Vive por mí, por favor

Capítulo: El encuentro

La mañana comenzó sin apuro. Por primera vez en semanas no tenía ganas de correr, ni de esconderme detrás de una rutina. Me vestí con calma, tomé un café sin prisa, y salí a caminar sin rumbo fijo.

No tenía destino, solo un ligero impulso de respirar otro aire. El parque que usualmente evitaba por los recuerdos compartidos con Tom fue, curiosamente, hacia donde terminaron llevándome los pies. Había niños corriendo, hojas cayendo con elegancia de los árboles, y una brisa que traía olor a pan recién horneado desde alguna panadería cercana.

Me senté en una banca, bajo un roble viejo. Cerré los ojos. Por un instante no pensé en nada. Y justo cuando creía haber encontrado un raro momento de paz, una voz interrumpió:

—Disculpa... ¿nos conocemos?

Abrí los ojos. Frente a mí estaba un chico con una expresión honesta, confundida. Tenía el cabello ligeramente despeinado, una mochila cruzada al pecho, y en las manos un libro de esos que parecen vividos, no leídos.

Lo miré, desconcertada.

—Creo que no... —respondí, aunque algo en su voz me resultaba extrañamente familiar.

Él dudó, rascándose la nuca.

—Perdón, de verdad. Es que... juro que te vi el otro día en el café de la universidad. Estabas con tres chicas. Parecías mal. Pensé en decir algo pero... no quise entrometerme.

Tragué saliva. Ese día. El de las galletas.

—Sí. Estaba mal —respondí con franqueza, sorprendida de mi propia sinceridad.

Él se sentó, dejando un espacio prudente entre ambos.

—Soy Marcos —dijo, extendiéndome la mano.

—Olivia.

Su apretón fue cálido. Real. Lo miré por unos segundos más. No era Tom. No se parecía en nada. Pero había algo en su manera de hablar, de no querer forzar nada, que me hizo quedarme.

—¿Lees mucho? —le pregunté, señalando el libro.

—Cuando la vida no me deja dormir, sí —respondió, sonriendo con algo de tristeza.

Sentí que esa frase me atravesaba.

—Entonces tienes insomnios muy largos.

Asintió. No preguntó más. No indagó. Solo se sentó conmigo en silencio, mirando los árboles, dejando que el momento fuera lo que tenía que ser.

Y por primera vez desde que él se fue, sentí que alguien estaba ahí sin intentar salvarme. Solo acompañándome.

Y eso... eso era más de lo que había tenido en mucho tiempo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.