Vive por mí, por favor

Capítulo: Las piezas que no sabía que faltaban

Era una tarde tranquila. Habíamos coincidido en la biblioteca sin planearlo. Marcos estaba en una esquina, concentrado en un libro de psicología que parecía demasiado pesado para una tarde de viernes. Yo estaba hojeando sin mucho interés un tomo sobre literatura latinoamericana. Cuando levanté la vista, me sonrió.

—¿Te molesta si me siento contigo un rato? —preguntó con esa voz baja y serena suya.

Negué con la cabeza y señalé la silla frente a mí. Se sentó con una taza de café en la mano y dejó su libro sobre la mesa.

Pasaron unos minutos en silencio. De esos cómodos, donde no se necesita llenar los espacios con palabras. Hasta que él respiró hondo y dijo, sin mirarme directamente:

—Hay algo que no te he dicho. Y siento que debería.

Mi estómago se tensó. Lo miré, esperando.

—Conocí a Tom. De hecho... éramos amigos.

El mundo pareció detenerse por un instante.

No entendí al principio. Ni siquiera sabía cómo procesarlo. Parpadeé, buscándolo en sus ojos.

—¿Cómo...? —mi voz apenas salió.

—Nos conocimos en un curso hace un par de años. Él era... —hizo una pausa, como si el recuerdo le doliera—. Era de esas personas que te hacen sentir cómodo sin esfuerzo. Al principio hablábamos de tonterías, pero luego... bueno, se volvió un amigo de verdad.

Se quedó en silencio un momento más. El café se enfriaba entre sus dedos.

—Una vez me habló de ti —continuó—. No con detalles, no con nombres. Solo dijo que estaba enamorado de alguien que le cambiaba la forma de ver el mundo. Dijo que te admiraba. Que eras luz, incluso cuando no lo sabías.

Yo sentía un nudo formándose en la garganta. No sabía si llorar o quedarme completamente quieta.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

—Porque no sabía si querías que alguien mezclara los recuerdos. No sabía si querías que él siguiera estando en las conversaciones. Pero también... me parecía injusto no decirte. Él era importante para mí también. A su manera.

Agaché la mirada. Todo se sentía confuso, pero al mismo tiempo, no dolía como pensé que lo haría.

—¿Te molestó que me acercara a ti?

—No —respondí, sin pensarlo mucho—. Al contrario. Fuiste como... una calma cuando más lo necesitaba.

Nos quedamos así. Mirándonos. Dos personas unidas por alguien que ya no estaba, pero que aún resonaba en cada palabra no dicha.

—Gracias por decírmelo —le dije al fin—. Me gusta saber que Tom tenía gente que lo quiso tanto.

Marcos asintió. Sus ojos estaban húmedos, pero su voz seguía firme.

—Y me gusta saber que no estoy solo en extrañarlo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.