No siento nada.
—¡Te digo que lo he sentido! No estoy loca —Caro, al ver a Ivan, caminó hasta donde estaba y colocó una de sus manos sobre su vientre.
Aguardaron en silencio, con un dedo elevado en el aire, y luego de algunos minutos, los dos se sorprendieron, Ivan parecía un niño con juguete nuevo, se emocionó al sentir el pequeño movimiento y Caro volteó para sacarle la lengua a Eliot.
—El loco es otro —añade, pero luego se da cuenta de lo que acababa de hacer—. Perdón.
Avergonzada, ella regresó a su lugar y comenzó a comer su hamburguesa. Todos nos miramos disimuladamente, pero nadie dijo nada. Continuamos con la conversación como si nada hubiera pasado y seguimos con la pequeña reunión.
Ivan se divertía, era la primera vez que lo veía tan relajado, al menos con más gente alrededor. El semblante que tenía desde que se había librado del idiota de Benjamin era mucho mejor. Ya no tenía las ojeras tan pronunciadas y su rostro no se veía tan hundido como semanas atrás.
Cuando terminamos de comer, papá trajo consigo el monopoly. Ivan nunca había jugado, así que tuvimos que explicarle rápidamente las reglas. Creo que fue la peor idea que tuvo mi padre porque entre Caro y él se formó una competitividad insana. Caro prácticamente peleaba las propiedades, pero no fue hasta que terminó cayendo en la de él, que tenía varios hoteles, que todo acabó. Ivan no desaprovechó la oportunidad para molestarla, pero a ella parecía generarle diversión todo esto.
—Oye, ¿podemos hablar? —le preguntó a Eliot, quien estaba sentado a mi lado.
Él me observó y luego me dio una sonrisa. Los dos se dirigieron al interior de la casa y a Caro y a mí nos dieron unas ganas inexplicables de estirar las piernas, así coincidentemente caminamos en su dirección guardando una distancia prudente de donde ellos estaban.
—Antes de que empieces, quería darte las gracias por todo —empezó diciendo Eliot—. Lamento cómo fueron las cosas los últimos años, estaba tan cegado por mi propio dolor que no me paré a pensar en cómo te estaba lastimando. Lo siento.
—No tienes por qué disculparte, soy alguien benevolente así que sé entender —contestó de forma graciosa y ambos terminaron riendo—. En realidad, Eliot, para mí ha significado mucho lo que hiciste. Sé que estuviste tratando de recopilar pruebas que me ayudaran, a ti y a Zoey les debo mi libertad.
—Somos familia.
—Sí, pero sabes tan bien como yo que no siempre la familia está allí para ti —respondió algo apagado—. Pero tú lo hiciste, Eliot. Pese a que no sabías nada quisiste ayudarme, pese a que quizás me odiabas por lo que le hice a Zoey, querías darme una mano.
—No te voy a negar que sentí deseos de golpearte —confesó—, pero te conocía lo suficiente como para intuir que algo no andaba bien.
—Por eso te quiero.
—Cierra la boca, no seas cursi.