Vive por mí, por favor

Capítulo: Preguntas que duelen

El atardecer caía lento sobre la ciudad cuando Olivia se reunió con sus amigas en la terraza del departamento de Merlyn. Era una costumbre reciente, pero valiosa. Cada encuentro era una pausa, un respiro, un lugar seguro. Ese día llevó consigo algo más que su tristeza: llevó la carta.

Estaban sentadas sobre cojines, rodeadas de mantas, galletas y tazas de té. El ambiente era cálido, íntimo. Olivia sacó la carta de su bolso con delicadeza, como si temiera que el papel pudiera romperse con el aire.

—Encontré esto en casa de los padres de Tom —dijo, rompiendo el silencio—. Es una carta que escribió para mí... por si ya no estaba.

Las miradas se posaron en ella con una mezcla de sorpresa y respeto. Merlyn se acercó un poco más.

—¿Quieres leerla?

Olivia dudó un momento, luego asintió. Su voz tembló al principio, pero se sostuvo, y leyó cada palabra. Ninguna de las chicas interrumpió. Nadie lloró de inmediato. Solo escucharon.

Cuando terminó, un silencio profundo se apoderó del grupo. Fue Alejandra quien habló primero, con la voz quebrada.

—Es la cosa más hermosa y más triste que he escuchado...

—Él te amaba mucho, Oli —añadió Gloria, tomando su mano—. Eso se nota en cada palabra.

Olivia solo asintió, apretando con fuerza el papel contra su pecho.

Y entonces, Merlyn, que había estado en silencio todo ese tiempo, dejó caer la pregunta:

—¿No les parece extraño que él escribiera eso... como si supiera que se iba a morir?

El aire pareció congelarse por un segundo. Olivia levantó la mirada, sorprendida. Las demás también se quedaron quietas, sin saber qué decir.

—¿A qué te refieres? —preguntó Olivia, con la voz baja.

—No sé... —dijo Merlyn, mordiéndose el labio—. Es solo que... siempre tenía esa manera de hablar, ¿no? Como si estuviera dejando migas de pan para después. Como si siempre supiera que no iba a quedarse mucho tiempo.

Alejandra frunció el ceño.

—¿Estás diciendo que... que fue intencional?

—No. No lo sé. Pero... ¿nunca lo notaron? Él hablaba mucho sobre el destino, sobre el tiempo, sobre no dejar cosas sin decir. No era solo sensible. Era... como si estuviera preparado. Como si supiera que algo iba a pasar.

Gloria negó con la cabeza, pero con cautela.

—Eso es muy fuerte, Mer. Tal vez simplemente era alguien que amaba con profundidad... y que entendía que todo puede terminar de golpe.

Olivia no dijo nada. Su mente giraba en silencio, repasando viejas conversaciones, frases sueltas, gestos de Tom que antes no parecían significar nada. Ahora todo tenía un tinte distinto. Una sombra nueva.

—A veces lo miraba y sentía que había algo que no me contaba —susurró—. Pero pensé que era solo parte de su forma de ser. Ahora... no sé.

Ninguna de ellas volvió a hablar durante un buen rato. Se limitaron a abrazarla, a compartir su desconcierto. La carta estaba ahí, entre ellas, como un corazón latiendo fuera del pecho.

Y aunque las palabras de Tom eran dulces y firmes, ahora también traían consigo un misterio. Uno que quizás Olivia tendría que enfrentar tarde o temprano.




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