Bueno, era una mierda en toda ley la situación que estaba viviendo. Él, con sus ojos oscuros y esa jodida sonrisa afectada en los labios, esperaba que ella le dijera algo. ¿Qué? No tenía la más puta idea.
—¿Me podés putaer aunque sea?— le pidió con la voz quebrada.
—Tranqui, Maty, son cosas que pasan. Ya no va más, no puedo hacer nada — respondió suavemente mientras se llevaba un mechón de cabello tras la oreja.
—Te juro que me siento como la mierda — aseguró mirándola con los ojos repletos de culpa.
—No es tu culpa. Si ya no sentís cosas por mí, está todo bien — dijo tratando de aguantar la punzada de dolor que le abría el pecho—. Además, si no terminábamos hoy lo íbamos a hacer dentro de tres semanas, antes del viaje — aseguró forzando una sonrisa. Sí, nadie en su sano juicio iba de viaje de egresados estando en pareja.
Bueno, él iba, ella se quedaba porque el viaje a Bariloche era demasiado caro y su familia no nadaba precisamente en dinero. Es más, sus padres estaban dispuestos a sacrificar las vacaciones en familia solo para que ella pudiese hacer el viajecito con sus compañeros, pero Pilar se opuso firmemente. No era justo, ni para sus padres, ni para su pequeña hermana, que todos se tuvieran que quedar en pleno Enero a cagarse de calor en Mendoza, con cincuenta grados a la sombra, cuando bien podrían ir a Viña del Mar y pasar quince días en la playa. Todos. Juntos.
—Sos una mina demasiado buena — le susurró mientras la estrechaba entre sus fuertes brazos.
Sí, ya se lo habían dicho, demasiadas veces, siempre cuando la dejaban, o descubría que la engañaban. Jamás se enojó con ningún hombre por eso, ella sabía que, si la cosa no funcionaba, no era culpa de nadie, simplemente no funcionaba. Bueno, tampoco se había enamorado tanto de alguien como para que le doliera. Salvo de él. Matías le estaba arrancando una parte de su alma, y el que fuera buen flaco, no la ayudaba a que lo pudiera odiar como quería.
—Que tengas un lindo viaje — dijo sonriéndole de frente, mirándolo directo a esos oscuros ojos que tanto amaba —. Portate mal — bromeó intentando alivianar el ambiente.
—Te diría lo mismo para tus vacaciones, pero vas en plan familiar, además tus viejos son re cuidas, asique, supongo, va a ser todo tranquilo por tu lado — respondió aún manteniéndola pegada a su cuerpo que olía a perfume y calidez.
—Es lo que hay.
—Seguro que Manuela la va a pasar de diez — aseguró antes de plantarle un fuerte beso en la cabeza.
Pilar solo asintió y se despidió rápido, antes de que las lágrimas comenzaran a rodar por sus mejillas y se llevaran el poco orgullo que aún conservaba.
Y así se fue, dejándole un pedazo de su corazón, pedacito que él custodiaría para siempre, por el resto de sus tiempos.