Violeta

Capítulo 4

~NARRADO POR VIOLETA ~

—Susan— una voz fuerte y ronca irrumpe en la habitación y levanto la cara. Lo he visto por fotos, pero es mucho más bonito en persona. —¿Dónde está la chica?

— Ahí está, señor. — La secretaria me señala y me levanto. Al igual que el chico anterior, él me mira de pies a cabeza, pero hay mucha diferencia en su mirada.

Él parece compadecerse de mí. Trago fuerte y aguanto. Hice todo bien, se suponía que esta entrevista sería impecable, pero aquí estoy frente a Miguel Santiesteban, toda mojada, con el cabello cayendo sobre mis hombros y el maquillaje corrido. Dios mío, Violeta, ¿qué mala suerte tienes?

— Parece que tu día no va bien. — afirma y libero todo el aliento atrapado dentro de mí.

— Realmente no lo fue, pero creo que mejorará a partir de ahora. — Sonríe y me doy cuenta de que mi frase puede tener un doble sentido, según cómo la interprete. — Lo digo porque aceptó darme una oportunidad más.

— Claro— está de acuerdo. — Sígame, por favor. — Asiento y lo sigo hasta la puerta con el cartel de presidente. Me abre la puerta y entro. — Susan, tráenos un café, creo que la señorita Spears necesita uno. — dice y luego cierra la puerta.

Su oficina es grande al igual que él, sus paredes son de color beige contrastando con su tono de piel ligeramente bronceada y hay en el centro un enorme escritorio de madera color caoba como sus ojos. El piso está cubierto de alfombra, pero lo que más me sorprende es el enorme ventanal con vistas a otros edificios.

— Siéntese por favor. — Siento mucha amabilidad en su tono de voz, y hago lo que me pide. Miguel se sienta frente a mí, al otro lado de la mesa, me analiza por unos segundos, incomodándome por completo, debo parecer una bruja mojada.

Empiezo a pensar que mis dientes están manchados con lápiz labial, bien podría haber dejado un diente manchado. ¿Hice eso? Maldita sea, ahora me siento muy incómoda, necesito arreglar esto, decir algo, romper el silencio.

Me acomodo en la silla y me giro hacia él.

— Estoy muy agradecida por darme otra oportunidad.

— Esto lo hice por Andrea, ella es una gran amiga y te recomendó.

Yo sonrío.

Cierto. Andrea es mi profesora de psicología y me recomendó a Miguel después de que le presenté un trabajo sobre niños que terminaron perdiendo a su madre, a su padre o a ambos. Ella dijo que él estaba muy impresionado y que pensaba que yo sería una excelente niñera para sus hijos. Le estoy muy agradecida y no puedo esperar para agradecerle. Bueno, eso sí resulta todo bien.

— Y Susan hizo un gran drama. —él disparó. — pero realmente necesito una niñera con urgencia, así que...— Y yo pensé que era especial.

—Entiendo.

—Señor. — Susan entra a la habitación con una bandeja, coloca todo sobre la mesa. Ella me mira y me sonríe—bien, vuelvo a mi trabajo. — Y se marcha, no sin antes susurrarme buena suerte.

— Entonces, Violeta, ¿te gustan los niños? — Miguel se gira hacia mí y me mira fijamente a los ojos.

— ¡Oh demonios! — susurro cuando el pequeño sorbo de café me quema la lengua. — Lo siento, esto está demasiado caliente. — le dije, y él mostró indiferencia. — Volviendo a su pregunta, tengo un hermano menor, él me enseñó a amar a los niños. Como mis padres trabajaban todo el día, yo era la única que podía cuidarlo. Lo cuidé desde muy pequeño, y me encantó. Entonces sí. Amo a los niños.

— Que bien. Mis hijos son lo único que me importa. Y no puedo dejarlos con alguien que nunca haya tenido contacto con niños. — Fijo mis ojos en los suyos y veo la sinceridad en lo que dijo. — Hay una cosa que a Andrea se le olvidó mencionar.

— ¿Y cuál sería? —Levanto una ceja.

— Ciertas noches tendrás que dormir en mi casa. A veces viajo o tengo un evento al que asistir, así que necesito que te quedes con ellos esos días.

— Está bien. Son solo unas pocas noches.— Yo digo. —Sin problema.

— Obtendrás un bono de 500 mil cuando necesites quedarte.

—¡Seguro que lo haré!— exclamo, segura de que está pensando que soy el tipo de persona que haría cualquier cosa por dinero, pero eso no es cierto. — Ese dinero nos ayudará a mí y a mi familia, no me apasiona el dinero.

—Estoy seguro de que no.— dice. — A los niños les gusta ir al parque, así que cuando haga buen clima los llevas, al menos dos horas al día. Por supuesto, no tiene por qué ser todos los días.

—Bueno.— ¿Y a quién no le encantan los parques? Más aún los de esta ciudad, son hermosos.

— Van al colegio por la mañana y por la tarde tienen otras actividades. Como fútbol, y natación, ​​son solo dos horas, luego tienes la tarde libre para jugar con ellos, si no es problema, claro. Y también necesito que te quedes los sábados. ¿Algún problema con eso?

—Sin problemas.

— Porque estas son mis demandas — Sacudo la cabeza, mostrando comprensión. — Y no tengo ningún problema en contratarla.

—¿Está hablando en serio?

Se ajusta la chaqueta. Lo miro y tengo que admitir que realmente es un hombre muy guapo, incluso demasiado.




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