—Acá estabas, boludo — dijo dejando caer su enorme cuerpo al lado del de su amigo que fumaba lentamente en aquel patiecito interno.
—Tomy — respondió a modo de saludo.
—Supuse que tu humor iba a ser una mierda — suspiró apoyando su espalda en la misma que se acomodó Cristian hacía unos buenos minutos atrás.
—Una real mierda — secundó antes de volver a aspirar el humo de su cigarrillo.
—Bueno, mirá el lado bueno, ya no tenés que competir contra él— dijo divertido.
—Es peor, tengo que competir contra la mirada llena de estúpido anhelo con que lo mira cada vez que lo tiene enfrente — masculló con mal humor.
—Estás bastante pesimista, pensé que ese era mi rol en esta amistad — se burló antes de encender su propio cigarrillo.
—Sí, hoy hemos cambiado roles. Aunque no creo que te estés ocultando acá por gusto y gana — pinchó con maldad.
—¿En serio era necesario que tu hermano lo invitara?— preguntó con furia contenida.
—Es su amigo — respondió Cristian inhalando un poco más de aquel humo que sabía a tabaco y chocolate.
—No, Rodrigo es su amigo, Marco es el hermano de su amigo.
—Sabes que a Alejo le gusta el cumpleaños multitudinario, qué querés que te diga — respondió encogiéndose de hombros.
—El muy pelotudo está chamuyando con un flaco— gruñó antes de volver a aspirar se su cigarrillo.
—Es culpa tuya, vos fuiste un forro, ahora aguantate como niño grande — rebatió palmeándole el hombro.
Tomás lo fulminó con la mirada y se tragó el insulto. ¡Claro que sabía que él la había cagado a lo grande, pero no tenía ganas de que Cristian se lo recordara!
—Vamos antes que te cague a trompadas — le dijo a su amigo poniéndose de pie.
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La vio que se había quedado sola y decidió usar toda su fuerza de voluntad para poner sus pies en dirección a ella. Tenía que hablarle, no podía dejar todo así, no sabía por qué, pero no se sentía bien que las cosas se hubieran desarrollado así.
—Disculpá — dijo suavemente llamando la atención de la morocha.
Ivonne dejó de contemplar a su novio y esos dos amigos que jugaban como niños pequeños en la pileta, y volvió sus ojos verdes hacia la castaña.
—Si — respondió con una sonrisa sincera.
—Perdón, quedé como una maleducada recién, cuando Maty nos presentó — explicó Pilar sintiendo los nervios en la boca del estómago.
—Tranquila, no pasa nada, sé que es difícil hablar con tu ex — dijo con calma. Bueno, en realidad Ivonne no tenía idea de aquello sobre hablar con ex parejas ni nada, nunca había estado en una relación fuera de Matías, pero lo suponía.
—¿Sabés sobre nosotros?— preguntó en un susurro, sintiendo la esperanza encenderse sin fundamentos solo por la triste idea de imaginar que él había hablado de ella.
—Iván— respondió la otra señalando al castaño que jugaba en el agua junto a Riko y Matías.
Bien, así como la esperanza se encendió, se apagó en un segundo.
—Ah — No supo qué decir, ni siquiera supo disimular su decepción.
—También me dijo que sos buena mina, asique supongo que lo de recién no fue a propósito.
—Para nada — respondió rápidamente, mirándola directo a los ojos para que supiera la firmeza de su declaración—. Sólo que… bueno, no sabía… yo…
—¿Todavía sentís cosas por él?— preguntó, aunque sonó más a una afirmación.
Pilar la miró impactada, sin poder pronunciar una sola palabra, pero tampoco sintiendo que debía negar una verdad por demás evidente.
—De todas formas no importa— Al fin pudo murmurar bajando la mirada a sus manos —, se nota que él te ama muchísimo. Te está mirando con cara de pelotudo solo porque vos sonreíste— dijo Pilar riendo suavecito.
—Yo también lo amo mucho, aunque me costó aceptarlo — escupió sin dar demasiadas explicaciones.
—¿Cómo?
—Larga historia. Mejor hablemos de otra cosa, ¿de dónde conocés a Alejo?
—Íbamos a la misma escuela, no al mismo curso, pero ya sabés cómo es él, se hace amigo de todo el mundo.¿Vos?
—De las peleas — respondió con simpleza.
—Bueno, me alegro haber hablado con vos antes de que te enojaras conmigo— bromeó riendo.
—Tranquila— dijo poniendo suavemente su mano en el hombro —, no puedo pelear fuera de un ring — susurró arrancando una risa nerviosa en la castaña. Bien, que una peleadora profesional declare aquello no se sentía muy bien.
—¡Pilar al agua!— gritó Cristian levantándola por los aires mientras corría hacia la pileta.
A lo lejos Pilar escuchó la risa de Ivonne, como también vió la cara de preocupación de Matías. Mierda, él también se acordaba del pánico que tenía al agua profunda.
—Por favor, Cris, no — suplicó aferrándose al hombre —. Me da miedo, no sé nadar — continuó rogando.
—No te sueltes — susurró él antes de lanzarse al agua.
Sintieron el frío líquido envolverlos, vieron las burbujas subir mientras sus cuerpos se hundían, notaron sus músculos tensarse, los de ella aferrándose a él, los de él protegiéndola a ella.
Con un impulso de sus pies, Cristian los volvió a sacar a la superficie, notando cómo Pilar se aferraba a su cuello mientras hundía su cara en el huequito del cuello.
—No me sueltes — susurró la castaña sin dejar de apretarse contra él.
—Jamás podría, princesa — respondió moviéndose a la orilla —. Tranquila, ya te podés agarrar del borde — explicó llevando la mano de la mujer hacia la saliente de cemento.
—Me da miedo el agua profunda — dijo mirándolo directo a los ojos, transmitiendo el terror que circulaba por sus venas.