Vínculo Forzado

Capítulo IV

Alma sale a la sala donde se encuentra con Thomas y rompió el silencio con determinación.

—Thomas, tenemos que hablar. —Él desvió la mirada hacia ella, notando la seriedad en su expresión.

—¿Qué sucede, Alma? —preguntó con preocupación.

—He decidido que no vamos a vivir en la mansión, prepara tus maletas, que nos vamos —declaró Alma, sin rodeos. Él se sorprendió por la afirmación de ella. Frunció el ceño, intentando comprender sus motivos.

—¿Por qué no? —inquirió, desconcertado—. La mansión es grande y cómoda. Sería el lugar perfecto para nosotros.

—Thomas, eres un hombre casado ahora. Nuestra vida ha cambiado. No podemos seguir viviendo bajo las mismas reglas que antes. Necesitamos nuestro propio espacio, nuestra propia intimidad. No quiero estar constantemente rodeada de la familia Hall y sus expectativas. —Suspiró, sintiendo la necesidad de explicarse—. Necesito sentir que tenemos nuestro propio espacio, donde podamos ser nosotros mismos. Ya lo hablé con tu abuelo y está de acuerdo. —Él reflexionó sobre las palabras de su ahora esposa. Comprendió su punto de vista y sintió que tenía razón—. Necesitamos apresurarnos y recoger tus cosas. Aún tenemos que pasar por mi departamento para recoger mis pertenencias —dijo Alma, su tono firme y decidido.

—¿Por qué tenemos que ir a tu departamento? ¿No podemos simplemente quedarnos hoy aquí y llevar tus cosas allí mañana? —preguntó, buscando una explicación. —Alma suspiró, frustrada por la falta de comprensión.

—Ya te expliqué que no quiero vivir aquí. Necesitamos nuestro propio espacio. Y tu abuelo me ha proporcionado un departamento para nosotros —explicó, tratando de hacerle entender.

Él frunció el ceño, procesando la información. Aunque le costaba aceptarlo, sabía que ella tenía razón. Necesitaban establecer su propio espacio y su propia vida juntos, al menos por el tiempo que dure su convivencia.

—Entiendo —dijo finalmente, resignado—. Me apresuraré a recoger mis cosas.

Ella asintió con satisfacción, agradecida de que finalmente estuviera dispuesto a aceptar su decisión. 

 

(***).

El chófer manejaba con habilidad por las calles de la ciudad, llevando a la pareja hacia el apartamento de ella, regalo del abuelo de él. Alma observaba el paisaje urbano a través de la ventana, mientras Thomas permanecía en silencio, perdido en sus pensamientos.

Después de unos minutos de trayecto, el chófer detuvo el automóvil frente a un imponente edificio de apartamentos. Ella salió del vehículo con determinación, seguida de cerca por su esposo, cuya expresión denotaba una mezcla de sorpresa y desagrado.

Observó el edificio con incredulidad. Durante años, había deseado mudarse a ese lugar, admirando su elegancia y comodidad. Sin embargo, su abuelo siempre se había opuesto a la idea, argumentando que no era el momento adecuado o que no era apropiado para un joven soltero como él. Y ahora, en un giro inesperado de los acontecimientos, el mismo lugar que había deseado con tanto fervor se convertía en el hogar de una mujer que apenas conocía.

La ironía de la situación no le pasó desapercibida, se sintió incómodo y resentido. ¿Cómo podía su abuelo regalarle a Alma algo que siempre le había negado a él? La sensación de injusticia lo invadió, pero trató de ocultar su malestar bajo una máscara de indiferencia.

Su esposa, ajena a sus pensamientos, avanzó hacia la entrada del edificio con determinación. Sabía que este gesto del abuelo no solo era un regalo material, sino también un símbolo de confianza y apoyo en su nueva vida y por aceptar el trato. Sin embargo, era consciente de la tensión que su nuevo hogar podría generar en su relación y que, aunque solo convivirán, estaba decidida a abordarla de frente.

Mientras subían en el ascensor hacia su nuevo apartamento, el silencio era palpable, cargado de emociones no expresadas y preguntas sin respuesta. Solo el tiempo revelaría cómo se desarrollaría esta nueva etapa de sus vidas.

Cruzaron el umbral del apartamento y se encontraron inmersos en un mundo de lujo y modernidad. La amplitud del lugar les abrazó, mientras los detalles exquisitos y la sofisticación del diseño dejaban patente que estaban ante un penthouse de dos plantas que emanaba elegancia en cada rincón.

La primera planta los recibió con un espacioso salón inundado de luz natural que se filtraba a través de las amplias ventanas de cristal. El suelo de mármol pulido reflejaba la luz y añadía un toque de brillo al ambiente. Un elegante sofá de diseño contemporáneo ocupaba el centro del salón, flanqueado por mesas auxiliares de cristal y detalles decorativos minimalistas que realzaban la belleza del espacio.

La cocina, contigua al salón, era un oasis de modernidad y funcionalidad. Los electrodomésticos de última generación se integraban perfectamente en los armarios de diseño italiano, mientras que la encimera de granito blanco ofrecía un contraste elegante y atemporal. Una isla central proporcionaba espacio adicional para preparar alimentos y servir de área de desayuno informal.

Alma se detuvo un momento para admirar la vista panorámica que ofrecían las ventanas del salón, que se abrían hacia una amplia terraza con vistas a la ciudad. El mobiliario de exterior, cuidadosamente seleccionado, invitaba a relajarse y disfrutar del aire fresco mientras se contemplaba el bullicio de la vida urbana desde las alturas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.