—¡Maximiliano ayúdame! No nos dejes morir, por favor, mi amor ayúdame
—¿Dónde estás? No te puedo ver, dime ¿Dónde estás? ¡Carajo, ¿dónde está mi esposa? — Era la octava noche que no podía dejar de tener esas pesadillas una y otra vez, desde que su esposa fue secuestrada ante sus ojos junto a su hijo de seis años, no podía dejar de atormentarse noche tras noche, aun en el día no dejaba de atormentarse, el saberse un maldito bueno para nada que no logró tener a salvo a su familia.
Aunque trataba de dormir en el día al cerrar los ojos, las imágenes no dejaban de llegar a él como cascadas para gritarle que ahí afuera estaba la mujer que amaba en el algún lugar, seguramente sufriendo porque él no supo cuidarla como debía era lo que su mente le gritaba a cada instante, era el juego que su mente hacía con su cordura, lo estaba llevando a la locura y no lo dejaría en paz hasta que hiciera algo al respecto.
MIENTRAS EN EL HOSPITAL
—Tienes que despertar Edward, mi amor tienes que hacerlo, necesito tu sonrisa iluminando mis días, fui tan estúpida en no contarte esta noticia tan maravillosa — Atrayendo la mano de su esposo hasta su vientre logrando que el monitor tenga algunas alteraciones, pero muy leves, haciendo que las lágrimas de Apolinaria cayeran si descanso tal cual hace casi una semana.
— Fui una idiota, al pensar que era lo mejor callar, necesito que me digas que todo estará bien.
Todo estaba de cabeza, no era solo el coma a que había sido sometido Edward, era todo, la desaparición de Mary y accidente de Max, Maximiliano casi voltea todo el hospital, tuvieron que sujetarlo entre varios miembros del personal médico para sedarlo, por lo que ahora casi no duerme y si lo hace despierta gritando por las terribles pesadillas que lo atormentan, no come, no tiene sosiego desde que despertó luego del atentando y se vio en el hospital sin entender qué había sucedido.
» Tú eres el único capaz de ayudar a Maximiliano, está destrozado, cariño, quiero que despiertes, tengo tanto que decirte, nuestro bebé te espera, no nos dejes por favor — Con las lágrimas inundando su vida. Se quedó unas horas más hasta el momento en que le tocaba el control de su embarazo, algo que le partía el alma, por un lado, por no tener a Edward tomando su mano y diciéndole que todo estaría bien, y, por otro, tenía un pedacito de su amor en ella, cuando paso al consultorio la atendió el doctor Ramírez
— Buenas tardes, señora Moretti, le hará unas preguntas y luego pasaremos al ecógrafo — De pronto se escuchó que tocaron la puerta e ingreso con unas carpetas, saludo y al dejarlas.
—Disculpe la interrupción, doctor Ramírez, buenas tardes, señora, aquí tiene las historias de los siguientes pacientes y por cierto doctor, sigo sin contactar a la señora Del Monte— Revisando unos papeles corroborando nuevamente que no faltara ni una historia.
—Siga intentando, tal vez ya regreso de su viaje de bodas — Cuando Apolinaria oyó el apellido y luego la palabra boda no dejo de sacar conclusiones.
—Doctor, disculpé ¿Está hablando de Mary Del Monte? — Sentía una angustia, latente en su pecho, desde el terrible día en la vida de todo cambio como del día a la noche.
—Así es, es una paciente nueva y no logramos contactarla a su teléfono. ¿Acaso la conoce? — La angustia resurgió en ella de manera apabullante, sentía pequeños zumbidos en los oídos y la palidez se manifestó en su rostro, rápidamente fue atendida por la enfermera y el médico, quienes al examinarla supieron que había sufrido una baja de presión luego aplicarle los auxilios médicos.
» ¿Cómo se siente? Sea lo que sea por más pequeño que le parezca tiene que decirme, en su estado cualquier detalle por más insignificante que parezca es vital. — Una baja de presión en su embarazo podría conllevar otras complicaciones como la preeclampsia hasta diabetes gestacional y por el expediente de abortos espontáneos de Apolinaria, era algo que tenía que evitar a toda costa.
—Si doctor lo entiendo y me siento mejor, solo que me sorprendió la noticia, Mary es en realidad la esposa de mi jefe, Maximiliano Del Monte, pero será mejor que hablé con su marido, esto es demasiado para procesar, Solo dígame ¿Por qué la están buscando? ¿Qué es lo que tiene la señora? — Tuvo que llamar al pen house, donde se estaba quedando Maximiliano y era vigilado constantemente, ni siquiera el estado delicado de Max lograba calmarlo, no había podido hacer ningún viaje por la salud de su hijo quien estaba en una cama con varias partes del cuerpo fracturado y no despertaba del todo, solo divagaba, así que envió el mensaje a Gutiérrez el jefe de seguridad de la familia.
—Señor, la esposa de Edward dice que necesita ir al hospital y hablar con un médico llamado Ramírez, dijo que era de suma urgencia — Con mucho temor había tocado la puerta del despacho, nadie en su sano juicio quería cruzarse con su jefe en este estado, muchos fueron despedidos en estos días, no confiaba en nadie, Maximiliano sentía un delirio de persecución, derivado de la angustia que le provocaba todo lo acontecido.