Vive por mí, por favor

Capítulo: Lo que él sabía

Olivia se encontró con Marcos en el café de siempre, el que solía visitar con Tom. Habían pasado días desde que leyó la carta y desde que Merlyn hizo aquella pregunta que no la dejaba dormir en paz. Su mente había estado repasando cada palabra de Tom, cada gesto, cada silencio. Necesitaba respuestas. Y Marcos era su única posibilidad de obtenerlas.

Él llegó puntual, como siempre. Llevaba una chaqueta azul oscuro y ese aire tranquilo que tanto lo caracterizaba. Olivia lo saludó con un abrazo corto, pero sincero. Ordenaron lo de siempre, y una vez el café estuvo servido, ella fue directa.

—¿Tom sabía que iba a morir?

Marcos la miró en silencio por unos segundos. No fue una reacción de sorpresa, sino más bien la de alguien que se había preparado para esa pregunta durante mucho tiempo.

—Sí —dijo, sin rodeos—. Lo sabía.

El mundo se le detuvo a Olivia por un segundo. El café frente a ella se volvió frío de golpe. Su corazón latía con fuerza.

—¿Desde cuándo?

—Unos meses antes de que todo pasara. No me dijo exactamente cuánto tiempo le habían dado, pero sí me confesó que tenía una condición cardíaca. Grave. Silenciosa. Una de esas que te dan advertencias que parecen síntomas comunes... hasta que ya es tarde.

—¿Y por qué no me lo dijo? —susurró ella, con la voz rota.

Marcos bajó la mirada. Se notaba que aquello también le dolía.

—Porque te amaba, Olivia. Porque sabía que si te lo decía, te ibas a romper. Que ibas a dejar de vivir, de estudiar, de ser tú. Quería que lo recordaras vivo, no enfermo. Quería que amaras sin miedo... aunque él tuviera miedo todo el tiempo.

Ella se llevó las manos a la boca. No sabía si llorar, si gritar o si abrazar a Marcos por cargar con eso solo.

—Todo ese tiempo... ¿lo supiste tú?

—No desde el principio. Me lo confesó cuando ya se sentía débil. Me pidió que no te lo dijera, que respetara su decisión. Y créeme, fue lo más difícil que he hecho. Pero era su voluntad.

—Siempre hablaba como si el tiempo se le escapara —murmuró Olivia, recordando—. Como si cada momento fuera el último.

—Porque lo era, para él. Cada momento contigo era un regalo. Me lo decía todo el tiempo. Que tú eras su paz, su alegría. Y que si tenía que irse, al menos se iba con el corazón lleno.

Olivia no pudo contener el llanto. No por la tristeza, sino por el peso de una verdad que de pronto lo cambiaba todo. Tom no se había ido sin más. Había luchado por vivir cada segundo con ella como si fuera eterno, aun sabiendo que no lo sería.

Marcos le ofreció su mano, y Olivia la tomó. No estaban solos. Nunca lo habían estado.

—Gracias —susurró—. Por guardar su secreto... y por contármelo ahora.

Marcos asintió, con los ojos brillosos.

—Ahora es tuyo. Haz lo que quieras con él. Pero no dejes que se convierta en otra razón para romperte. Tom nunca lo habría querido así.




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