Vive por mí, por favor

Capítulo: La carta olvidada

Era domingo. El tipo de domingo que se siente suspendido en el tiempo. El aire estaba quieto y todo parecía ir más lento. Decidí limpiar un poco. No porque lo necesitara, sino porque mi cabeza necesitaba orden en algún lado.

Empecé con el armario. Saqué ropa que ya no usaba, libros que estaban cubiertos de polvo. Cuando abrí la caja de madera donde guardaba cosas que no podía tirar, lo vi.

Un sobre doblado, arrugado en una esquina, casi invisible entre cuadernos viejos. Tenía mi nombre escrito con su letra. Tom.

Me congelé.

Por un momento pensé en dejarlo ahí. Volver a cerrarlo todo. Pero algo en mí —algo más fuerte que el miedo— me dijo que estaba lista.

Abrí el sobre con cuidado, como si al hacerlo pudiera romper algo que ya estaba roto. Era una carta, escrita de su puño y letra. La reconocí enseguida por la forma en que curvaba las "l". La fecha era de varios meses antes de que todo terminara. Nunca supe por qué no me la había dado.

"Amor,"

"Si estás leyendo esto es porque, de alguna manera, el tiempo decidió que era el momento. No sé cuándo, ni por qué, pero quiero que sepas que te escribo desde uno de esos días buenos, de esos en los que reímos sin parar por algo estúpido y nos dormimos abrazados sin miedo al mañana."

"Solo quería que supieras que si algún día ya no estoy, por la razón que sea, no quiero que mi ausencia sea más fuerte que tu presencia. No quiero que dejes de vivir por mí. Quiero que ames otra vez, que te rías, que viajes, que escribas, que encuentres belleza incluso cuando creas que no queda ninguna. Quiero que sigas siendo tú. Porque tú, Olivia, eres lo más bonito que vi en esta vida. No te encierres en el dolor. No me hagas eso. No te hagas eso."

"Te amo. Siempre. Pero más aún, te libero."

Cerré los ojos. La carta temblaba entre mis manos.

No lloré de inmediato. Fue una mezcla extraña de dolor, alivio, y algo que no supe nombrar. Como si algo se hubiera soltado dentro de mí. Como si él supiera exactamente lo que necesitaba oír justo ahora, justo cuando empezaba a volver a mí misma.

Me tumbé en la cama, la carta sobre el pecho. Y, por primera vez, sentí que podía amar su recuerdo sin vivir atrapada en él.

Estaba soltando. No para olvidarlo.

Sino para recordarlo sin romperme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.