Vive por mí, por favor

Capítulo: Matteo

Olivia llegó al parque indicado por Francesca. Llevaba en la mochila algunas de las postales de Tom, como si le dieran fuerza. El sol bañaba los árboles de un dorado cálido, y el aire olía a lavanda y pasto recién cortado. En una banca cercana al lago, un niño de cabello oscuro hojeaba un libro enorme de tapa roja.

—¿Matteo? —preguntó con suavidad.

El niño levantó la vista y sonrió. Tenía los ojos tan parecidos a los de Tom que por un momento, Olivia sintió que el tiempo se había roto.

—¿Tú eres Olivia? —preguntó él con voz segura.

Ella asintió y se sentó a su lado.

—Tom me habló mucho de ti. Decía que eras valiente. Que escribías cosas bonitas. Y que hacías el mejor chocolate caliente del mundo.

Olivia rió con un nudo en la garganta.

—Yo también hablo mucho de él. Y sí, mi chocolate caliente es legendario.

—Me dijo que si algún día nos conocíamos, tenía que darte esto.

Sacó de su mochila un sobre doblado y cuidadosamente sellado con una flor dibujada a mano. Olivia lo reconoció de inmediato. Era el sello que Tom usaba en las cartas que le dejaba bajo la almohada.

Con manos temblorosas, lo abrió.

> "Mi Liv,
Si estás leyendo esto, significa que el destino no fue tan cruel y aún te permite encontrarme en pequeñas cosas. Matteo es una de ellas.
Lo conocí cuando más lo necesitaba. Y me recordó que incluso cuando uno se está apagando, puede dar luz a alguien más.
Él sabe muchas de nuestras historias. Le conté porque pensé que, si alguna vez no podía estar contigo, él podría recordártelas con la inocencia que a veces tú olvidabas tener.
Prométeme algo, Liv: cuando te sientas sola, vuelve a mirar al mundo con los ojos con los que Matteo lo ve.
Y sigue escribiendo... para ti, para él, para nosotros.
Siempre tuyo,
Tom."

Olivia apretó la carta contra su pecho y miró al niño.

—Gracias, Matteo. No sabes lo que esto significa.

—Yo sí lo sé —respondió él con una sonrisa pequeña—. Porque a mí también me dejó cosas para cuando lo extrañara.

Se quedaron ahí un rato, en silencio. Compartiendo recuerdos de un mismo sol, de una misma voz.

Y en el cuaderno de Olivia, una nueva frase apareció esa noche:

"Aunque el amor se marche, a veces deja guardianes pequeños que lo cuidan en nuestra ausencia."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.