Vínculos del Alma

Capítulo 5: Encuentro en la Bruma

El amanecer había pasado con rapidez, dejando tras de sí una luminosidad frágil y un cielo que se tornaba gris, como si la bruma empezara a descender sobre el bosque. A medida que Aina y Elián avanzaban, el aire parecía espeso y cargado de un misterio impenetrable, envolviendo el sendero en una atmósfera de expectación. Las hojas crujían bajo sus pies mientras las sombras se alargaban, como si el bosque mismo estuviera sosteniendo la respiración.

“A veces, la bruma trae consigo más que oscuridad”, dijo Elián, su voz resonando en el silencio. En su mirada había una mezcla de desafío y curiosidad. “Podemos encontrar respuestas o desvelar secretos que no habíamos buscado.”

“¿Y si esos secretos son demasiado peligrosos?”, preguntó Aina, el retumbar de su corazón resonaba en sus oídos. La conexión entre ellos estaba creciendo, pero el miedo al desconocido la mantenía alerta.

“Cada respuesta conlleva su propio riesgo, pero no podemos seguir huyendo. Este es nuestro destino”, afirmó Elián con una convicción que parecía infundirle valor. “Hoy, tendremos un encuentro que cambiará el rumbo de nuestra historia”.

A medida que se adentraban en la bruma, la visibilidad se reducía drásticamente, los árboles se convertían en sombras fantasmagóricas danzando en la opacidad. Aina cerró los ojos un instante, sintiendo el poder de la conexión latente entre ellas. Era como si una fuerza invisible la guiara, conduciéndola hacia lo que estaba destinado a ser su objetivo.

“Concéntrate en nuestros lazos”, sugirió Elián, notando su inquietud. “Confía en la magia que nos une.”

Cuando sus manos se entrelazaron, la presión del mundo exterior desapareció. En el silencio de la bruma, Aina se sintió en casa. Cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por la energía compartida. Era liberador y aterrador a la vez, como lanzarse a un abismo sin saber qué esperar.

De repente, una figura emergió a través del velo de niebla, su silueta delineándose lentamente. Aina contuvo la respiración; el ambiente estaba cargado de tensión. La bruma pareció cobrar vida, contorneando a la figura con un aire de sofisticación.

“Elián”, dijo la figura con una voz suave pero autoritaria que resonaba en el aire espeso, “¿qué haces aquí?”

“Zara”, respondió Elián, su voz baja, como si conociera su tono menos reverente. Aina sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar el nombre. Había un peso en el aire, como si la llegada de esta mujer polarizara todo a su alrededor.

Zara era hermosa, con cabellos oscuros que caían en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos dorados brillaban con una inteligencia astuta. Cada movimiento de ella era elegante y decidido; un aura de misterio la rodeaba, transformando la bruma en un halo que atrapaba la luz delicadamente.

“Aina”, continuó Zara, dirigiéndose con un leve gesto hacia Aina, quien todavía estaba paralizada por la presencia de esta mujer. “Escuché que hacías grandes promesas. La magia está en el aire, y está llevando a los más audaces a cruzar líneas desconocidas.”

“¿Y qué sabes de mí?” Aina respondió, tratando de sondear la intención tras aquellas palabras. La curiosidad se mezclaba con la desconfianza.

“Sé mucho sobre ti y sobre lo que eres capaz”, dijo Zara con una sonrisa enigmática. “Pero más importante, sé que cada elección crea ecos, y que no todas las decisiones han sido favorecidas por el destino.”

Aina sintió un escalofrío recorrer su piel. “¿Qué echo se ha creado?”, preguntó con firmeza, intentando mantener el control de la conversación.

“Eres un catalizador, Aina. La magia se arrastra tras de ti, y tu conexión con Elián te hace aún más interesante. Pero, ¿estás lista para manipular el poder que llevas en tu interior? Las fuerzas que afectan nuestra existencia son más complejas de lo que parece”.

Elián dio un paso adelante, protegiendo a Aina con su presencia. “Zara, no hemos venido a jugar con la magia, venimos a encontrar respuestas.”

“¿Y estás seguro de que deseas eso?” Ella lo miró directamente, sus ojos penetrando hasta el fondo de su ser. “Las respuestas no siempre son lo que parecen. El mundo que conocemos está lleno de engaños, y hay quienes se benefician de la confusión.”

Las palabras flotaban en el aire, pesadas y cargadas de advertencias. La tensión se hacía palpable, como si los árboles a su alrededor esperaran el desenlace de este encuentro.

“¿Qué es lo que necesitas?” Aina preguntó, con una fuerza que no sabía que era capaz de exhibir. “Si vienes en son de paz, ¿por qué no decirlo ahora?”

“Porque soy un reflejo de lo que otros han dejado atrás”, respondió Zara, su tono volviéndose melancólico. “Vengo aquí para ofrecer una elección, un camino hacia una verdad que están ansiosos por descubrir. Sin embargo, deben estar dispuestos a aceptar el precio”.

Aina intercambió una mirada con Elián, una comunicación silenciosa que pulsaba entre ellos. “¿Qué tipo de elección?” preguntó Aina, su voz resonando con firmeza.

Zara extendió una mano, y, en un abrir y cerrar de ojos, la bruma pareció vibrar a su alrededor, revelando instantáneamente imágenes fugaces. “Cada decisión, cada camino tiene un costo. Así como el deseo de hallar la verdad, también implica una pérdida.”

La niebla se tornó en un lienzo, ofreciendo destellos de visiones pasadas. Aina vio su infancia, la sonrisa de su madre obscurecida por un velo de tristeza, y la sombra de su padre desvaneciéndose en el tiempo. Después, vislumbres de Elián luchando como un guerrero, rodeado de caos; la conexión asombrosa entre ellos empezando a vislumbrarse a través del sufrimiento.

Aina sintió una punzada en el corazón. “¿Esto es el futuro?”, murmuró. “¿Lo que tiene que pasar?”

“No”, respondió Zara, su voz resonando con sabiduría. “Esto es el eco de lo que podría ser. Su futuro siempre está en movimiento, como un río que cambiará de rumbo según las decisiones que tomen. Pueden ser héroes, pueden ser sombras; depende de ustedes decidir.”




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