Vive por mí, por favor

Capítulo: Casilla 43

La llave descansaba en el cajón de la mesita de noche, tal como Tom había escrito. Olivia la sostuvo un rato entre los dedos, como si le pesara más que el metal que la formaba. El camino hacia el viejo buzón de la plaza fue silencioso, cargado de preguntas y una tensión que crecía con cada paso.

Al llegar, encontró la casilla 43 casi igual que siempre: oxidada, con el número casi borrado. Metió la llave, giró... y la puerta se abrió con un clic suave.

Dentro, una carta. Y una pequeña cajita de madera.

Tom había escrito su nombre en el sobre, una vez más. Con manos temblorosas, lo abrió.

"Oli:

Si llegaste hasta aquí, es porque seguiste las pistas. Porque decidiste quedarte conmigo un poco más, aún en mi ausencia.

Hay algo que nunca te conté. No por miedo a ti, sino por miedo a perder lo que teníamos. Pero ya no quiero que te quedes solo con la parte del Tom que conociste. Mereces saber todo.

Antes de ti, hubo una etapa muy oscura en mi vida. No me enorgullece, pero fue real. Estuve mal, me perdí en lugares donde pensé que nunca saldría. Y fue ahí donde conocí a alguien: se llamaba Elías. Me sacó de un pozo profundo. Me enseñó a escribir cuando todo lo que quería era desaparecer. Le debo más de lo que imaginas.

Y te lo cuento porque esa parte rota mía fue la que aprendió a amarte bien. Si no hubiera tocado fondo, nunca habría entendido lo que valías. Él me hizo prometer que si alguna vez encontraba algo real, lo cuidara como si fuera lo último que tuviera.

Y lo fuiste. Lo eres.

En la cajita encontrarás algo de él. Y una nota más.

Gracias por seguir encontrándome.

- Tom"

Olivia abrió la cajita con cuidado. Dentro, había un colgante antiguo, de madera con una pequeña inscripción tallada: "Para no olvidar que saliste."

Junto a él, un trozo de papel con una caligrafía diferente, seguramente de Elías:

"A quien lea esto: él te amó. No cualquiera podía sanar como lo hizo Tom. Si estás leyendo esto, es porque fuiste parte de su luz. Cuídala."

Olivia sintió que el mundo giraba más lento. Tom había vivido más de lo que mostraba, más de lo que decía... y ahora esas partes desconocidas le pertenecían también.

Esa noche, escribió otra carta.




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