Vidas - Capítulo 3

Capítulo 7

En cuanto vio a su hermano entrar debió aguantarse la risa. Jamás, en toda su vida, lo había visto con tal expresión de derrota.

 

—¿Mal día?— pinchó sin poder evitar la sonrisa.

 

—Una mierda — respondió el mayor dejándose caer en el cómodo sillón donde se encontraba Cristian.

 

—¿Algo en lo que pueda ayudar?— indagó sin despegar los ojos del celular. Al parecer su princesa sí se iba a pasar con el alcohol y su hermano tendría que buscar un reemplazo en el café.

 

—No, gracias por el ofrecimiento— murmuró sacando su teléfono. Tal vez Rodrigo había encontrado a alguien que buscara una chef.

 

—Bueno, si necesitás algo… — dijo poniéndose de pie.

 

—Sí— exclamó antes que abandonara la sala —. Si conocés algún buen lugar que estén contratando chef, tal vez alguno de tus amigos que su familia tenga restaurantes o bodegas, ¿me avisas?

 

—Le pregunto a Martín. Sus viejos tienen un par de bodegas con restaurantes, tal vez ellos necesiten gente — respondió actuando a la perfección su rol de ignorante. 

 

—Dale, Cris, gracias — dijo el mayor dejándolo  ir.

 

Ni bien el morocho comenzó a subir las escaleras envió un mensaje a su amigo, era verdad lo de la familia de Martín y, estaba seguro, su rubio amigo estaría más que feliz de ayudar a aquella mujer que lo traía medio embobado desde que la conoció en el cumpleaños de Alejo.

 

En menos de tres horas Martín había conseguido una entrevista para la rubia en una bodega ubicada en Luján. Cristian sonrió y, antes de avisarle a su hermano, le escribió a cierta princesita que lidiaba con la resaca.

 

—Sos un genio, amor — Y ese "amor" le calentó el alma —. Ahora mismo le digo a Sofi. Mil gracias — agregó con la voz ronca por el sueño y el exceso de alcohol. 

 

—Te mando por mensaje el lugar y horario de la entrevista y con quién tiene que hablar. Ya saben que va de parte de Martín. 

 

—Genial. Te dejo porque necesito vomitar — dijo y cortó la llamada. Bueno, mejor iba a la farmacia y le compraba un Alikal.

 

Salió de su habitación aún riendo y golpeó en la de su hermano. Alejo lo recibió con los ojos cansados y el cabello hecho un desastre.

 

—¿Qué pasó?— preguntó el mayor revolviendo más su enmarañado pelo.

 

—Martín le consiguió una entrevista en la bodega de Pedriel — avisó logrando que su hermano sonriera.

 

—Es un genio. ¿Cuándo es la entrevista?

 

—Mañana.

 

—¿Con quién?

 

—Marcela Serra, Sierra, algo así. 

 

—Ah, Marce, sí la conozco, ya la voy a llamar.

 

—Pará, Ale, que si le dice algo va a saber qué metiste la cuchara y no va a querer el laburo. Ya tiene cuña con Martín, dejá que el resto siga solo — aconsejó viendo cómo su hermano se sentía cada segundo más frustrado.

 

—Bueno, dale. ¿Le avisas vos? Decile a Pilar que Martín te comentó y vos sabías que su amiga es chef, no sé — Cristian asintió, ya le había comunicado todo a su linda princesa, pero no bajo los términos que proponía su hermano —. Le voy a decir a Pilar que me ponga como contacto, de última si necesita referencia le hago el aguante — explicó con resignación, sabiendo que Sofía jamás aceptaría su ayuda, pero tratando de hacer, por una puta vez, las cosas bien con ella, para ella.

 

—Me parece que mejor le digas vos a Sofi y ya. La tenés que enfrentar en algún momento— aconsejó antes de darse media vuelta y volver a su cuarto.

 

Alejo suspiró resignado y cerró la puerta. Al caer sobre su enorme cama tomó el celular y envió un audio que, tal vez, jamás sería escuchado.

 

Imbécil (Alejo): (audio) Sofi, se que la re cagué, pero Cris me contó de la entrevista. Si querés ponerme como referencia, yo puedo dar fe de tus habilidades. Te juro, por lo que más quiero en el mundo, que son mis viejos, que nunca te ofrecí el trabajo pensando en otra cosa que no fuera en tu capacidad culinaria. Sos una grosa, y yo quería tu visión en el nuevo local de Chacras. Perdón, Sofi, sé que lo hago todo mal con vos, pero, en serio, perdón. 

 

Sofia se dejó caer en la cama mientras una lágrima traicionera caía por su mejilla. Claro que ella también estaba entusiasmada por aquel nuevo proyecto, Alejo le había dado mil detalles y todos le resultaron fascinantes, pero a veces las cosas simplemente no sucedían, estaban designadas para ser otra cosa.

 

—Vamos, rubia, que ya tenés entrevista — alentó su amiga entrando a la pequeña habitación mientras su largo cabello dejaba caer unas gotas de agua al piso de madera.

 

—Me mojás el piso — regañó desde su cómoda ubicación horizontal.

 

—Bueno, no tenés secador, no puedo hacer nada. Además hace demasiado calor, creo que me derrito — exclamó dramáticamente dejándose caer sobre el cuerpo de su amiga.

 

—Me aplastás— se quejó entre risas.

 

—¿Comemos algo? — indagó la castaña mirándola con una enorme sonrisa aún sobre su cuerpo, elevando el rostro para mirarla de frente con una enorme sonrisa en los labios.

 

No tenía idea de cómo, pero Pilar podía morir de la resaca y lo mismo comerse dos hamburguesas veganas y un buen plato de fideos.

 

—Dale, vamos a comer — aceptó empujándola lejos de su cuerpo.

 

—————————————————

 

Sonrió cuando la vio bajar las pequeñas escaleras de salida. Bueno, en realidad sonreía cada vez que la veía, no importaba qué estaba haciendo.

 

—Hola, ladrona — susurró antes de besarla.

 

—¿Ya no soy princesa?— indagó divertida.

 

—Sos las dos cosas, hoy más ladrona que princesa — indicó señalando la remera de la castaña.




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