El cuaderno tenía la tapa gastada, como si hubiera sido abierto y cerrado mil veces. Olivia lo sostuvo entre las manos un largo rato, sin atreverse a abrirlo aún. Elías le había dicho que Tom lo escribía en las madrugadas, cuando no podía dormir. Que lo guardaba como quien guarda un secreto demasiado grande para ser contado en voz alta.
Esa noche, en la soledad de su cuarto, Olivia encendió una vela y lo abrió.
La primera página tenía una fecha: 15 de febrero. La caligrafía era inconfundible. Era de Tom.
"No sé si alguna vez vas a leer esto, pero necesitaba escribirlo. Hoy te vi reír con esa libertad que sólo tú tienes. Pensé en lo injusto que sería no poder estar a tu lado toda la vida. A veces me da miedo cuánto te amo, Olivia."
Pasó la página. Otra fecha, otra carta.
"A veces me pregunto qué harás si algún día no estoy. Me aterra la idea de convertirme en recuerdo, pero me alivia saber que, al menos, alguna parte de mí se quedará en ti. Ojalá encuentres estas cartas. Ojalá el amor no se pierda cuando el cuerpo se va."
Olivia sintió el peso de cada palabra. No era sólo nostalgia. Era amor puro, sin filtros. Tom le había hablado desde la distancia del tiempo, como si supiera que ella un día estaría ahí, escuchándolo con el corazón temblando.
Había cartas para sus aniversarios, para sus días malos, incluso una para cuando ella estuviera lista para amar de nuevo.
"No te sientas culpable si un día sonríes sin pensar en mí. Prometí amarte, no atarte. Vive, Olivia. Vive por los dos si hace falta."
Olivia apretó el cuaderno contra su pecho. Las lágrimas no eran tristes. Eran suaves, liberadoras. Por fin tenía otra parte de él. Palabras que no habían muerto con él. Promesas que aún ardían.
Esa noche, le escribió una carta. Una respuesta. Porque aunque él ya no estuviera, ahora podía hablarle de nuevo.
Carta número 17 — "Si un día te enamoras otra vez"
Oli:
Si estás leyendo esto, es porque tu corazón volvió a abrirse. Porque alguien, con manos suaves y pasos pacientes, logró entrar sin hacer ruido. Y quiero que sepas que no estoy enojado. No estoy triste. Estoy orgulloso de ti.
Siempre supe que ibas a volver a amar. ¿Sabes por qué? Porque tienes el alma más grande que he conocido. Porque el amor no se te acaba, sólo se transforma. Porque mereces ser feliz, incluso si yo ya no estoy.
No te sientas culpable. No compares. No temas. Yo fui una parte de tu historia, pero no tengo que ser el final. Amarte fue lo más hermoso que viví. Y por eso, quiero que vivas más amor. Que te llenes de esos pequeños milagros diarios: una risa, una mano entrelazada, una nueva canción favorita. No rehúyas al amor por lealtad a mi ausencia.
Si esa persona te hace sentir segura, si te ve como yo te veía —como la luz que transforma el invierno en hogar— entonces, por favor... déjate amar. Yo estaré sonriendo, desde donde esté. Y cada vez que mires al cielo y sientas que el viento te acaricia, piensa que es mi forma de decirte que todo está bien.
Gracias por haberme amado como lo hiciste. Por haber sido mi casa. Ahora ve, y construye una nueva.
Siempre tuyo,
-Tom
Editado: 24.04.2025