Capítulo 4: Sombras del Pasado

El día se desvanecía lentamente, el sol perdiéndose en el horizonte como un recuerdo que se apaga, dejando tras de sí un manto de tonos anaranjados y púrpuras. Aina y Elián se encontraban en la entrada del bosque, un santuario de secretos y magia que ahora resonaba con el eco de sus juramentos. Sin embargo, en el interior de Aina, una inquietud persistente comenzaba a manifestarse como un eco de sombras pasadas.

La brisa suave que acariciaba su piel tenía un matiz de nostalgia, y Aina sintió un tirón en su corazón. ¿Qué significaba realmente su conexión con Elián? ¿Qué sombras del pasado podrían habitar su destino en común?

“¿Hacia dónde vamos ahora?”, preguntó Aina, tratando de asir el hilo del momento y mantener la sensación de poder que había experimentado en el santuario.

“Hay un lugar donde aprenderemos más sobre tus habilidades, un lugar donde la historia de la magia se entrelaza con la tuya”, respondió Elián, su mirada fija en el sendero que se extendía hacia el futuro. “Pero primero, debemos enfrentar las sombras que nos persiguen. Tú no eres la única que tiene un pasado que desenterrar.”

Un escalofrío recorrió la espalda de Aina al escuchar sus palabras. La idea de que el pasado podría tener un peso tangible en su presente la inquietaba. ¿Qué tipo de sombras llevaría Elián? ¿Y cómo podrían sus sombras afectar la conexión que compartían?

Con cada paso, el aire se volvía más fresco, el crujido de las hojas secas bajo sus pies resonaba como un recordatorio de los riesgos que enfrentaban. Pastores ocultos observaban desde la distancia, su presencia apenas palpable, pero imposible de ignorar. Aina sabía que la magia corrupta se movía en las sombras, y que en cualquier momento podrían salir de su escondite.

“No puedo escapar de lo que soy”, murmuró Elián, rompiendo el silencio. “Hay fragmentos de mi historia que me persiguen, y debemos enfrentarlos si queremos avanzar.”

“¿Qué pasó?”, Aina se sintió impulsada a indagar, la preocupación tejía hilos de complicidad entre ellos. “Lo que sea que hayas enfrentado, no deberías cargarlo solo”.

“Mucho de lo que somos está influenciado por nuestros errores”, dijo él, sus ojos esquivando los suyos. “Cuando era más joven, busqué poder y conocimiento sin tener en cuenta las consecuencias. Me dejé llevar por las promesas vacías de aquellos que no tenían en mente el bien, y eso aterrizó a nuestra familia en un conflicto que nunca quise.”

La sinceridad en su voz era conmovedora, y Aina sintió su propio pasado resonar en las palabras de Elián, cada fragmento de su historia aportando textura a la conexión que compartían. “Debes saber que hay personas que aún tienen cuentas pendientes contigo”, continuó él. “A medida que nos adentremos en la verdad de tus habilidades, las sombras que me persiguen se harán más intensas. Necesito que estés preparada.”

“Me siento lista”, aseguró Aina, aunque en su interior había un torbellino de emociones. “No tengo miedo de enfrentar el pasado. El mío también está lleno de secretos. Lo único que quiero es entender por qué me siento tan… diferente.”

Mientras caminaban, Elián la observaba con atención, y en su mirada había un prometedor destello de esperanza. Las sombras no solo eran temibles; también era un convite a la superación, una oportunidad para reconstruir su historia.

El sendero se adentró en una parte más oscura del bosque, donde la luz parecía ser absorbida por el denso dosel de hojas. Aina sintió un ligero escalofrío recorrer su cuerpo, como si el bosque estuviese recordando sus propios antiguos rencores. A medida que avanzaban, las sombras parecían alargarse, y un silencio opresivo se instaló.

Finalmente, llegaron a un claro rodeado de árboles torcidos y antiguos. En el centro había un pequeño altar, cubierto de tiempo y abandono, similar al que habían encontrado en el santuario. Este parecía estar cargado de las memorias de todos los encuentros que habían tenido lugar allí, todas las decisiones fatídicas que condicionaron su existencia.

“Este es el Altar de las Sombras,” explicó Elián, su tono reverente. “Aquí es donde se han tomado decisiones difíciles, donde las fuerzas de la luz y la oscuridad se han encontrado años atrás. Cada marca en esta piedra cuenta una historia, y hoy escucharemos las nuestras.”

Aina sintió la gravedad del lugar y comprendió que estaban a punto de desenterrar algo que cambiaría la percepción de su mundo. “¿Cómo funcionará?”, preguntó, su voz apenas un susurro.

“Conectaremos nuestras energías, compartiremos fragmentos de nuestro pasado y permitiremos que el altar revele lo que hemos olvidado. Pero prepárate, Aina. No todas las visiones serán agradables.”

Aina sintió que su corazón latía con fuerza. Se acercó al altar, sintiendo cómo su energía vibraba en el aire. “Estoy lista,” afirmó, y Elián se unió a ella, sus manos entrelazándose como un símbolo de su compromiso.

“Al hacerlo, permitiremos que las sombras de nuestro pasado se revelen y se enfrenten a la luz de nuestra conexión,” explicó él, su voz grave resonando en el silencio.

Ambos cerraron los ojos y se concentraron, dejando que la energía fluya entre ellos, conectándose en un nivel más profundo. La brisa susurró a su alrededor, como si el mismo bosque estuviese prestando atención. Los sonidos de la naturaleza desaparecieron, y la realidad se desvaneció lentamente, como si el tiempo hubiera perdido su significado.

Aina sintió un tirón en su interior, una ola de poder a la que tenía que entregarse. Desde lo más profundo de su ser, comenzó a invocar su magia, y en un instante, la energía fluyó como agua a través de sus venas, entrelazándose con la de Elián. Una luz dorada emergió de sus manos, danzando en el aire, formando figuras de luz y sombras que parecían conocidas.

De repente, la visión se hizo presente: un paisaje vasto y desolado, una batalla épica entre luminarias y seres de oscuridad. Aina vio a Elián en medio de la confrontación, su rostro determinado mientras luchaba contra una sombra oscura que se abalanzaba sobre él.